Reté a mi mejor amigo a que arruinara mi vida: lo está logrando [3]

Hola a todos.

Hoy he estado explorando. Nueva ciudad, un nuevo diseño por aprender. Me estoy haciendo bueno para memorizar ciudades. Gracias a cada uno de ustedes por su apoyo y por sus sugerencias. Una vez más, todo esto son eventos pasados. Pero estoy considerando sus ideas para cómo poder luchar aquí, en el presente. Unos cuantos de ustedes han ofrecido ayudarme de otras maneras, y aprecio su interés, pero esta es mi batalla. He destruido demasiadas vidas por involucrar a otras personas. No, arruinar a David es algo que es mío, incluso si muero intentándolo.

Y otra cosa. Trato de hablar con tantos de ustedes como es posible en la sección de comentarios, a menos que mi respuesta contenga información importante. Pero ciertos eventos «en vivo» me han obligado a limitar esa interacción por falta de tiempo y por el gran número de lectores. Discúlpenme.

Ahora continuaré.

—Hola, Zander —me gruñó—. ¿Saliste a dar un paseo?

—Jódete —escupí; mi mejilla estaba atascada contra el borde de la mesa.

—¿Por qué tan hostil?

—Ya sabes por qué, ¡cretino!

—No hagas bulla. Estamos teniendo una conversación agradable y tranquila.

Forcejeé para tratar de levantar mi cabeza de la mesa, pero él era mucho más fuerte que yo.

—Deja de resistirte y escucha. Quiero clarificar las reglas del juego, ahora que finalmente te has percatado de que estamos jugando.

—¡Esto no es un juego! ¡Arruinaste mi crédito, robaste mi dinero, hackeaste mis cuentas y me robaste mis cosas! ¡Te voy a matar!

—Pero yo no te voy a matar. Esa es la regla. No te voy a matar, Zander. Eso le pondría un final a arruinar tu vida, y esa no es la meta. Ahora, no te has esforzado mucho en arruinar MI vida. ¿Por qué no?

—Porque no soy un psicópata enfermo —bufé.

—Claramente no —dijo con frialdad—. Pero esto es aburrido para mí. Estoy haciendo todo el trabajo, orillándote a luchar por tu vida, mientras que tú no estás haciendo nada para mejorarme. No es como que si no he aprendido nada, pero sería más divertido si contraatacaras. Incluso dejaré que Clark te ayude. Pero creo que necesitas motivación.

—¿Crees que necesito motivación para herirte? Ya quisieras.

—Sí, la necesitas. Porque a pesar de todo lo que te ha sucedido, tu único intento para contraatacar ha sido patético. Necesito que te lo tomes en serio y que luches con vehemencia. Así que es aquí en donde un poco de motivación haría efecto.

Se llevó su mano izquierda al bolsillo de su pantalón y sacó un smartphone. Hizo clic un par de veces antes de sostenerlo a un lado de su oreja.

—Soy yo —dijo cuando contestaron en la otra línea—. Ponla en el teléfono.

Sostuvo el celular a la altura de mi oreja. Alguien estaba llorando.

—Di hola —dijo una voz ronca en la otra línea.

—¿Ho… Hola? —habló Katie. Jesucristo, había secuestrado a Katie.

—¡HIJO DE PERRA!

—Cuidado con el lenguaje, Zander. —David sonrió, conversando como si me acabase de pedir que me comiera mis vegetales.

—Katie, ¿en dónde estás? —solté desesperadamente por el teléfono. David alejó el teléfono y colgó, metiéndolo de nuevo en su bolsillo.

—¿Ahora entiendes las reglas, Zander? ¿Estás motivado?

—Te voy a matar, hijo de perra. ¡Arderás en el Infierno!

—Ya, ya, esta no es una discusión teológica —Chasqueó la lengua—. Haz tu mejor esfuerzo junto a Clark para arruinar mi vida. Hagan lo que quieran. Pero si me matan, mataré a Katie.

—No la puedes matar si estás muerto.

—No, pero mi amigo lo hará. Es sorprendente el tipo de personas que puedes conocer por internet. Él está tan emocionado por jugar como yo lo estoy. ¿Tienes alguna pregunta antes de que el juego comience de verdad?

—¿Qué demonios te pasó? ¡Éramos mejores amigos!

—Las cosas cambian. He estado soñando con este juego por años. Tú fuiste mi único amigo real con el que podía hacer esto. Un día, simplemente decidí… intentarlo.

—Has arruinado tu propia vida al tratar de arruinar la mía. Una vez que seas condenado por robo de identidad y secuestro, tu vida habrá acabado.

