Afortunada

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Afortunada ganó como la segunda mejor historia enviada en el mes de noviembre, 2015.


Hola a todos. Soy Stacie. Siento no haber estado este tiempo, pero he estado preocupada por una mierda bastante espeluznante. Durante las últimas tres semanas, la policía ha estado investigando mi propiedad, acompañándome adonde quiera que tengo que ir y, aunque suene muy infantil, revisando bajo mi cama. Créanme, hay una razón.

Hace tres semanas, mi perro Buddy desapareció. Normalmente esto no sería un problema. Buddy suele correr por las calles persiguiendo a los coches, acosando gatos —ya sabes, todos los clichés y las mamadas que los perros pueden hacer—. Traté de entrenarlo, pero es imposible. Es como un niño. Pero es mi niño, por más raro que suene. Mi gran perro que tiene el corazón de un pequeño cachorro. De todas formas, estaría fuera de casa un par de horas y luego volvería derecho a casa. Sin embargo, después de la cuarta hora, Buddy no vino lagrimeando a través de la puerta para perros. Comencé a preocuparme un poco, ¿qué pudo haberle pasado?

Mi mente se llenó de cada posible cuento imaginario, mostrándome lo que podría haberle pasado. Mi corazón empezó a latir con más fuerza. Entonces me acordé de algo. En raras ocasiones, Buddy visitaba a mi padre en la otra punta de la ciudad. Di un suspiro de alivio, cogí el teléfono y procedí a llamar a mi padre. Mientras el teléfono sonaba, salí al porche.

Tenía una sensación muy incómoda. Como si alguien me observara. Miré hacia arriba y abajo de la calle, alrededor de mi casa, sobre las vallas de mis vecinos. No podía ver a nadie. Negué con la cabeza, dándome cuenta de lo infantil que estaba siendo. Asustándome sin razón. Oí a mi padre coger el teléfono; dejó escapar una tos para aclararse la garganta.

—¿Hola?

—Ey papá, es Stacie.

—Oh, ¿cómo estás? —Empezó a quejarse de su día, pero intervine.

—Buddy está desaparecido. No está contigo, ¿o sí?

—¿Por qué estaría conmigo? Es tu perro —Hice silencio por un rato. Ahora estaba realmente preocupada. De nuevo, me perdí en los pensamientos de qué le podría haber pasado a mi amigo. Estaba al borde de las lágrimas.

—¿Stacie? ¿Estás bien, cielo? —La voz de mi padre me sacó de eso. No quería que me escuchara llorar, así que le di una respuesta para la que no necesitaba abrir la boca.

—Ujum —respondí. Pero incluso así, podías deducir que estaba a punto de tener un ataque.

—¿Estás segura?

—Sí, sí, estoy bien —dije, mi voz quebrándose mientras hablaba. Tapé la parte por la que hablabas de mi teléfono y me tragué el nudo en la parte posterior de mi garganta. Me compuse y volví a hablar—. ¿Podrías hacerme el favor de llamarme si aparece por allá?

—Claro que sí cariño, te lo haré saber.

Con eso colgamos y me metí adentro. Aún con ese sentimiento. Ese sentimiento de que alguien estaba observándome directo en la nuca.

Traté de despejar mi mente con pensamientos optimistas para volver a reunirme con Buddy de nuevo. Parecía funcionar en su mayoría. Miré la hora, recordando que tenía que despertar para el turno matutino de mañana. Así que apagué todas las luces de la planta baja. Entonces me dirigí escaleras arriba al baño para tomar una rápida ducha y lavarme los dientes. Finalmente, cerré la ventana del baño y me fui a la cama.

A las 3:30 a.m., oí algunos ruidos procedentes del baño. No estaba del todo despierta, y no me sentía con ganas de investigar. Me froté los ojos, lo que realmente hizo mi visión más difusa de lo que ya era. Me apoyé en los codos y alcancé a ver una figura oscura haciendo su camino debajo de mi cama. Ahora estaba completamente despierta y en estado de pánico. De repente, me acordé de Buddy. Cada noche, él dormía bajo mi cama. Supongo que le gustaba el ambiente fresco.

—¿Buddy? —pregunté mientras dejaba caer una mano bajo la cama.

Dejé que mis dedos colgaran hacia abajo en la oscuridad para mostrarle que era yo. Nada pasó. Mi corazón latió más fuerte.

—¿Estás bien, Bud? —pregunté con una voz un tanto temblorosa. Apoyé mi cabeza en la almohada para poder hundir los dedos más profundamente en el abismo.

Entonces, sentí la lengua sonriente de Buddy lamer mis dedos. Dejé escapar un suspiro de alivio.

—Perro tonto —le dije mientras levantaba la mano y cerraba los ojos—. Creí que me iba a dar un infarto. —Con eso, me volví a dormir.

Media hora más tarde me desperté con un escalofrío acompañado de un ruido. Una vez más, se trataba del cuarto de baño. Era un ruido que goteaba. Lento, pero sin embargo un ruido que me despertó por segunda vez. «Debe ser la llave», me dije a mí misma. Luché para salir de la cama y arreglar el problema. Cuando mis pies tocaron el suelo, Buddy comenzó a lamerme el tobillo. Me aparté de su lengua.

