Despertando

13 minutos de lectura

Está brillante aquí. Demasiado brillante. ¿Qué es este lugar? ¿Un hospital?, ¿una prisión? Tiene cuatro paredes, un catre rígido y un respiradero. ¿No hay una puerta?

Piensa… ¿Qué pasó? Algo pasó, ¿dónde estaba anoche?, ¿dónde quedé dormido? Maldición… no puedo pensar. No puedo pensar en nada. ¿Es esto alguna clase de experimento? No puedo pensar. ¡No puedo tan siquiera recordar mi maldito nombre!

Mira a tu alrededor, idiota. Paredes sólidas, encerrado en una habitación. Estoy en un psiquiátrico. ¡Eso es! ¡Soy un desquiciado! O lo era, al menos. ¿Estoy curado? ¿Me puedo ir?

Me levanto. Me reviso; estoy desnudo. Aunque bastante limpio, como el resto del cuarto. Todo cuanto me rodea es blanco y pulcro. Está demasiado brillante aquí.

—¿Hola?… ¿Hay alguien aquí?… ¡Necesito ayuda! —grito. No hay respuesta—. ¡Alguien, por favor, ayuda!

Camino alrededor palpando las paredes. ¿Dónde está la puerta? Tiene que haber una. ¡¿Qué demonios?! ¡Tiene que haber una puerta!

No la hay, simples paredes. Miro bajo el catre en busca de algo, lo que sea. Nada, tampoco.

¿Sí estoy en un psiquiátrico? Esto parece tan irreal. ¿Por qué no puedo recordar mi nombre?

—Ey, al fin te levantaste. —Escucho la voz de un hombre proviniendo del respiradero. Corro hacia él, emocionado.

—¡Sí! ¿Qué está pasando? ¿Quién eres? —le grito, entusiasmado.

—¿No recuerdas nada, cierto?

—No. No recuerdo nada antes de despertarme, hace un momento.

—No te preocupes —dijo con un tono divertido en su voz—, creo que te irá bien.

¿Me irá bien?

—Por favor, ¿qué está sucediendo?

Solo escucho silencio.

—¡Dime! —grito, haciendo eco por el respiradero, y la respuesta nunca llega.

Pasan horas.

Se me ha dejado a solas con mis pensamientos. Intento llegar a los rincones de mi mente, descubrir quién rayos soy. Todo esto es tan ajeno para mí.

Camino por las paredes sintiendo cada centímetro, buscando una salida. Tiene que haber algo. ¡No es como si este lugar se construyera a mi alrededor! ¿Por qué no puedo encontrar nada? Grito por ayuda hasta que mi garganta se seca. Si alguien está escuchando, si ese hombre sigue allí afuera, no va a responder.

Exhausto, me recuesto.

Al despertar encuentro comida. Una bandeja con pan, arroz y un filete puesta al otro extremo del cuarto. Hay un vaso con agua a un lado. Estoy muy hambriento. Sin vacilar, camino para comer el platillo. Está delicioso. Cuando me lo acabo, recobro conciencia de donde estoy.

Me muevo hacia el respiradero.

—¡¿Hola?!

—¡Hola! —Escucho de vuelta, en un tono alegre.

—¿Quién eres?

—¿Disfrutaste tu comida? —me da de respuesta.

—¡¿Dónde estoy?! ¡Déjame salir!

—Saldrás pronto. ¡Tenemos que asegurarnos de que estés saludable!

¿Qué? ¿En serio soy un jodido experimento? Estoy suficientemente saludable. Quiero respuestas. Quiero saber en dónde estoy.

—¡Déjame salir ahora, desgraciado!

La voz se va de nuevo. Por más que le grito, no me responde. Estoy solo.

Repaso mi rutina de buscar una salida, y claro, no la encuentro. Siento que necesito usar el baño, pero no hay nada parecido aquí. Tengo demasiada dignidad como para hacerlo en una esquina. No dejaré que me vean llegar a eso.

Finalmente, me recuesto y lloro. Grito y grito y lloro hasta estar agotado. No tardo en quedar dormido de nuevo.

Entonces pasa algo extraño: sueño.

En mi mente, estoy volando. Veo tres árboles, ríos, todo iluminado por rayos de sol. Puedo sentir una incómoda sensación en mi abdomen y boca; me duelen un poco. Despierto de nuevo en la prisión.

