El Salvaje

Desde que los Españoles conquistaron nuestras tierras y poco a poco se fue extendiendo la población a lo largo y ancho de nuestro  país, se ha hablado de misteriosas criaturas que habitan en los parajes inhóspitos, de seres asombrosos que guardan celosamente los tesoros que la naturaleza ha creado o ha dejado ocultos, lejos de las manos de los hombres. Algunos de estos seres, según se dice, custodian el ambiente donde llevan su pacifica vida; Pacifica hasta que sus dominios son profanados.

Se cuenta que existió en los mas profundo de las selvas un gigantesco ser conocido como El Salvaje. Era una especie de gorila, muy peludo, tenia los pies al revés y hacia un enorme estruendo al derribar los arboles y ramas que estorbaban su paso. No tenia la posibilidad de doblar su cuerpo por la cintura, pues en su vientre, según se decía, tenia una enorme abertura que dejaba ver sus entrañas. Era el habitante mas terrible de la selva, las balas no podían herirlo. (En algunos poblados cercanos a la selva se habla de que hay manera de embaucarlos para poder cazar alguno de estos, pero se dice que esto trae muy mala suerte.)

Los cazadores que valientemente se atrevían a buscar a esta bestia acababan siendo devorados, ya que cuando notaban el gran tamaño de sus huellas preferían abandonar la cacería. Pero debido a que El Salvaje tenia los pies al revés, al tratar de alejarse de su rastro, acababan encontrándose con el. Mucha gente murió en  su búsqueda.

Los grandes brujos de esos tiempos decían  que era un enorme amuleto  para la suerte y que solo la música podía apaciguarle.

Con estas suposiciones, un valiente joven, de nombre Rubén, se atrevió a ir en busca de El Salvaje. Era una noche cálida de verano cuando este joven llego a las profundas selvas del sur de su pueblo. Acampó en medio de la espesura y decidió esperar a que la bestia apareciera.

Al amanecer, Rubén despertó con los rayos de sol que se colaban entre las ramas de aquellos arboles. Grande fue su sorpresa y sobresalto al descubrir que ante el se hallaba el tan temido Salvaje. Rubén sintió un estremecimiento por saberse a total merced de aquella criatura, que solo lo miraba con extrañeza, como tratando de adivinar que era o que estaba haciendo allí. El joven se sintió atemorizado. Trato de levantarse muy lentamente, pero al percibir al movimiento, aquel ser dio un potente rugido que hizo estremecer a toda la selva. Rubén salio corriendo despavorido, pero atino a tomar en sus manos una guitarra que llevaba consigo.

El Salvaje, enfurecido, comenzó a rugir aún más fuerte, arrancando los arboles a su alrededor para tratar de encontrar al joven, quien corría de un lado a otro tratando de no ser descubierto y recuperándose de la sorpresa. Al fin llego a un pequeño paraje donde había una gran roca y se sentó a tocar la guitarra como si no pasara nada.

Cuando el monstruo llego al sitio donde Rubén estaba sentado, se quedo de una pieza, mirándolo, totalmente desconcertado. El joven interpretaba una alegre melodia sin hacer caso -Aparentemente- de la bestia, que comenzó a moverse al ritmo de la música.

La canción iba subiendo de tono y la criatura se revolcaba de risa cada vez mas y mas. Cuando El Salvaje estuvo tirado en el piso, entre carcajadas, sosteniendo las tripas que amenazaban salir de su abierta piel, de súbito Rubén soltó la guitarra y saco un filoso cuchillo. sin dar tiempo a nada mas, decapito a la criatura.

La noticia de que el joven, Rubén, había cazado al salvaje, corrió como reguero de pólvora por todo el pueblo. los habitantes de la selva no parecían muy alegres con la noticia, pues presagiaban calamidades.

Por su parte, Rubén había sido alabado por la gente del pueblo, que ahora lo respetaba por su valor y fuerza al haberse encargado el solo de tan temible bestia. Recibió muchos regalos y se caso con la mujer mas hermosa de aquel lugar.

Al pasar algunos días, comenzaron a suceder ciertas desavenencias en el pueblo.

Una gran sequía azoto el lugar y todas las cosechas se malograron. La pequeña presa no pudo dar abasto a la gente porque, inexplicablemente, el agua se echo a perder, como si se pudriera. Los niños enfermaron y  maldecían. Las personas no tenían alimento y comenzaban a maldecir su suerte.

Algunas personas, llenos de envidia, culparon a Rubén de todos los males, pues afirmaban que por haber matado al Salvaje, habían ocurrido todos esos problemas.

La gente se convenció de ello y una noche partieron hacia la choza del joven, a orillas de la selva. Iban con antorchas y machetes, llenos de furia contra el causante de las calamidades.

Rubén se hallaba en su casa cortando leña, cuando  vio llegar a la muchedumbre enfurecida. Corrió a encerrarse, pero comenzaron a quemar su choza y tuvo que salir de ella a toda prisa, junto con su mujer.

La gente, que se  hallaba en tremendo frenesí, los amarro y los quemo allí mismo, en medio de un macabro ritual.

De nada sirvió la muerte del joven y su esposa. Las cosas no cambiaron durante mucho tiempo, así que desde entonces, la gente de estas zonas respeta religiosamente la selva y todo lo que en ella habita, pues se sabe que atentar contra la naturaleza puede ser desafortunado y fatal.

Esta historia me la contó mi abuelo, que es una persona la cual vive en una zona muy similar a la de la historia que aun y por fortuna ha sido respetada por la urbanización.

De cualquier manera, haya existido o no El Salvaje, por alguna razón, sigue siendo primordial para estas personas que la naturaleza se respete, y están dispuestos a defenderla hasta con su propia vida.

Creación propia

Luis Del Pino

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