Esta historia acaba con un doble homicidio

«Había una vez un mendigo con una uña encarnada en su pie. Tenía un cachorro pequeño que iba con él a todos lados. Los dos eran muy felices juntos, pero la uña estaba hiriendo al mendigo. Un día, fue al doctor para removerla, pero, para su asombro, ¡la uña había aumentado su tamaño!».

«El doctor le dijo al mendigo que remover la uña ahora sería extremadamente doloroso, así que el mendigo la dejó ahí. El único problema era que la uña empezó a causarle más dolor al caminar, y sangraba mucho con frecuencia. Para lidiar con esto, el mendigo había colocado a su cachorro en el suelo en vez de cargarlo, y tenía que ver cómo su pobre cachorro se hería sus pies en el concreto áspero».

«Un mes después de su consulta, la uña se hizo tan grande que perforaba su tobillo. El pobre mendigo sentía tanto dolor que no podía caminar —solo arrastrar los pies—, y el doctor le dijo que era demasiado tarde para removerla. Las patas del cachorro también estaban raspadas y sangraban, y le era difícil caminar. El mendigo lo tenía que cargar, y su peso le causaba aún más dolor».

Detuve mi cuento, escuchando con cuidado. En la otra habitación, podía oír a mi esposo roncando sonoramente. Suspiré, aliviada.

—¿Por qué no se quitó la uña desde el comienzo, mami? —me preguntó mi hijo con curiosidad; sus ojos inocentes se ampliaron, obsevándome—. ¿Y por qué carga al cachorro a pesar de que le hace daño?

Le sonreí, conteniendo las lágrimas, a medida que él abrazó mis brazos. Mis moretones estaban bien escondidos debajo de mi camisa manga larga, y me limité a resistir mis sollozos.

—No lo sé, cariño. Ahora a dormir.

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