Todavía siento un poco de dolor en mi abdomen. Lo sobo con mi mano y palpo algo rugoso. Cuando miro abajo, veo una cicatriz protuberante. La misma cosa está en mi mejilla. Estoy asustado, pero, más que todo, enojado. Están jugando conmigo. Esperan a que me duerma y comienzan con sus malditos juegos. Miro a las paredes y grito. Quiero salir de esto.

—¿Estás bien? —Escucho esa familiar voz de nuevo.

—¡Me heriste, desgraciado! ¡Me abriste! ¡¿Qué demonios me hiciste?! —Golpeo el respiradero tan fuerte como puedo. Lo voy a romper. Voy a crear un camino a golpes hasta ese hombre y lo obligaré a que me dé respuestas. Lo golpeo y golpeo una y otra vez. Mi mano duele demasiado, creo que la rompí. No me importa. Continúo golpeando y gritando.

—Por favor, cálmate. Siento haberte hecho daño. Te lo compensaré pronto. ¿Te sientes solo?

Me rehúso a contestar. Lo ignoro, justo como él me ignora a mí. Al diablo con él.

No parece importarle si respondo o no, porque no le importo. A nadie, de hecho. Soy un animal, un jodido experimento.

—Por favor, no te preocupes. Las cosas mejorarán, ¡lo prometo! —Y con eso, se fue.

Me siento en mi pequeño y rígido catre viendo mi mano. No puedo mover mis dedos sin que un dolor punzante asalte mi brazo. Es ahora que me doy cuenta de cuán jodido es esto. ¿Qué me hice? Ese respiradero no se va a mover ni romper, sin importar lo que haga. Nada se va a mover o romper. Estoy atascado. Eso es todo. Estoy atascado y no me iré a ningún lado.

Mi mente divaga, y el tiempo pasa.

Despierto. Me han dejado más comida. La voz habla de vez en cuando, diciéndome tonterías encriptadas que ni me importa tratar de entender. Luego duermo. A veces sueño, no siempre. A veces son pesadillas: que las paredes se achican y achican hasta que no queda más espacio para mí y soy aplastado. Mis huesos se quiebran y mis pulmones colapsan.

Estoy aterrado. Quiero salir.

Me despierto de nuevo para ser abordado por más dolor en mi cuerpo. Hay una nueva cicatriz en mi pecho a lo largo de mi costilla y otra en mi cabeza. Se ven un poco más grandes que las anteriores, y duelen más. Pero esto no es, en lo absoluto, lo más inusual del día.

Miro a lo largo de la habitación y no puedo creer lo que veo. Hay una mujer aquí. Una mujer, de unos diecisiete, recostada en el suelo y completamente desnuda. Es hermosa. Estoy lleno de alegría. No sé qué tienen en mente, pero no me importa. ¡Hay otra persona aquí! Alguien a quien puedo tocar, ¡y mirar! Alguien que sé que es real. Que quizá pueda ayudarme a salir de aquí.

Me levanto y camino hacia ella. Toco su hombro y comienzo a hablarle.

—Ey, ¿hola?… Despierta.

Sus ojos parpadean y dirige su mirada a mí. Está asustada. No sé por qué cosas habrá pasado, pero no comparte mi entusiasmo por estar con otro ser humano. Grita y se arrincona en el extremo de la habitación. Intento calmarla, en vano.

—¡Por favor, no! ¡No voy a lastimarte! —digo, lo más sosegado que puedo—. ¡Estoy de tu lado! Por favor, cálmate. Confía en mí —Ella solo permanece encogida en el rincón—. Escucha, he estado aquí por tanto tiempo… ¿Sabes algo de todo esto? ¿O quién nos mantiene aquí? —Solo responde con un sollozo acallado—. Bueno, no tienes que preocuparte, ya veremos qué hacer. Saldremos de aquí, ¿sí? Saldremos de aquí.

Me doy cuenta de que puede necesitar algo de tiempo para volver a la realidad. Voy al respiradero, dándole su espacio.

—Estará bien —escucho desde dentro del respiradero—, solo necesita un momento para acostumbrarse.

Y tengo que darle la razón.

Al final, después de horas de llorar, se calma. Me siento con ella e intento hacerle algunas preguntas. Nunca responde; de hecho, no creo que pueda comprender lo que le digo. Pero siento que el sonido de mi voz la calma un poco, así que sigo hablando. Le cuento de mis experiencias, comenzando desde que desperté. Intento repasar cada detalle en el que puedo pensar de mi tiempo en esta prisión. Entonces me abraza y me siento increíble. La cálida, suave piel de su cuerpo desnudo contra mí es diferente a cualquier cosa que haya experimentado en esta dura y fría habitación. Paso mis dedos por su cabello, y gime ligeramente. Nos sentamos en el piso por horas. Ahora veo que sí comprende. A pesar de esta jodida situación, me siento mucho mejor ahora.

