Etérea

Hola, mi nombre es Brenda y en ocasiones desaparezco. Solo sé mi nombre, y que tal vez mañana al levantarme no recuerde ni eso. No consigo recordar nada más. No sé si tengo familia o si alguna vez he tenido una vida.

Desaparezco y me vuelvo etérea, incorpórea, traslúcida…. Me gusta visitar sitios donde haya mucha gente. Es tan fácil como concentrarse en una persona y conseguir ver a través de ella, en sus emociones, en sus pensamientos y en sus recuerdos.
Son personas al azar que me llaman la atención por un motivo u otro. Gente corriente que encuentro en la calle, en el mercado, en el parque …No es que me sienta orgullosa de la condición  en la que me muevo últimamente pero solo así consigo sentirme un poco humana, con algo de energía para poder caminar. Al principio solo lo hacía en contadas ocasiones, pero pasado un tiempo soy como un vampiro  al que no sacia nada. ¿Y ellos? No parecen notar mi presencia en el momento. Luego, pasada mi intrusión, notan ese penar, esa sensación de pérdida y confusión inexplicable. Y yo consigo sentirme aún más culpable por ello.

En otras ocasiones me gusta visitar a gente a la que veo cada día. Son por llamarlos de algún modo mis habituales. No sé bien porque pero comienzo a caminar y siempre voy a parar donde están ellos. Es como si su energía me llamara de algún modo. Porque no todas las energías me proporcionan el mismo resultado. Algunas me llenan de felicidad y otras me dejan triste y apagada.

A las tres me subo siempre al mismo autobús, todos los días en la misma parada. En la esquina de independencia con Ignacio Allende se sube el. Es una chico galante, de unos 19 años. Sube las escaleras cansado y se sienta en el mismo asiento. Si, realmente es muchacho más apuesto que he visto, pero no es eso lo que más me llama la atención de el. Son sus bonitos ojos ojerosos, tristes y ausentes, pero igualmente bonitos. Y esa forma de sujetar que tiene el libro que lleva siempre consigo, como si su vida dependiera en ello. Es un libro de cuentos infantiles, demasiado infantiles para el a mi parecer. Sus recuerdos están plagados de esos cuentos. Algunos días de sus ojos brota una lágrima, una sola lágrima que produce en mí un extraño sentimiento. Que no daría yo por saber a quien va dedicada  y que no dejaría de dar por sentir que cae por mí. Tengo ganas de consolarlo…pero siempre llego tarde, cuando me decido ya no esta. Ha bajado en su destino y lo veo alejarse despacio  con su caminar cansado y lento.

A las cinco voy al mismo parque. Es un parque enorme lleno de columpios y flores. Justo al fondo hay unas pistas de fútbol. Tras esperar sentada una media hora en un banco los veo aparecer. El mismo grupo de niños y niñas que juegan un partido a las cinco y media. Entre ellos destaca una niña de unos ocho años. Es una pequeña alegre, rebosante de energía. Es la mejor de su equipo aunque se le dan mal las matemáticas. De mayor quiere ser como su padre. La niña corre incansable detrás de la pelota y yo le animo en silencio. Me gustaría decirle que no se rinda nunca, que corra así de libre por la vida y no deje que nadie le diga lo que tiene que hacer. Sin duda conseguirá todo lo que se proponga en la vida. Cuando acaba el partido durante un momento se queda con  la mirada quieta en un punto fijo, expectante como si buscara en ese rincón de la pista a alguien que no ha llegado o esta por llegar. Lo curioso es que en ese mismo rincón estoy yo, entonces por animarla levanto la mano y saludo. Y ella sonríe, sonríe y vuelve a ser la misma niña inagotable. Y vuelve a correr…

A las siete llego a la misma casa. Es el único lugar que visito donde nunca hay nadie. Aunque me cansa en exceso no lo puedo evitar. La casa esta llena de polvo y de ropa tirada por los suelos. Hace mucho que nadie abre sus habitaciones  y aunque hay signos de que vivan niños nunca los veo. Es como si sus habitantes, como en mi caso, se hubieran olvidado de su existencia.  Se que no es fácil compararse a una casa pero es así como me siento, deshabitada. Sin duda es una buena casa, llena de vida, pero sus ocupantes están consiguiendo que poco a poco la vaya perdiendo.

Y  el final del día es para ellos.
En esa pequeña sala de hospital solo se oye el sonido de las máquinas que la mantienen viva y el llanto de el. Apoyado en la cama y tomándola de la mano su llanto me llega al alma. Sus recuerdos son desordenados y confusos. Soy incapaz de comprender tantas emociones. El hombre no tiene recuerdos o están revueltos, es como mirar en un recipiente con piedras de muchos sitios diferentes, también observo oscuridad y cosas malas. En ella solo veo dulzura y amor, mucha preocupación porque no quiere dejarlo solo…
Esta visita normalmente me deja agotada y me obliga a marcharme a descansar.

Al día siguiente todo se repite de nuevo. Y al siguiente .La única diferencia es mi cansancio. Cada día me siento un poco más debilitada. Y mayor es mi dependencia hacía mis “paradas habituales”. El tiempo que les dedico es cada vez mayor y eso poco a poco me va consumiendo. En el fondo se que el tiempo se esta acabando, pero no se que tiempo. Es todo muy confuso.

Hoy en el hospital no lo veo. El hombre no esta en lado la cama. Y ella permanece quieta e impasible. A veces me resulta familiar. Pero por más que lo intento no consigo recordar nada. Lo busco y lo encuentro en otra sala de espera. Tiene la mirada quieta, los ojos tristes y su respiración es cortada, piensa en como dar la mala noticia a sus dos hijos.

Esta sufriendo por ellos, cree que su hijo mayor no lo aguantará, que no soportará perderle así. Solo ha podido parar sus pesadillas con aquel viejo cuento que le leía su madre. Tendrá que buscarle un psicólogo que consiga que se sienta mejor. Todos tendrán que ir. Y su hija, dios santo, su pequeña no sabe nada, piensa que su madre esta muy ocupada trabajando. Tan ocupada para no ir a verla jugar al parque cada día como solía hacer. Pero sobretodo lo que más le preocupa es como enfrentar la vida sin su amor, sin esa mujer que durante quince años le hizo el hombre más feliz del mundo y le dio a dos hijos maravillosos. Como poder transmitir su recuerdo a ellos para que no la olviden. Y en como volver a  su casa  después de semanas sin hacerlo, solo, sin ella. Un gruñido escapa de su boca seguido de un rugido de dolor. Tal es su desesperación que no consigo calmarlo. No escucha mis palabras de consuelo. No consigo abrazarlo… Vicente, ese es su nombre y sus hijos son Mara y Saúl. El sabe que no hay marcha atrás que hoy antes que acabe el día desconectarán a su esposa y desaparecerá para siempre. Tal es su dolor que acaba desmayándose.

Por lo demás….

Hola, mi nombre es Brenda y en ocasiones desaparezco….

Eteréa

Creación Propia

Orihime

Soy una niña tierna y sencilla que se asusta muy fácil y que cree en muchas cosas sobrenaturales. Mi abuela era curandera y mi abuelo santero, el unico recuerdo que llevo de ellos es una sirena de plata que llevo siempre como amuleto y que me ha dado suerte y protección.

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