Pueblo perdición

Este es mi primer post y la autoría de la siguiente historia es mía

Corría la madrugada de un frío y lluvioso Otoño,una pareja madura y su hijo se dirigían a lo que serían unas vacaciones perfectas
Las 3 personas viajaban abordo de una camioneta, muy vieja y con poca seguridad, decidieron tomar el viaje durante la noche así, no habría mucho tránsito.
Llegaron así, a una zona de montañas, árboles y neblina, la camioneta se detuvo en medio de la carretera, era de madrugada y todos tenían de que preocuparse…
Empujaron el automóvil hasta la orilla de la carretera donde un árbol le hacía sombra, fue justo entonces que el padre observo un anuncio que decía: «Pueblo perdición»
a 1 km, ¿Qué raro nombre no? dijo la madre. El padre era algo inquieto y no quería esperar a que amaneciera, así que tomó una lampara y le dijo a su hijo que lo acompañara a pedir ayuda.
Obviamente, la madre preocupada les dijo que todos debían esperar hasta el amanecer, pero nadie escucho y el hijo apoyó la idea de ir durante la madrugada en busca del
dichoso pueblo perdición. La madre asustada decidió esperar dentro del coche, mientras veía a su esposo y a su hijo desaparecer en medio de la noche.
Pasaron las horas, la carretera estaba más que desierta, ningún carro el cuál pudiera socorrer pasaba.
Poco a poco la señora iba callendo en el sueño, habían pasado unas 4 horas desde que su marido se habría marchado, abrió los ojos y vio dos sombras que se aproximaban,
la sonrisa de la señora retornó a su rostro.Cuando más se acercaban aquellas figuras notó que no, no era su esposo ni su hijo, sino dos personas en estado de ebriedad que
caminaban en medio de la carretera ella muy asustada puso los seguros al auto y trató de esconderse para que no la notarán, los individuos sólo dejaron una bolsa negra encima del cofre de la camioneta
ella decidió no salir, presintiendo que los dos individuos volverían así que se quedo dentro del carro mirando la bolsa hasta quedarse dormida. Amaneció y ella despertó, sin más, salió del coche
a disponer abrir la bolsa… La abrió y… Vaya sorpresa…
Eran las cabezas de su hijo y su marido.

Es mía.

Luis Fernando