Los días continúan pasando. Las cicatrices se desvanecen y ninguna nueva aparece. La comida viene y ahora se nos ha dado el «lujo» de tener un lugar para ir al baño. La chica y yo nos hemos intimado mucho. Incluso hicimos el amor unas cuantas veces.

Estamos sentados en el suelo, besándonos. Acabamos de hacer el amor; fue hermoso. Ella confía en mí, y yo en ella. Nunca le haría daño, y nunca dejaría que nadie más lo hiciese.

—Te amo —le digo y beso su cabello. Me sonríe y lo repite. Sé que entiende su significado, puedo oírlo en su voz. En lo que se prepara para dormir, me prometo a mí mismo que saldré de esta habitación y la llevaré conmigo.

Entonces sucede. Despierto y no está. Desesperado, corro al respiradero.

—¡¿Qué has hecho con ella?! ¡Devuélvemela!

—¡No te preocupes! —dice la voz a la que estoy acostumbrado—, ella está bien. ¡Solo fue a un lugar nuevo! Es algo en lo que hemos estado trabajando por un tiempo, ¿te gustaría verlo?

Estoy confundido, molesto y asustado. Luchar no tiene sentido. Él tiene el control. Tiene mi voluntad. Me seco las lágrimas y le digo que sí. Es más, le ruego. Le prometo que seré bueno, que haré cualquier cosa que desee. Que no trataré de huir ni golpear las paredes.

—Solo, por favor, déjame estar con ella. Por favor.

—Pronto —me responde, casi burlándose con sus palabras.

—¡Por favor!

No puedo hacer esto sin ella. La voz se va y me deja solo de nuevo, y me quiero morir. Haría lo que fuese para matarme y terminar con todo esto. Pero no puedo dejarla. Me necesita, y le prometí que nunca la dejaría. Lloro y grito en el rincón hasta que vomito. Poco después, me desmayo por agotamiento.

Despierto en un lugar extraño. ¿Es un sueño? Veo que tiene árboles, pasto. El hermoso cielo por encima de mí. ¡No estoy en la prisión! ¡Esto no puede ser real! Pero lo es. ¡Lo es! Un momento, ¿qué significa?

Corro. Corro por todos lados, buscándola. Me lo prometió. Ella tiene que estar aquí. Comienzo a encariñarme de este lugar. Miro a mi alrededor y veo que todavía estoy confinado. Grandes muros blancos rodean el área, alzándose por al menos seis metros sobre el suelo. Me preocuparé por eso cuando me reúna con ella. Por ahora, solo debo encontrarla. Los árboles son tan bellos, todo lo es. Solo falta ella.

La escucho. Grita de alegría y corre hacia mí. Nos abrazamos y lloramos en tanto nos besamos apasionadamente. Estoy feliz. Estoy tan feliz por que me dejaran estar con ella de nuevo. Luego de que ambos nos calmamos, decidimos dar un recorrido por el lugar.

Deambulamos el área por horas. Sea quien sea nuestro captor, en serio se esforzó con este lugar. Hay un río que fluye a través de la instalación entera. Una máquina inmensa se eleva más allá de los muros, hasta el cielo. Cuando nos acercamos a ella, nos ofrece comida. Toda la comida que podríamos desear, y toda es deliciosa. Nos servimos todo cuanto podemos hasta quedar saciados. El hombre del respiradero nunca nos habla aquí, aunque sé que nos observa.

Pero nos topamos con algo. Ella sonríe emocionada al notarlo. «¡Mira, mira!», me susurra. Lo que vemos es un árbol, justo como los otros. Aunque está peligrosamente cerca del muro, y tiene la altura suficiente para poder saltar al otro lado. Sería una caída tremenda, y valdría la pena solo para llegar al fondo de todo esto.

Es nuestro medio de escape, pero tenemos que ser cuidadosos. Le digo a ella que tenemos que esperar, calmarnos. Si nos apuramos, podríamos arruinarlo todo. Ella entiende. Sé que no le gusta. Le digo que espere un día o dos para ingeniar la mejor manera de hacerlo.

