La sed

No ha sido un día fácil. Todo el estrés me provoca esta ansiedad, y precisamente en la noche. Una vez más, la necesidad, la sed. Tengo que hacerlo, iré por ella, y sé dónde hallarla.

Voy a su encuentro sin hacer ruido; la oscuridad es mi aliada ahora. Abro la puerta y la luz me ciega momentáneamente. La veo ahí, reposando. Otra rubia, como me gustan. Un movimiento rápido basta para tenerla a mi merced, y ahora debo hacer la parte difícil: tuerzo su cuello, y ella hace un sonido que ahogo con mi mano.

«Tengo que beberla», pienso, y lo hago. Dirijo mi boca al principio de su cuello y me bebo el néctar de su ser hasta que no queda más.

Ahora tendré que ir por otra. No, por otras, ya que la sed no puede ser saciada solo con una.

La tristeza me invade. Mi esposa me ha descubierto y me ha prohibido salir por más cervezas…

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Creación propia

Yrvoz

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13 comentarios

Naah… Solo con saber que la luz se encendió al abrir la puerta y que la «víctima» era rubia era obvio que era una cerveza en el refrigerador

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