¿No es triste cómo en estos días ni siquiera puedes darle un caramelo a un niño sin captar miradas acusadoras, como si fueras un pedófilo? Pues, decidí que no le daría importancia a sus miradas. La satisfacción de saber que acabo de alegrarle el día a un niño vale la pena.
A veces, los padres sonríen y le piden al niño que me agradezca. Pero, la mayoría de las veces, me dicen «no, gracias», me regresan el caramelo y se alejan con su hijo. Ante eso, les contesto: «Me lo comeré primero», y procedo a comer uno para demostrarles que no hay nada que temer. Algunos padres se disculpan y aceptan el regalo, mientras que otros siguen su camino.
Hoy le ofrecí un caramelo a un niño de cuatro o cinco años. Su madre me ordenó, con voz indiferente: «Aléjate de mi hijo». Como era habitual, me comí el caramelo frente a ella.
Unos segundos después, a medida que el veneno se esparcía por mi cuerpo, me di cuenta de que había olvidado tomar el antídoto por la mañana.
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3 comentarios
LOOOOOOOOOOOOOOOOOL
ja cemamut
ay por dios me maté de risa me tuve que tapar la boca para que nadie me escuchara en la pieza de al lado LOOOL XD :v pobre tipo