Fui el primero en ver un ángel caído.
Estaba observando las estrellas en mi patio trasero, cuando una luz brillante atravesó el cielo y, unos momentos después, Gabriela golpeó mi patio.
Era bastante alta; tuve que usar dos colchones para su cama y mover casi todas las cosas en mi sala de estar para hacer el espacio en el que pudiera dormir. Estaba herida gravemente. Algo le había dado mordiscos enormes en su pecho y sus ojos habían sido extirpados, mientras que una de sus alas fue arrancada. Pasó la mayor parte del tiempo inconsciente, y el resto fue un balbuceo en una lengua desconocida.
Solo me habló dos veces, una vez para decirme su nombre y otra más para responder una pregunta que le había hecho. «¿Cómo te lesionaste, Gabriela?», le había preguntado. «Guerra», me contestó. Murió unas horas después de eso.
En los días siguientes, más y más ángeles cayeron desde el cielo. Sin embargo, estos ángeles ya estaban muertos —sus cuerpos mutilados, a veces tan extensamente, que no hubiéramos estado seguros de que eran ángeles de no haber sido por sus alas y tamaño—. Para nuestra sorpresa, pese a que muchas personas entraban en pánico, la paz como un todo fue mantenida, y solo tomó unos cuantos días antes de que los buses y trenes estuviesen funcionando de nuevo.
Cuando la lluvia de cuerpos del cielo se detuvo, las personas estaban deleitadas. Cuando grietas descomunales empezaron a aparecer en la tierra, dejaron de estarlo. Cuando fuego y lava comenzó a burbujear a través de las grietas, las personas se apresuraron a monasterios, iglesias, mezquitas y templos —a cualquier parte en donde creían que podrían encontrar respuestas—. Cuando la tierra rugió, y las grietas se abrieron para escupir una horda de demonios, finalmente lo entendimos.
Verás, todos los demonios estaban muertos. Sus cuerpos habían sido mutilados, al igual que los ángeles. Pensé que el Cielo y el Infierno sostenían una guerra mutua, pero en realidad estaban luchando juntos. En contra de algo más, algo peor.
Y había ganado.
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1 comentario
Como cuando le temias miedo al diablo y es el que junto con Dios quizo defenderte todo este tiempo…
Si se los come a ellos,ni imaginar lo que nos harían…
En ese caso mejor me baño en el mejor vino que existe, por lo menos seré más delicioso