Una realidad lúcida

Créditos al autor Tony Spampinato 🙂

Era alrededor de la medianoche cuando, finalmente, terminé. Me estuve rompiendo el culo escribiendo un artículo sobre un paciente mental diciendo que sus sueños “se hacían realidad”. Pendejo loco. De cualquier manera, necesitaba dormir. Hice mi rutina nocturna: me cepillé los dientes, puse mis boxers y mi camisa vieja, enrollé en las sábanas y quedé dormido oyendo el sonido de las calles citadinas. Todo iba bien…

…o eso creía. Cerca de las tres de la mañana un sonido extraño me despertó. Sonaba como algo chorreando por debajo de la alfombra de la sala de estar. Típica mierda de plomería de hotel, pensé. Me paré de la cama para ir a ver lo que sucedía. Estaba muy oscuro, así que encendí las luces. Inmediatamente pareció como si estuviera en la superficie del sol, así que insitintivamente cerré los ojos y extendí la mano como buscando algo. Encontré algo y agarré lo que parecía ser el hombro de alguien. Mis ojos se abrieron de golpe para presenciar una cara pálida y risueña, con la palabra “SONRÍE” tallada en la frente, con una mezcla de saliva y sangre saliendo de su boca llena de largos, sucios y afilados dientes.

—¡MALDITA SEA! —exclamé. Estuve a punto de salir corriendo cuando esta cosa tomó mi brazo. Estaba paralizado. Sentí su gélido agarrón devorar todo mi cuerpo.

—¿Vas a alguna parte? —dijo en un tono de voz demoníaco.

Ahí fue cuando puse salir de mi trance. Pude salir de mi trance y echar a correr. Pude salir a través de la puerta de mi habitación, pero justo enfrente de la puerta del hotel sentí un intenso dolor caer por mi espalda. Miré hacia mi hombro y pude ver sus garras afiladas bañadas en sangre fresca. Mi sangre fresca. Esto no me detuvo; seguí corriendo hacia la puerta. La abrí y me adentré a las ruidosas y ocupadas calles de Nueva York. Comencé a gritar por ayuda, pero nadie pareció notar mi presencia ahí. Al empezar a gritar de nuevo, sentí que la cosa me agarró una vez más. Me giró por todos lados y clavó sus garras. Caigo.

Lo último que veo es a la cosa riéndose histéricamente de mi muerte. Mientras caía lentamente en el abismo de la obscuridad, mis ojos se abrieron de golpe.

Estaba en el hospital. Era de mañana. Podía oír el bip del monitor cardíaco sonar al compás de mi pulso. Estaba vivo. Fue todo un sueño. Un raro, retorcido sueño. El doctor estaba parado ahí cuando desperté.

—¡Oh, qué bueno que despiertas! —dijo.

—¿En dónde… en dónde carajo estoy?

—Estás en el hospital Bellevue. Te encontraron corriendo afuera de tu hotel gritando por ayuda. Alguien llamó a la policía y ellos te trajeron hasta acá. Primero creímos que estabas drogado, pero hicimos una prueba y parecías estar limpio. Supusimos que debiste haber tenido una pesadilla muy real y empezaste a caminar sonámbulo.

Al principio estaba confundido, pero luego, recordando el sueño, todo tuvo sentido.

—Oh, eso es un alivio —dije.

—En serio parecías estar teniendo una pesadilla extremadamente vívida y terrible. De todas formas, estás a salvo ahora. Si necesitas algo solo llama a la enfermera y ella estará aquí para ti.

El doctor se estaba preparando para irse, pero entonces encontré algo muy raro acerca de todo eso.

—Espere. Si solo estaba caminando sonámbulo, entonces ¿por qué demonios estoy en el hospital?

—Ah, sí. Cuando la policía te encontró, estabas desmayado. Pensaron que tuviste una sobredosis. Pero cuando te recogieron, vieron sangre en tu espalda y barriga. De alguna manera conseguiste tener unas cortadas profundas en toda tu espalda y una tremenda puntada en el estómago. Pero no te preocupes, ya nos hicimos cargo de eso y deberías estar fuera de cama en poco tiempo. ¿Algo más que pueda contestarte?

Quedé mudo. El doctor se retiró. Todo se quedó muy tranquilo y calmado, a excepción del paciente del otro lado de la habitación. Parecía estar riendo perturbada e histéricamente.