—Eso es parte del juego. No puedes arruinarme si no soy condenado. Me he estado preparando por años. —Sonrió ampliamente; sus ojos se veían oscuros y amenazadores.

—¿No crees que eso es injusto para mí? ¿Cómo se supone que voy a hacer un buen intento si te has estado preparando por años?

—Consideraré regalarte algunos consejos —admitió, luciendo pensativo—. Mientras tanto, haz tu mejor esfuerzo. Y dile a Clark que nos siga la corriente, porque tendré algo de motivación para él también.

El sonido de pisadas desde la valla trasera nos alertó de la presencia de alguien más. Grité por ayuda, y David me abofeteó, pero suavemente. Traté de ver quién era desde mi postura limitada. El rostro de Clark apareció por encima de la valla.

—Esa es mi señal para irme —dijo David con una sonrisa—. Ha sido bueno ponerme al día contigo, Zander.

Clark vino corriendo por el patio, gritándole a David que se fuera a la mierda. David solo se quedó parado ahí, observándome y… esperando. Fue entonces cuando Clark nos alcanzó y lo apuñeteó directamente en la cara. David salió despedido por el suelo, liberando mi cabeza. Me puse de pie y me sobé mi rostro adolorido. David empezó a levantarse, pero Clark lo pateó por un costado.

—¡Quédate ahí abajo! —le gritó.

Se encendió una luz en la casa detrás de nosotros. Ambos nos volteamos para ver. Tuve el pensamiento de sostener a David ahí hasta que la policía llegara. Cuando nos giramos de nuevo, David ya iba por la mitad de la calle. Clark empezó a seguirlo, pero le agarré el brazo.

—Alto, déjalo ir —pedí, derrotado—. Tengo algo que decirte.

Tomamos una decisión silente para evadir a la policía esa noche. Queríamos hacer una denuncia bajo nuestros términos, sin tener que explicar qué era lo que estábamos haciendo violando una propiedad privada a la mitad de la noche. Trotamos devuelta hacia su auto y nos fuimos a casa.

Nos sentamos en el sofá de la sala de estar y le dije a Clark acerca de las intenciones de David. Clark estaba observándome, perplejo.

—¿Pensé que dijiste que solía ser un amigo?

—Lo era.

—¿Y nunca actuó así antes?

—No, conmigo no.

—Esto es una locura —dijo, parándose del sofá—. ¿Ha secuestrado a Katie solo para tratar de arruinar tu vida y darle continuidad a un reto estúpido? ¿Está demente? ¡Lo van a atrapar!

—Esperemos que sí. Pero deberíamos comenzar a planear. No me voy a arriesgar mientras tiene a Katie.

—Está bien, hombre. No quiero tener nada que ver con todo esto, pero también quiero ayudarte. Si fuera cualquier otra persona, me iría a tomar por culo.

—Entonces comencemos.

No sé cuánto detalle quiero poner aquí, porque probablemente se hará cansado para ustedes. Nos quedamos despiertos toda la noche mapeando eventos, personas, debilidades, fortalezas; todo en lo que podíamos pensar. Llenamos media libreta con nuestras anotaciones.

Estas fueron las debilidades que pudimos pensar, las cuales podríamos utilizar —potencialmente— en contra de David:

Cansancio con la vida, para que pudiéramos hacer el juego demasiado aburrido como para que lo siguiera.

Su mamá, pues si ella supiera lo que estaba sucediendo, quizá sería capaz de detenerlo. Sé que algunos de ustedes comentaron que debería secuestrar a doña K. y utilizarla, pero aún éramos bastante nuevos en esto, ni teníamos deseo alguno de recurrir a la mierda en la que David se estaba apoyando.

Podíamos hacer que lo despidieran y asegurarnos de que nadie lo contratara de nuevo.

Katie. Dado que había secuestrado a Katie, la policía definitivamente estaría involucrada. Fácilmente podría reportar mis sospechas acerca de David, y lo estarían inspeccionando en búsqueda de las piezas de evidencia más diminutas. Si podíamos conseguir evidencia contundente para lograr una condena en cualquiera de sus crímenes, el problema se resolvería.

Luego consideramos sus fortalezas y las cosas de las que debíamos cuidarnos:

Preparación. Obviamente tenía una línea de tiempo que estaba siguiendo y sabía lo que estaba haciendo.

Tiempo. El correo basura y los incidentes del fraude de crédito habían comenzado mucho antes de que yo sintiera las consecuencias. Esto significaba que podía haber otras trampas que David había preparado, que explotarían como bombas de tiempo en algún punto del futuro.

Aptitud física. Estaba claro por esa noche que había pasado ejercitándose y practicando. Posiblemente para su trabajo como guardia de seguridad.