—Ahg, Buddy, no —dije mientras caminaba hacia el baño. Cerré la ventana con una ligera confusión. «¿No cerré la ventana antes de acostarme?», me pregunté. Me encogí de hombros y apreté los grifos del lavabo. Me hice camino de regreso a mi cama, de nuevo, lanzando el brazo a un lado de la cama. Sentí una respiración pesada en mi mano seguido de un rápido pero profundo mordisco.

Moví mi mano lejos.

—¡Ay! ¡Buddy! —le grité, como regañándolo—. Vete, acuéstate en otro lugar.

Con eso, se dirigió hacia el baño. Buddy estaba actuando muy extraño. Sabía que podía rasguñarte amistosamente los dedos, pero no morderte bruscamente la mano. Sentí un goteo líquido y caliente en mi mano. Agarré un par de pañuelos y me hice una venda temporal. Estaba demasiado cansada como para levantarme y ponerme una venda de verdad. Traté de volver a mi sueño, pero Buddy hacía todavía más ruido en el baño. Sonaba como si estuviera masticando algo. Algo duro, algo que estaba tratando de separar.

—Por el amor de Dios, Buddy, cállate. —Su mascar cesó. Cerré mis ojos y comencé a dormir.

No mucho tiempo después, fui despertada por Buddy, quien decidió saltar en mi cama. La parte de la cama en la que había saltado se hundió más de lo que debería. Estaba un poco asustada en ese momento. Entonces, sentí que lamió mi cara. Estaba muy cerca de dejar a Buddy afuera de mi cuarto.

—Buddy, bas… —De repente, estaba mordisqueando mi oreja.

Lo entendí. No era Buddy. Sentí un escalofrío correr por mi espalda. Mi corazón iba a saltar por mi garganta en cualquier momento. Entonces… oí una risa.

—Eres deliciosa —dijo en un susurro psicópata detrás de mí.

Mis ojos se abrieron. Entré en pánico. Dejé escapar un grito ensordecedor mientras me daba la vuelta para darle un puñetazo en la cara. El desconocido cayó al otro lado de la cama y se escuchó un golpe contra el suelo. Salí de la cama y corrí hacia el bate de béisbol que guardo junto a la puerta. Me di la vuelta y alcancé a ver que iba corriendo hacia el baño. Me acerqué lentamente, lista para batear. Lo único que podía oír era el latido de mi corazón que era cada vez más fuerte y rápido mientras caminaba. Yo estaba en la puerta. No vi nada, solo la ventana abierta. Corrí adentro y la cerré.

Ese hijo de puta se hizo pasar por mi perro. Caí de rodillas, sentí mi cena volver hacia mi garganta. Me incorporé para ir al baño y vomité a lo grotesco. No podía sacar su voz de mi cabeza. No podía parar de temblar. A este punto, las lágrimas jugaban una carrera por toda mi cara. Nunca había estado tan asustada acerca de quién o qué estaba bajo mi cama.

Por suerte, uno de mis vecinos oyó la conmoción y llamó a la policía. Dijeron que era afortunada. Resulta que este tipo es un individuo bastante inestable. Al parecer, había estado encerrado desde los doce años por asesinar… y devorar a toda su familia. Incluyendo sus mascotas. Recientemente, este caníbal demente consiguió escapar de la institución mental en la que estaba siendo rehabilitado.

Teniendo en cuenta lo que pudo haber pasado, soy bastante afortunada. Así que, después de tres semanas de ser encerrada en una habitación de un hotel con un psicólogo certificado, la policía me aseguró que él se había ido. Ahora estoy en casa, actualizando a todos, y les aseguro que no he caminado sobre la faz de la tierra… No voy a mentir, de vez en cuando siento que me sigue mirando. Como si estuviera detrás de mí, a la espera de conseguir otra probada. Pero ya se ha ido, así que no hay nada de qué preocuparse, ¿verdad?

Está un poco frío aquí. Ya vengo. Solo tengo que cerrar la ventana…

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Spoby

Hasta que el león aprenda a hablar, todas las historias glorificarán al cazador.

Please wait...

6 comentarios

Adoro las fanpastas de esta historia, el primer creepypasta que leí y el que me dejó el escalofrío más sacudidor y duradero. Es una buena adaptación. Encuentro curioso que el autor haya desarrollado el cuento de manera que omitió la frase célebre del original, pero supongo que fue su intento por dejar su marca. Felicidades por tu lugar en el Salón de la Fama.

He hecho el pacto con el diablo y que todo vaya bien para mí. Me hizo rico gracias al templo de los illuminati. Yo soy muy feliz. Puedo comer lo que quiero y puedo beber lo que yo quiero. Puedo viajar a donde quiera en el mundo. Ya no tengo que trabajar para ganar dinero. porque ya tengo el dinero suficiente. si usted también quiere hacer el pacto, como me contacto con el templo en esta dirección de correo electrónico: [email protected]

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