Haz que el primer tajo valga la pena

Joy alzó el hacha de su padre, la pivotó en un arco amplio encima de su hombro y la enterró en el tronco de maple. Las fibras finas como papel rechinaron y asimilaron el hacha casi por completo. Ella golpeó la cabeza con un martillo de bola.

—¡Vamos! —dijo su padre—. No deberías necesitar una muletilla. Haz que el primer tajo valga la pena.

Joy se inclinó para recoger otro tronco y su padre la coscorroneó al reverso de su cabeza. Ella se mordió el labio inferior, sus ojos se humedecieron y puso el leño en el tocón. Sus dedos estaban adormecidos por el frío.

—Haz que el primer taje valga la pena, maldición —dijo él—. A no ser que quieras morir congelada este invierno.

Joy envolvió sus dedos adormecidos en el mango del hacha, la haló hacia atrás de su hombro y la dejó caer.

Su padre aulló, y el leño se desmoronó.

—¡Ahí lo tienes! —dijo—. De un solo golpe. Mantén tus hombros firmes, pero tus brazos sueltos. Esa es mi chica.

Su padre sacó un trapo de su bolsillo y lo puso en su cara. La peste del combustible hizo que la nariz de Joy hormigueara. Su padre tomó dos respiros hondos y guardó el trapo.

—Está bien —dijo él—. Unas cuantas docenas más de hachazos como ese y puedes dejarlo por hoy. ¿Quieres un respiro del trapo?

Joy negó con la cabeza.

—Estarás bien aquí —dijo su padre—. Estás lo suficientemente al norte como para que no te molesten. Y si alguno de ellos llega hasta aquí arriba, tienes la escopeta. Tienes las comidas preparadas para atravesar el invierno, y luego crecerás un jardín en la primavera. El lago está a solo unos cientos de metros, así que el agua nunca será un problema. Puedes pescar, y te dejé mis trampas.

Joy sabía que había lágrimas recorriendo su cara, pero no las podía sentir en sus mejillas entumecidas.

—Oye, esto se tiene que hacer. Me marcaron cuando fuimos a Chicago. Ya puedo sentir el cambio asomándose. Terminemos antes de que te canses demasiado. Aún tienes mucha leña que cortar.

El padre de Joy preparó el trapo de nuevo. Lo aspiró cuatro o cinco veces, se arrodilló en el lodo, y colocó su cabeza sobre el tocón.

—Te amo —le dijo—. Por favor, haz que el primer tajo valga la pena.

Joy levantó el hacha y tragó la bola gruesa de flema que se abultaba en su garganta. Se llevó el hacha hasta su hombro.

—Esa es mi chica —dijo su padre.

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La traducción al español pertenece a esta página. Fue escrito en inglés por GreensburgZombie:
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