Escondido

—¡¿En dónde estás?! —grito.

Entrando en pánico, corro por la granja abandonada. No la puedo encontrar. No está en la casa vieja. No está en el granero.

Corro hacia el campo vacío; mi corazón se acelera. A medida que escaneo el área, corro por un montículo de tierra y me tropiezo, cayendo en el suelo.

Levantándome, me llega. Granja abandonada; me caí sobre tierra labrada recientemente.

Me agacho y empiezo a cavar con mis manos, agitado. Sacando puñados de tierra, toco algo duro. Madera.

—¡¿Estás ahí?! —exclamo, presionando mi oreja contra la madera. Escucho quejidos ahogados.

Comienzo a excavar de nuevo, pero me doy cuenta de que está tardando demasiado. Tras mirar a mi alrededor, distingo un cobertizo. Corro a toda velocidad hacia él, derribando la puerta raída. Veo una pala aún cubierta en mugre. Probablemente la misma con la que el bastardo la enterró. La agarro.

Regreso y excavo con determinación. Dentro de poco, el cajón de madera está expuesto. Tiro la pala y lo abro.

Ella me devuelve la mirada con sus ojos dilatados. Atada. Amordazada. Pero viva. Suspiro; Gracias a Dios. Llevo una mano a mi mochila, sacando un trapo con cloroformo. Me pongo en cuclillas y lo coloco sobre su rostro. Ella se resiste. Se desmaya. La cargo por encima de mi hombro.

…

—¡Ay, carajo! —dice mi hermano en tanto me dirijo al camión con una sonrisa victoriosa—. ¡La encontraste!

—Ajá. ¡Pero casi me engañas! —Río.

—Está bien. Mi turno. ¿En dónde la pusiste?

Gesticulo hacia el área del arroyo.

—En alguna parte por allá.

—¡Cabrón! —dice, corriendo. Sonrío mientras lo veo irse. Amo las escondidas para adultos.

===============

Anterior | Todos los Creepypastas | Siguiente