Dinero. Ahora tenía mucho dinero por lo que me había robado a mí y el fraude que utilizó para recibirlo.

Contactos. Si había hecho un amigo que estaba dispuesto a involucrarse en un secuestro, entonces había dos o quizá más psicópatas de los que debíamos preocuparnos.

Conocimiento. Sabía cómo utilizar el fraude sin ser capturado (aún) y hackear computadoras, o, al menos, contratar a alguien para que lo hiciera por él. No teníamos idea de qué otro conocimiento peligroso podría tener, así que hicimos una lista de las cosas que podría saber, y lo que nosotros debíamos saber para contrarrestarlo. No las enlistaré acá porque fue bastante larga.

Disposición a romper la ley. Estaba claro que la ley no era parte de las reglas del juego para él. O no tenía miedo de ser capturado, o tenía la certeza de que nunca sucedería.

Después de que analizamos a David, nos estudiamos a nosotros mismos. Primero, nuestras debilidades:

Conocimiento. No teníamos, ni por cerca, la amplitud de conocimiento que David tenía. No solo conocimiento acerca de cosas como arreglar una tubería, sino también conocimiento acerca de David: quiénes eran sus amigos, en dónde trabajaba, con quién hablaba… Tendríamos que comenzar a aprender como locos para tratar de estar informados.

Dinero. Ya no me quedaba dinero. Clark estaba limitado porque acababa de gastar un montón en ese televisor de plasma que nos había robado.

David sabía en dónde vivíamos. Planeábamos ofertar el arrendamiento de nuestro departamento tan pronto como fuera posible. También conocía nuestros autos, pero no había nada que pudiéramos hacer al respecto hasta que nos mudáramos y tuviéramos el dinero para comprar un auto chatarra que pudiéramos utilizar cuando lo necesitáramos. Sin importar hacia dónde nos mudáramos, si David podía encontrar nuestro auto, nos podría seguir a casa.

Katie. Si David decidió cambiar las reglas y usar a Katie como motivación, podría ser que tuviéramos que repensar todo.

Miedo. Clark y yo sabíamos en el fondo que David nos aterrorizaba MÁS de lo que nos enfurecía. Hubiera preferido alejarme que cobrar venganza. También teníamos miedo y estábamos indispuestos a hacer muchas de las cosas que David ya había hecho.

Estas eran nuestras fortalezas:

La ley estaba de nuestro lado siempre y cuando mantuviéramos las cosas dentro de lo que es legal.

El crédito de Clark. Hasta ahora, David no había atacado a Clark como lo hizo conmigo, así que podíamos tomar medidas preventivas para protegerlo.

Empleos. Ambos teníamos empleos y, por lo tanto, podíamos ganar más dinero. A menos que David encontrara la manera de hacer que nos despidieran. Necesitábamos pensar en una manera para proteger nuestros empleos de David.

La Comisión Federal de Comercio, el cuerpo de policía, el Gobierno; estas entidades, con todos sus recursos vastos, estaban trabajando de nuestro lado en mi robo de identidad. Pensamos que era probable que pudieran enlazar a David con ese crimen.

Al ver la yuxtaposición de todas estas fortalezas y debilidades de ambas partes, parecía una comparación pareja, en prospecto. Pero solo pensar en tratar de oponernos a David nos hacía sentir como si nos enfrentáramos contra un enemigo imposible.

Nos sentamos para comer nuestro desayuno y continuamos discutiendo lo que íbamos a hacer. Ambos nos reportamos como enfermos en el trabajo para que pudiéramos empezar las preparaciones.

—Muy bien, he publicado ofertas de nuestro arrendamiento en Craigslist —dije, bajando el teléfono. Clark estaba olfateando el aire con un semblante de confusión. Se inclinó y olió su cereal.

—¿Esto huele mal para ti? —me preguntó. Yo lo olfateé.

—A mí me huele a cereal.

—Umm. A mí me huele mal. —Vertió el cereal en el lavado.

Clark se sacó su teléfono para llamar a Equifax, haciéndoles saber que quería congelar su crédito por noventa días. Cuando esos noventa días hubiesen culminado, llamaría de nuevo y de nuevo hasta que este asunto fuera resuelto, con tal de proteger su crédito. Aún teníamos acceso a su tarjeta de crédito con un límite de tres mil dólares, pero no se le podía aplicar crédito nuevo.

Luego pasó a cada cuenta que tenía por internet y cambió cada contraseña por caracteres aleatorios. Se registró en un gestor de contraseñas por internet y puso sus contraseñas ahí, las cuales fueron guardadas como archivos encriptados. Si esta compañía era hackeada, el hacker podría crackear los archivos con tiempo, claro, pero era lo mejor que podíamos hacer.

