Hace un par de años coincidí con un viejito en un largo viaje en tren. Se había ubicado al lado mío y desparramado todos sus cacharpos alrededor, sin dejarme un mísero espacio. Me paré dispuesta a pedirle que me deje un poco de lugar, cuando de repente ví algo conocido asomándose de una de las tantas bolsas del viejo. Pude distinguir claramente los finos trazos de Klaus Voorman plasmados en la portada de Revolver. Sin poder contener mi curiosidad, le pregunté si eran Cd’s o vinilos. Me contestó con cierto porte orgulloso que contaba con todos los discos de The Beatles originales en vinilo, y que aún se los podía escuchar en un buen gramófono o fonógrafo. Los sacó de la bolsa y me los mostró uno por uno. Pero casi al terminar, me di cuenta de que había algo raro en esa bolsa.
-¿Por qué hay dos del White Album?.-le pregunté.
-No es por nada. Vamos, dejálo de nuevo en la bolsa.
-No, es que si le sobra uno me gustaría comprárselo.-le repliqué, al mismo tiempo que daba vuelta el álbum sobrante.
En ese momento, un escalofrío recorrió mi cuerpo de punta en punta. Por alguna razón que yo todavía desconocía, las caras de los Fab Four estaban todas negras, y con unos ojos rojos refulgentes. El viejo me lo sacó de las manos con atropello, y yo me asusté más aún.
-¿¡Pero qué se supone que era eso?!.-le grité con horror.
-¡Ay, por Dios!. Ahora voy a tener que contarte la historia. Bueno, no voy a repetir nada, así que prestá atención. Todo se remonta al año 68, cuando yo y mi mejor amigo José teníamos 16 años, y nos pasábamos horas enteras flipando con The Beatles. Yo siempre fui más de Harrison, pero a él lo enloquecía John.
-¿En serio? ¡Yo también soy de Harrison!.
-No me interrumpas, estoy viejo y si me cortan olvido lo que estaba diciendo. En esos tiempos todavía estábamos esperando que Magical Mystery Tour sea transmitida por la televisión, o que la pasen por algún cine, pero eso nunca ocurrió.
Olvidamos nuestra espera por el film cuando se anunció la llegada de un nuevo álbum. Nos soprendimos bastante cuando encontramos que la portada era completamente blanca. Compramos sendos discos, y cada uno se fue a disfrutarlo en la soledad de su hogar….cuando había material nuevo nos gustaba deglutirlos solos.
Todavía recuerdo su última expresión de vida en su rostro, de ese preciso momento en el que se iba feliz a su casa. El resto de la historia me la refirió su madre.
Se había sentado a escuchar el disco en el living, el único lugar en donde le era posible hacerlo. Las canciones le habían parecido bastante diferentes a lo que venían haciendo, pero aún así le gustó. Incluso comenzó a entristecerse al ver que quedaban pocas canciones por descubrir, pero no se desanimó y continuó disfrutándolo hasta Cry Baby Cry.
La pista siguiente lo puso un poco tenso desde el principio. Al segundo «number nine» ya se sentía mareado. Los siguientes ruidos inconexos sólo sirvieron para ponerlo peor, sentía una bola de angustia rodándole por la garganta que le impedía respirar. Sin poder soportarlo, comenzó a gritar con desesperación. Graznaba palabras ininteligibles y se convulsionaba sobre el cómodo sillón del living. Cayó al piso con un estruendo, y su voz se volvió aguda como el canto de un pájaro.
En ese momento entró su madre, quién intentó levantarlo en vano. Al mismo tiempo en el que sonaban explosiones y choques de autos de ese aparato infernal, José parecía consumirse sobre su propio cuerpo. Se le fueron los ojos para atrás, quedándoles completamente blancos. Chillaba palabras en un idioma parecido a las lenguas muertas que pocos saben traducir. Se arrastró hasta el gramófono, intentando subir el volumen aún más. La infernal canción retumbaba por el techo, e increíblemente hacía un eco convexo que repetía el sonido varias veces adentro de la habitación.
De repente José dejó de convulsionarse. Se paró y camino hacia su madre, que yacía desvanecida en el piso. Su cara se puso roja como un pimiento, y comenzó a imitar los sonidos de la canción a la perfección, aunque misteriosamente era la primera vez que la escuchaba. Se sentó frente a los desorbitados ojos de su madre, y comenzó a arrancarse las uñas de los dedos a mordiscones, hasta que sus falanges comenzaron a sangrar como cascada. Buscó la navaja de afeitarse que su padre guardaba en un cajón, y al ritmo de el impasible «number nine, number nine» comenzó a dibujarse el número 9 por todo el cuerpo.
De la nada, todo acabó. Su madre se levantó en un mar de sangre, mientras se escuchaba una versión diabólica y distorsionada de «Good Night». Tomó a su lastimado hijo en brazos, justo a tiempo para que exhale su último suspiro. Lloró durante unos minutos sobre el cadáver de su primogénito, hasta que sintió un denso calor sobre su piel. La cara de José se contrajo en una mueca demoníaca, y le gritó: ¡TE MALDIGO! ¡MALDITO SEA EL DÍA EN QUE NACÍ, Y TODOS LOS QUE NACERÁN EN ÉL!.
Después de eso no hubo nada, sólo un sencillo funeral. La familia me regaló todos sus discos, incluído el White Album, que es el único que conservé.
-Increíble. Jamás había escuchado una historia como ésta. Le pediría más detalles, pero en unos minutos llego a mi destino y no puedo demorarme más, vine para festejar mi cumpleaños con mi familia.-le expliqué al viejecito.
-Pero…un momento. ¿Cuándo es tu cumpleaños?
-13 de Agosto. ¿Por qué?.
El viejo pareció ver el demonio ahí mismo. Juntó todas sus bolsas lo más rápido que pudo y se fue corriendo, sin antes gritarme:
-Revolution 9. Ahí está la respuesta a todo. ¡REVOLUTION 9!
Meneé la cabeza con desaprobación, ¡la gente está loca!. Me puse los auriculares, dispuesta a relajarme un poco, ese viejo me había dejado bastante tensa.
Me reí de la ironía del destino, justo cuando prendo el mp3 cae en Revolution 9. Pero dejé de sonreír cuando vi por primera vez la duración de la cancion. 8:13 minutos. Había algo en esos números…ah, por supuesto. Yo nací un 13/8…pero eso no tenía nada de especial, ¿no?.
Antes de bajarme me puse la mochila al hombro, pero había algo grande que se salía y no la dejaba cerrar. Lo saqué con cuidado. George, John, Paul y Ringo me devolvieron una mirada fría y roja, brillando sobre sus caras negras.
Shit.
5 comentarios
¡Me encantó por completo! La referencia a los Beatles me gustó mucho y la historia de un vinilo del White Album diabólico es interesante, tanto como que podría ser cierta.
=O que no lo escuche1!! que no lo escuche!!!
Me encanto tu historia, pero me temo que revolution 9 no dura eso, dura unos cuantos minutos mas 8:23 creo ademas me parecio interesante porque se ha dicho mucho aserca de mensajes subliminales en esa cansion 5/5 miy buena, ahora lee mi creepy y comenta porfa 😉
de hecho si dura 8:13, depende porque muchos consideran que la los murmullos que se escuchan al final de «cry baby cry» son aun parte de este track, lo que le daría la duración de 8:13, aunque agregando esto al track es de 8:23
MUY BUEN CREEPY me encanto 😉
Amé el «shit» del final x’D.