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Hola a todos!! Este es mi primer creepypasta y espero que les guste:

«Era el la noche anterior al último día de clases del año. Carlos se había acostado temprano. Sabía que irían pocos de sus compañeros pero con sus dos mejores amigos, Felipe y Andrés, planeaban hacer una especie de «fiesta» en el salón, por lo que quería estar lleno de energía al despertar por la mañana.             Cuando despertó, al contrario de lo que esperaba, se sentía abatido y sin ánimo. Se vistió rápidamente y salió sin tomar desayuno, porque comerían mucho allá. Cuando llegó a la escuela no había nadie más que su novia, Amelia.

A la media hora ya habían llegado sus amigos y el chico nuevo que nadie conocía, Armando. Era misterioso, callado y muy reservado. No hablaba con nadie y siempre estaba solo y muy pensativo, como si tramara algo de lo que nadie debía enterarse. La estaban pasando todos muy bien, comían, bailaban y reían. Sin embargo, Armando estaba, como siempre, en un rincón murmurando rápidamente algo que leía de un pequeño libro encuadernado en cuero rojo. Pasada una hora empezaban a jugar Básket cuando las luces titilaron y se apagaron. Las mujeres gritaron espantadas. Todos fueron hacia las salidas del salón, menos Armando, que seguía murmurando en un rincón. Se asustaron más cuando se dieron cuenta de que las puertas estaban cerradas. Amelia se fue a llorar a un rincón y Carlos fue a hacerle compañía mientras los demás golpeaban la puerta con una mesa para abrirla. Unos minutos después, escucharon un extraño gruñido, como el de una bestia, y luego un grito de horror, otro gruñido y luego silencio… El cielo tenía una inquietante tonalidad rojiza y teñida de sangre. Felipe tomó un fierro y rompió el vidrio, por donde pudieron salir. Fueron a la oficina del director, donde había una inscripción con tres seis escritos con sangre y abajo decía: «El a sido liberado. No hay nada que hacer, solo queda morir». Tocaron a la puerta. Nadie abrió. Forzaron la cerradura y tampoco funcionó.

-Así no podrán abrirla. – dijo una voz que venía de la oscuridad. Armando, escondido en las sombras, reía estrepitosamante.

-¿Qué quieres decir?

-Deben hacer… unos sacrificios. Tres, para ser precisos. Eso, o todos se mueren…- Volvió a reír con esa fuerte y enloquecida risa.

-No entiendo lo que dices- protestó Carlos

-…

-¿Esa es la razón por la que no hablas con nadie y te haces el raro?¿querías hacer un suicidio masivo y hacerlo pasar como una broma?¡Estás loco!

-…

-¡CONTESTA IMBÉCIL!

-Digamos que mi mascota ha pasado mucho tiempo sin estirar las piernas. Lo que les pido es solo lo necesario para que no pase nada peor.- dijo entre carcajadas

-¿Has dejado salir a tu «mascota» sabiendo que puede matar a mucha gente y para volver a encerrarla tenemos que sacrificar a tres de nosotros?

-Si

-¡como es posible que seas un monstruo así!

Pero Armando ya no estaba ahí. Había desaparecido sin dejar rastro. Pasó un minuto en el que todos estuvieron en silencio.

-Tenemos que ir al baño…

Felipe y Andrés se fueron. Al rato escucharon un fuerte golpe que parecía venir de los baños. Fueron corriendo a ver. A cada minuto Carlos se ponía más  nervioso por el estado en el que se podrían encontrar sus amigos. Llegaron a los baños, todo estaba oscuro y por el pequeño alto que había a la entrada chorreaba algo que él esperaba que fuera agua. Puso la linterna de su celular y lo que vio lo hizo soltar un grito. Los cadáveres de sus dos mejores amigos, clavados en una estaca cada uno, sin brazos y con las cuencas de los ojos vacías y llenas de sangre. Estaban llenos de arañazos y mordeduras, lo que lo hizo pensar que lo que les dijo Armando era cierto.

-¿Donde está Amelia?- preguntó con los ojos llenos de lagrimas.

-Se quedó atrás cuando veníamos para acá…

Carlos corrió del baño, pero no sabía donde podría estar, Así que fue a la puerta con la inscripción. Dos de los tres seis estaban iluminados. El otro seguía apagado, como una luz de neón, pero, al instante después se encendió. Al mover el pie sintió un bulto en el piso. Volvió a usar la linterna para ver que era. Comenzó a llorar. Su novia estaba ahí, con un agujero de bala en la frente y una pistola en la mano. en la otra tenía una nota.

«Si no se completan los tres sacrificios, tu podrías ser el siguiente. No quiero que te pase nada.»

Carlos abrió la puerta. Se sentía muy triste. caminó por el despacho del director, hasta llegar al espejo que había detrás del escritorio. Sobre el escritorio había un cuchillo. Se acercó a él, con las imágenes que había visto ese día aún en la mente.

Al otro día el conserje encontró su cuerpo al lado del espejo, con el cuchillo en su cuello y lo que Armando había escrito en el espejo con su sangre:

Mi hermano, mi mejor amigo y mi novia se mataron para salvarme. yo también me suicidé después. Tú acabas de vivir lo mismo, y volverás después a esta misma escuela, este mismo día, a hacer lo mismo que hice yo hoy. El ciclo se repetirá hasta el fin de los días. Después de eso, tu espíritu sera liberado. Gracias por liberar el mío»