Esa noche, escucho de nuevo la voz de mi viejo amigo. Está fuera de mi vista, como siempre.

—Olvídalo —me dice—. Solo disfruta tu nuevo hogar.

—Prisión —lo corrijo—. Esta es una jodida prisión. Y todo lo que he esperado desde que desperté ha sido la maldita verdad, y no he recibido nada de ti. Estás enfermo. He estado aquí, como rehén, por meses, ¡años! ¡Solo dime quién soy!

Silencio.

Está decidido, saldremos de aquí.

El sol se levanta y busco a mi amada. Supongo que estará en el árbol. Cuando por fin llego, veo que ya ha escalado la mitad del trayecto.

—¡Espera! —le grito. Me mira y sonríe. Hace un ademán para que vaya hacia ella. Todavía estoy asustado, pero me doy cuenta de que no me puedo permitir tal cosa. Tengo que encarar a estas personas, estos bastardos. Voy con todo lo que tengo.

Juntos, llegamos rápidamente hasta la cima del árbol. Ella alcanza la rama más alta y se apoya por el lado del muro. Miro a su rostro y veo una expresión de éxtasis total y desenfrenado. Ha ganado. Lo sabe. Sea lo que sea que ve al otro lado, sabe que es la libertad.

Me sonríe y veo la curiosidad infantil en sus ojos. Sin ser capaz de esperar más, se inclina hacia mí, me besa y salta al muro.

¡Demonios! La escucho llegar abajo con una caída. Ella grita y oigo su cuerpo golpear el suelo del otro lado. Por favor, que esté bien. ¡Que nada le haya pasado! Sin pensar, me apresuro a la cima del muro y salto desde allí.

La caída es dura para mí también. Cuando caigo al suelo, siento un dolor como ningún otro que haya sentido por mis cicatrices, aunque no creo que nada esté roto. Ella está llorando, sobándose la pierna. La reviso, pero parece estar bien. Veo algo diferente en ella. Quizá es por la luz, pero su piel se ve más áspera. Está sucia por la caída, yo también. Finalmente, me pongo de pie y reviso en dónde estamos ahora.

Miro arriba, a la pared que acabamos de escalar, orgulloso de nuestro logro. Luego escucho algo. Un tanto cerca de nosotros, veo otro edificio. Uno grande en forma de platillo con una puerta mecánica que acaba de abrirse.

Caminamos hacia él lentamente, teniendo el cuidado de no lastimarnos más. Mis piernas todavía me están matando. Conforme nos acercamos, el edificio hace un sonido increíble que nos detiene en seco. Por la puerta, salen… ellos. Las únicas personas que he visto aparte de nosotros.

No se nos parecen. Son más altos. Son más delgados. Visten con prendas, y el tono de su piel es mucho más claro que el nuestro. Tienen que ser al menos dos docenas. Uno se nos acerca, camina hasta unos metros de distancia de nosotros y se detiene. Nos mira intensamente. Lo único que podemos hacer es devolverle la mirada.

Cuando por fin habla, me golpea con fuerza. Este hombre, este hombre que estoy viendo de cara a cara, es el hombre del respiradero. Él es la voz que me ha enjaulado y atormentado por tanto tiempo.

—¡¿Pero qué han hecho?! —nos reprende; no puedo distinguir por sus ojos grandes y negros si está molesto o decepcionado—. Han arruinado todo lo que hicimos por ustedes.

—¡Jódete! ¡No estamos para ser tus malditos esclavos!

Congela su mirada en nosotros por minutos. Voltea a sus compañeros, todavía dentro del edificio. Deja salir un suspiro fuerte y nos mira de nuevo.

—Sabíamos que solo era cuestión de tiempo. Ahora tendrán que hacer las cosas por su propia cuenta. Me temo que esta es la única forma en la que pueden aprender.

No sé qué decir. No estoy seguro de a qué se refiere. Tampoco sé si me interesa. Solo lo quedo viendo, abrazando a mi amada.

Camina de vuelta al edificio y la puerta se cierra. La construcción entera se desplaza por los aires. En medio de un destello intenso, las paredes y todo dentro de nuestra prisión desaparecen sin dejar rastro. El edifico volador se eleva más y más hasta que lo perdemos de vista. Finalmente, estamos solos.

Vagamos juntos por el área buscando respuestas. Estoy comenzando a sentirme intranquilo. Tengo hambre, y por la primera vez que puedo recordar, no tengo comida. No hay ningún dispensador, no hay ninguna máquina, ninguna bandeja mágica esperándome.

