Mi abuela creció en los suburbios durante la época de la prohibición en Chicago. Su familia vivía en una casa pequeña junto al muelle, y uno de sus recuerdos más tempranos era de un verano particularmente caluroso en el que, buscando alivio del calor, ella y su hermana descubrieron una sección del entablado que casi nunca era utilizada, la cual se encontraba próxima a un almacén abandonado. Cada noche por muchas semanas, las dos chicas recorrían el trayecto hacia los muelles y se sentaban juntas al borde del embarcadero mientras el sol descendía. Mi abuela recordaba vívidamente —y, por un tiempo, cariñosamente— la sensación de las algas entre los dedos de sus pies a medida que ella y su hermana sumergían sus pies en el agua sucia.
No fue hasta años después que ella regresó al muelle y descubrió que el almacén había sido demolido. Curiosa, solicitó información en el Departamento de Planificación y Desarrollo. Aparentemente, el almacén había sido propiedad de una mafia por un tiempo, quienes lo estaban utilizando como una base de operaciones para un negocio local de prostitución. Solo fue descubierto cuando un asociado comenzó a deshacerse de las prostitutas rivales al calzarlas con zapatos de concreto y tirarlas al muelle. Los oficiales que hicieron la investigación habían recuperado del agua casi dos docenas de cuerpos.
¿Cómo fueron descubiertos estos cuerpos? Un pescador que estaba de paso distinguió el cabello de algunas de las víctimas flotando cerca de la superficie del agua, como algas.
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3 comentarios
Entonces…Lo que las chicas tocaban con sus pies eran los cabellos de los cadáveres :0
Pues elemental, elemental
que asquito men