Esto no traerá nada bueno

«Esto no traerá nada bueno», refunfuñó el viejo Benjamín cuando la huérfana hambrienta fue contratada por el granjero durante un otoño más duro de lo que nadie podía recordar, incluso Benjamín mismo, quien casi tenía cien años. Su mente era mordaz, pero su lengua lo era aún más; les hizo saber a todos que la chica debía ser abandonada en el frío de la intemperie, dado que era demasiado pequeña como para ser de mucha utilidad. «Además», se quejó Benjamín, «algo no está bien con sus ojos quietos y silenciosos, y su mirada sombría y extraña. Es mejor echarla lejos de aquí».

Desde que el joven granjero había heredado esa tierra de su padre, las cosas en su granja terminaban mal siempre que había una mujer cerca. Pero el granjero sonriente ya le había hecho una cama en su hogar, y comenzó a referirse a ella como «Botón de Rosa».

Para ser justos, Benjamín dejó de hablar mal de la chica más allá de esas cinco palabras hirientes: «Esto no traerá nada bueno», pero solo porque todos los demás se burlaban del mantra del anciano, que era murmurado por la mañana, tarde y noche. Benjamín era respetado por sus colegas del campo, puesto que labraba la tierra tan bien como cualquiera, pero ninguno disfrutaba de su compañía ni acudían a su consejo. Sobre todo el granjero, quien en realidad pensaba muy poco en el anciano, y cuya mente estaba absorta en su huésped singular. Pues el granjero adoraba a Botón de Rosa, quien pronto comenzó a jugar con las muñecas costosas que una vez le pertenecieron a la hija recién fallecida del granjero.

Pese a que la niña daba brincos alegremente con vestimenta lujosa e inconfundible, Benjamín frunció el ceño y negó con su cabeza. «Esto no traerá nada bueno».

Benjamín fue el único que se negó a poner un pie dentro de la casa de granja para la gran cena navideña, confinándose con mala cara a la parcela de su cobertizo deteriorado, a pesar de que ese año servirían pata de cerdo, su platillo favorito. Fue el primer festín de tal escala desde la muerte súbita de la esposa del granjero hace tres años. Mientras Benjamín deambulaba y tiritaba bajo el alero de su hogar ruinoso, y pese a que Botón de Rosa cantaba villancicos con la voz más dulce que había escuchado, reiteró: «Esto no traerá nada bueno».

Su sola presencia lo ofendía. Las cosas habían estado bien, tranquilas y silenciosas, desde que la hija del granjero fue tendida en su tumba el verano pasado. Mientras Benjamín observaba a Botón de Rosa a través de la ventana brillante sentada como una princesa al lado del granjero, y cuyos ojos estaban encendidos con júbilo y encanto, el anciano se dio cuenta de que la chica verdaderamente había devuelto el terror a la granja. El mal acechaba, ganando tiempo.

«Esto no traerá nada bueno».

Y tuvo razón, pues esa noche, después de que todos los demás obreros se habían ido a casa ebrios, Benjamín escuchó gritos cercanos. «Ahora sí, es suficiente», suspiró. Agarrando su guadaña con nudillos ásperos y rígidos, irrumpió en la granja, siguió el rastro de botellas de vodka vacías y muebles rotos que conducían a la alcoba decorada finamente de Botón de Rosa, y partió al granjero casi por la mitad antes de que el animal pudiera matar de nuevo.

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La traducción al español (y edición ligera) pertenece a esta página. Fue escrito en inglés por Hack_Shuck:
https://reddit.com/user/Hack_Shuck/submitted/?sort=top&t=all

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5 comentarios

Ah lo que yo entiendo, es que a él no le gustaba que la niña estuviera ahi, porque iba a ser la próxima víctima del granjero,que ya había asesinado a su esposa e hija. Luego dijo: ahora es suficiente, así que decidio acabar con el monstruo.

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