Este último par de años han sido muy diferentes. Estábamos tan perdidos cuando nos abandonaron. Me odio por admitirlo, pero quiero volver con ellos. Quiero volver a escuchar su voz y tener mi comida, que me limpien y se encarguen de mí. Lo que comemos ahora sabe terrible. Nuestro estilo de vida es terrible. Nos ensuciamos. Nos lastimamos. Cuando dormimos, ya no somos aseados ni curados como antes. Nos despertamos de la misma forma en que nos fuimos a dormir.

No fue hasta que se fueron, que nos dimos cuenta de cuánto los necesitábamos.

Aquí afuera es helado. Tenemos que matar animales que merodean y usar sus pieles para mantenernos calientes. Nos sentimos estúpidos, sucios y sin esperanza. Odiamos en lo que nos hemos convertido. A veces me despierto por la noche y trato de regresar su voz a mi cabeza. Intento hablar con él y sigo esperando y esperando una respuesta. Pero no existe. Quienquiera que fuesen, se han ido para siempre.

Ahora solo somos Eva y yo. Hemos trabajado duro para construir un refugio estable que albergue a nuestra familia. Estamos esperando nuestro primer hijo. Es difícil, pero sé que podremos hacerlo. Bajo la noche cansada, ella se recuesta, y yo tomo su mano y acaricio su cabello.

—¿Dónde crees que hayan ido, Adán? ¿Crees que alguna vez volverán por nosotros?

Intento ser valiente por ella.

—No lo sé, quizá lo hagan. Nos aman, sé que todavía lo hacen.

Beso su cabello, como lo he hecho tantas veces antes. Y espero, más que nada, que lo que acabo de decir sea verdad.

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La traducción al español (y edición considerable) pertenece a esta página. Fue escrito en inglés por Jaxon Combs:
http://creepypastaindex.com/creepypasta/waking-up

Creepypastas

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165 comentarios

Es buena forma de crear una nueva versión del «Génesis». Hay que considerar que los áliens son muy inteligentes y sabrías que el hacerlos depender de ellos sería el peor error para que puedan progresar. Yo creo que un extraterrestre dejaría a la deriva a un humano primitivo, alejándolo de los peligros y dandole pistas para que empiece a trabajar solo. Cuando el humano haya alcanzado un buen nivel de independencia, el extraterrestre podría irse sin problemas. Además, hay que aclarar que en el Génesis es totalmente diferente.

Al principio no sabia de que estaban hablando…y admito que el final me impresiono bastante.Pensar que tal vez eso fue lo que realmente paso te hace dudar de todo lo que te han enseñado.Lo único que quiero pensar en que no estoy sola en este inmenso universo,que hay alguien mucho mas arriba observándome…al pendiente de mi.Pero eso ya depende de cada persona,cuestionarte si ¿Dios existe?.

muy buena, un poco predecible, me refiero al hecho que «Eva» se empeñó tanto por salir…me hizo sentir un «deja vú» :d

mierda… no me lo esperaba. la verdah yo creo en los extraterrestres y en ¨Dios¨ como uno pero no me habia puesto a pensar en esto :O ¿es una creepypasta? si la biblia de verdad fueran todas creepypastas yo seria la mas religiosa del mundo 😀

la verdad muy buena historia aunque sea una »version» yo la verdad hasta el final me di cuenta que ra eso una version jajaja al igual muy bueno y mas creible

Lo único que no tiene sentido es que el de alguna manera ya sabia lo que era una «persona»
y el se sentía como si hubiera sido un «experimento», osea ya existia la humanidad antes de esta historia.

Si, tambien me di cuenta de ello, al parecer fue secuestrado por lo que el ya sabia de todo. Aunque si lo piensas bien, no fue dios quien los atndio sino unos aliens, por lo que en realidad quizas fuesen un experiemnto de los alienigenas. Osea un nuevo adan y una nueva eva

Si, tambien me di cuenta de ello, al parecer fue secuestrado por lo que el ya sabia de todo. Aunque si lo piensas bien, no fue dios quien los atndio sino unos aliens, por lo que en realidad quizas fuesen un experiemnto de los alienigenas. Osea un nuevo adan y una nueva eva

debo decir como muchos otros que sabia lo que pasaría desde el principio, pero lo que me gustó en si, fue la forma de la narración, muy buena en verdad n.n

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