Yango, el perro diabólico.


Estaba lloviendo y era de noche, no sabíamos donde ir.  Uno de nosotros propuso encontrar un lugar para refugiarse y pasar allí el rato hasta que cesase la tremenda tormenta.  Parecía imposible encontrar un lugar cubierto al que la lluvia no alcanzase.   Caminábamos por una carretera de apariencia interminable.

Un relámpago iluminó un gran edificio, el frío era tan insoportable que nos dirigimos allí para pasar calor. Un muro lo cubría por todos sus lados como si estuviese en cuarentena, pero  ese no fue problema para introducirnos en él. No había luces, así que tuvimos que utilizar la luz de nuestros teléfonos móviles como linternas, tampoco  era muy acogedor, pero lo suficientemente grande para perdernos, por ello, intentamos permanecer juntos para evitar problemas y de esa forma regresar sanos y salvos a nuestros hogares.

Constaba de cuatro edificios y cuatro plantas por edificio, así que entre todos le pusimos «Mansiones» como nombre.

Había dibujos sádicos, como pintados por niños. Todos dibujaban lo mismo, un perro con surcos negros en lugar de ojos, la sonrisa era enorme, y de ella caía una lengua larga y roja que llegaba hasta a penas unos escasos centímetros antes de tocar el suelo, aquellas pintadas en la pared eran difíciles de olvidar.  

En aquél momento empezaron a oírse uñas, como el paso lento de un animal enfermo.   Sin darnos la vuelta para ver que sería, corrimos hacía el bloque, desde las ventanas de este, lo vimos, vimos aquél monstruo, parecía no saber donde estábamos o haberse quedado buscando algo en aquél lugar. En ese momento, nos dimos cuenta de que faltaba uno en el grupo (Jake) , y por lo tanto al que buscaba, era a él.

No podíamos volver a por  Jake sin correr riesgo, así que decidimos buscar la salida. Mientras bajábamos por las escaleras se oyó el grito de nuestro fiel pero ahora fallecido amigo. 

La desesperación nos invadía, cada vez eramos menos, necesitábamos salir de allí.

El perro podía alcanzar velocidades impresionantes, como un coche de carreras.

¡Por fin, allí estaba la salida! La habíamos encontrado pero… ¡No podía ser! , estaba cerrada, ¿Qué podíamos hacer?. Teníamos que saltar el muro. 

Subí, y desde allí vi como venía el perro. Grité a mis amigos para que subiesen pero  se asustaron tanto que sus piernas y brazos no respondían con claridad. El perro se chocó contra el muro dejando un hueco enorme, por allí mis amigos escaparon antes de que el perro recobrará el conocimiento, gran error, él,  recobró el conocimiento antes de lo que esperaban y fue comiendo a uno tras otro. Ahora el perro está suelto. 

Muchos os preguntaréis como puedo contar esta historia, pues os lo contaré: Me llamo Amy, no conseguí bajar de aquél muro. Al día siguiente unos policías visitaron la zona y consiguieron bajarme sin problemas. 

Ahora, aquél perro me sigue. Muchas veces lo veo, noto una sombra pasando de una dirección a otra muy rápidamente casi cuesta percibirlo, pero, estoy segura de que es él.

 

Si alguna vez sientes esto, corre todo lo que puedas, porque seguramente…

 TAMBIÉN TE ESTÁ SIGUIENDO A  TI.

Atención: El perro puede adoptar distintos cuerpos, pero siempre de perros de gran tamaño. 


Yango

Yango, el perro diabólico.

 

 

 

 

Creación propia

StoryofShadows

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