El miércoles pasado, noté que mi gata estaba actuando un poco extraño.
Shelley nunca había sido el tipo de gato que se esconde, y probablemente es la única gata del planeta que aborrece absolutamente cualquier clase de caja. Nunca antes había realizado un acto de desaparición.
Pero, el miércoles pasado, Shelley simplemente se esfumó..
La busqué por todas partes. Cuando al fin la encontré, estaba detrás del sofá, metida en una caja del tamaño de un microondas. Cuando abrí las tapas sueltas, la cabeza de Shelley sobresalió de la abertura. Me dio un vistazo, y, con un maullido altanero, se desenroscó de su prisión de cartón y saltó sobre el reverso del sofá.
Fue raro, y más que un poco inquietante
Al día siguiente, Shelley había desaparecido de nuevo. Esta vez, la encontré enrollada en la caja del tostador nuevo.
Los días siguientes transcurrieron más o menos de la misma manera. Shelley desaparecía durante el día, solo para reaparecer en una de las tantas cajas que yacían por la casa.
Ayer, después de encontrar a Shelley en otra caja más, el personal de mantenimiento llegó con el refrigerador nuevo. Les pedí que dejaran la gran caja en el pasillo principal, y que la sacaría para el camión de basura al día siguiente.
En algún punto de la noche, me desperté por un sonido de barrido en mi habitación. Al levantarme, noté que ya no estaba solo.
La cosa en la esquina de la habitación tenía la forma de una persona, pero sus brazos eran demasiado largos, su cabeza demasiado grande. No produje ni una maldita idea de lo que era, pero definitivamente no era humano. Con un grito no propio de un adulto masculino, salté de la cama y me aceleré hacia el pasillo. A medida que descendía las escaleras a una velocidad precipitada, escuché a la cosa desplazarse detrás de mí, y me di cuenta de que no tendría suficiente tiempo para quitarle el seguro a la puerta antes de que me atrapara. Entonces, mi única alternativa era esconderme.
Casi sin pensarlo, me lancé hacia la caja del refrigerador junto a la puerta y cerré las tapas. Temblando, me agazapé y contuve mi aliento, observando temerosamente a la oscuridad a mi alrededor.
Por poco y me dejé descubrir cuando algo se cepilló contra mi pierna. Cuando dos ojos resplandecientes se alzaron en mi dirección, sentí un indicio de alivio. Solo era Shelley. La torpe y escurridiza de Shelley.
Pero entonces, mi mundo se vino abajo de nuevo cuando mi gata abrió su boca y le susurró a la oscuridad: «No te preocupes, estamos a salvo. Nunca piensan en buscar dentro de las cajas».
===============
Anterior | Todos los Creepypastas | Siguiente
1 comentario
Brutal la historia, me encantan este tipo de historias porque te mete en el lugar del protagonista y llegas a sentir el miedo que el siente somos participes del relato.
Y mi segunda razon es que un relato tan corto nos puede lkegar a hacer asustar al espectador te mereces las 5 estrellas segui asi.