La única cuenta que no puso en el gestor de contraseñas fue la información de su cuenta de banco. Escribió la mitad de su usuario en un trozo pequeño de papel y la otra mitad en un segundo papel. Hizo lo mismo con su contraseña. Los escondió en lugares seguros alrededor de la ciudad. Sabía que tenía que ser en algún lugar en el que las personas no los tocaran por meses y en el que no fueran dañados por irrigadoras o lluvia. No sé en dónde los escondió, pero me aseguró que estaban a salvo. Seríamos una causa perdida si David obtenía acceso a la información bancaria de Clark.

Mientras hacía eso, terminé nuestros inventarios para entregárselos a la policía. Una vez que la estación había abierto, condujimos ahí y esperamos pacientemente en la estación a que nos atendieran. Cuando nos llamaron, tomamos asiento y le contamos al oficial acerca del robo y de la entrega del inventario que teníamos pendiente.

—Tenemos un sospechoso —dije finalmente.

—Muy bien. ¿Quién?

—Su nombre es David King. Solía ser un amigo mío, pero ya no lo sigue siendo.

—¿Qué sucedió? —inquirió, escribiendo el nombre.

—Recientemente, me robaron mi identidad. Sospecho que él está detrás de eso. Si robó mi identidad, es probable que se metiera a mi casa también. Me odia.

—Bien, pero ¿qué pasó exactamente para que dejaran de ser amigos?

Vacilé. No sabía cómo explicar la situación. Si alguien puede pensar en una mejor manera para explicárselo a un policía, háganmelo saber.

—Tuvimos una pelea grave y amenazó con arruinar mi vida.

—¿Cuándo fue esta pelea?

—Hace más o menos un año.

—Y crees que te robó tu identidad e irrumpió en tu hogar hasta ahora… —clarificó el policía incrédulamente—. ¿Tú eras amigo de él? —preguntó, gesticulando hacia Clark.

—No, soy su compañero de piso —contestó Clark, señalándome.

—Bien, muchachos —El oficial suspiró, echándose hacia adelante—. Gracias por el consejo y por sus inventarios. Vamos a investigar esto como cualquier otro crimen, y haremos nuestro mejor esfuerzo. ¿Pueden darme copias de sus licencias de conducir y números de teléfono para que pueda contactarlos si tengo preguntas?

Le entregamos nuestras licencias y escribió nuestros números en un archivo.

—Ya regreso —dijo, llevándose nuestras licencias para hacer copias.

Nos vimos el uno al otro por un momento, tomando un respiro hondo.

—No nos cree —dije, resignado.

—Encontraremos evidencia —me alentó.

Habían pasado cinco minutos. Luego diez. Entonces el oficial regresó con otros dos oficiales a sus costados.

—¿Clark Ulysses? —preguntó.

—¿Sí? —replicó Clark, confundido.

—Estás bajo arresto por vandalismo y por violar propiedad privada.

Ambos oficiales lo flaquearon y lo pusieron de pie. Yo observé a los policías, desconcertado, y los ojos de Clark se ampliaron.

—Cuando iba a fotocopiar sus licencias —explicó el policía, sosteniéndolas frente a nosotros—, revisé sus antecedentes. Anoche, alguien hizo una denuncia de que tú habías ido a su hogar y pintaste «LADRÓN» en su casa, y que luego lo atacaste cuando salió para detenerte.

Quedé boquiabierto. Hijo de puta.

—David King, a quien acaban de recomendar como sospechoso, fue quien lo reportó. A mí me parece que estás tratando de desacreditarlo antes de que él te reportara. Supongo que te ganó. Léele sus derechos —le ordenó a otro de los oficiales.

—Esperen —dije, parándome—. Un momento, ¡yo también estaba ahí, no solo fue él! —Clark me negó con su cabeza muy ligeramente. ¡No! ¡No iba a dejar que asumiera la culpa por esto!

—King explícitamente declaró que solo hubo un vándalo, y que vio al señor Ulysses escabullirse por la casa y rociarla por su propia cuenta. Sé que estás tratando de proteger a tu amigo, pero no juegues con tu vida, niño.

Uno de los oficiales le comenzó a leer a Clark sus derechos Miranda en tanto lo esposaban, y lo escoltaron hacia la puerta que conducía al procesamiento de delincuentes.

—¡Llama a mi mamá para la fianza! ¡Saldré dentro de poco! —gritó Clark por encima de su hombro—. ¡No lo dejes ganar!

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La traducción al español (y edición ligera) pertenece a esta página. Fue escrito en inglés por harrison_prince:
https://reddit.com/r/harrisonprince/

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