Dos llamados y un asesino.

Vivo con mi madre, mi padres se divorciaron y veo a mi padre cuando puedo. Soy feliz aún así. O así era. Mi padre tuvo tres hijos con dos matrimonios diferentes (yo y mis dos hermanos) a los cuales adoraba con locura, pues eramos su tesoro más preciado.

Cada vez que me invitaba a su casa, yo iba feliz, agradeciendo poder tener un padre, aunque no esté siempre presente. Siempre (salvo una o dos excepciones) teníamos una especie de »rutina» que seguíamos cada vez que iba a su casa, yo entraba, saludaba, jugaba un rato a la Play Station 2 con mis hermanos, luego, jugábamos con sus juguetes, estaba la típica pelea de mi hermano de 4 años (Juan) con mi hermano de 10 (Mateo), porque mi hermano Juan es muy egoísta, que extrañamente de una forma u otra me implicaba a mi, luego arreglábamos el asunto, jugábamos lo que quedaba del resto del día a la computadora, y me iba acompañada por mi padre, y mis hermanos, y en el camino teníamos conversaciones, llenas de promesas, que en el fondo yo sabía que jamás se iban a cumplir, y cosas del estilo, como por ejemplo ir a Brasil (mi padre era de ahí) el próximo año, o volver a tener su dichosa camioneta para poder tener su trabajo y posición económica devuelta (A el no le pagaban en el trabajo y tuvo que irse a vivir a lo de la madre de su esposa) aunque él jamás dejó de trabajar. Yo era feliz.

Un frío día de Julio, o ¿Agosto? no lo recuerdo, desperté con un escalofrío en la espalda, completamente inexplicable, era sábado y no tenía clases, yo tenía 14 años, en ese entonces, y en el reloj daban las 12:00 del mediodía, así que decidí hacerme el almuerzo, porque mi madre no regresaba hasta la noche, me hice una tarta pequeña de atún, y cuando terminé de hacer la comida, me senté, algo preocupada, en la mesa y me dispuse a comer. Sonó el teléfono. ¿Hola? Ibis al habla –dije- Nada se escuchó. Luego de un rato, cuando me dispuse a cortar escuche una voz cortante que decía algo así como: Él morirá. No lo impedirás. Corté. Al principio pensé, una broma de mis compañeros de clase, gente sin nada que hacer, con un editor de voz, y así me tranquilicé.

Esa misma noche, a las 00:00 en medianoche, recibí una llamada, la cual me informaba que mi padre murió asesinado, y, mutilado, por un sujeto desconocido. Se me cayó el teléfono. Miles de lagrimas comenzaron a brotar de mi cara, cuando mi madre se despertó, y vino corriendo hacia el comedor, preguntando que me había ocurrido. Le dije, él murió. Ella me miró y pregunto exaltada, ¡¿Quién?!. Yo no contesté. Había quedado en shock. Mi padre, mi luz, mi sol, había desaparecido del planeta, para jamás regresar. Mi madre me volvió a preguntar. Seguí sin contestar. Cuando me recupere, tiempo después, estaba en una especie de hospital. Pregunté que me había pasado, y me contestaron suavemente quedaste en shock, luego de que ocurriera una tragedia muy grande, pero ya estas mejor. Pregunté que tragedia, nadie respondió. Poco o nada me acordaba. Mi madre entró a la habitación y me dijo, todo estará bien, mi niña.

Pasó el tiempo, yo seguía con el rencor de no conocer al causante de la muerte, de una persona muy querida para mí.

Recibí otra llamada. Atendí. La misma  voz cortante de aquella vez dijo: Ves? Te dije que no se salvaría. La próxima sigues tú. Corté. Llamé a la policía, y dije que viniesen, que esto era una emergencia. Para mi fortuna, tengo grabador de llamadas, que graba todo lo que hablo en mis llamadas. Cuando llegó la policía, mostré la grabación. Ellos quedaron anonadados por la situación. No atiné a preguntar que ocurría, cuando uno de ellos dijo: Recibimos dos personas más que se quejaron por esta misma llamada. Quedé boquiabierta. La policía hizo guardia en mi casa desde ese entonces, y esa misma noche, escucharon un ruido dentro de mi casa, cuando descubrieron la horripilante escena, de una persona, o algo más, clavándome agujas por todo mi cuerpo, quitándome la piel, y colocándomela de vuelta, dibujando una sonrisa en mi cara y quemándome los parpados , y escribiendo cosas en mi piel, con una cuchilla, que decían, Sufre, sufre como yo.

En cuanto a mí, lo ultimo que vi fue una especie de recuerdo, que no viví, de mi padre siendo asesinado por el mismo sujeto que estaba en mi habitación.

El sujeto fue identificado como, Jeff, el asesino.

Mi creación.

Melina

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