Sin presente

Se estaba haciendo tarde para despertar, pero aunque lo sabía no me molestaba en ver la hora.
Jaime, el viejo que se despierta con su ruidosa silla de ruedas ese día no se «paró» – tal vez, ya se cansó de hacer de guarda motorizado de la cuadra – eso pensé, entre mi consiente sueño de lunes a las 5:30 a.m.
Todo era tan perfecto para seguir durmiendo, ni un sólo ruido, ningún niño, de los 25 que he alcanzado a contar en la cuadra, parece como si nadie quisiera trabajar hoy, ni el carro recolector de basura ha pasado y ya son alrededor de las 5:46. ¿Será posible que al señor conductor le hallan descuadrado el reloj?
¡O tal vez le jugaron una broma y le escogieron el reloj!
sí, esa es la razón. Lo extraño, es que no logró recordar, dónde está Patricia, esa mujer siempre ha hecho su vida como ha querido, pero desde que me casé, con ella, ni me dice qué hace, sólo me lo imagino.
No puedo recordar qué es lo que tenía que hacer, pero se que es importante, siento un cosquilleo suave en la punta de la lengua, como sí tuviera que decir algo que no recuerdo. Está situación me traslada 40 años atrás, lo recuerdo como si fuera ayer, ella estaba sentada junto al mostrador de un restaurante muy famoso de la época, le decía «Comedero Doña Sexy» pero esa es otra historia que tal vez cuente cuando Enrique me de un nieto, ella miraba al vació por la gran ventana y yo quedé perplejo, al ver sus ojos marrones llenos de anécdotas increíbles que quería conocer, crucé la calle y sólo podía hacerme una pregunta…

-¿cual es el sonido de su voz?

Entre al restaurante y muy disimuladamente, como un premeditado accidente, me senté en la misma mesa.
inmediatamente observe sus ojos más se cerca, sin dejar de lado el collar adornado por su esplendoroso cuello de ganso, un par de joyas colgando de sus diminutas orejas, y un moño blanco sobre su largo y voluminoso cabello. Sin dejar que pasará una fracción de segundo más, le pregunté que sí le molestaba que me sentara en la misma mesa, ella sólo me sonrió  y lo entendí… El amor de mi vida no poseía la habilidad del habla.

Todos los amigos de ella la criticaban por andar con alguien como yo…
-¿Una mujer tan hermosa con un tipo enfermo?
Pero nosotros siempre decíamos, que es mejor estar en una silla de ruedas sentado pensando, que estar de pie caminando a ninguna parte.

Creacion propia

SantiagoTP

Estudiante de Comunicación social y periodismo Universidad Sergio arboleda

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