Pete, el destilador de licor ilegal

Durante mi cuarto y quinto año de escuela primaria, solía quedarme a dormir en la casa de mi amigo Tom casi todos los fines de semana. Tom vivía en una casa de campo ruinosa. Compartía cuarto con su hermano mayor, Walter. Los tres nos quedábamos hasta tarde contando historias de terror.

La peor fue una historia verdadera. Así es como Walter la contó:

En la época de 1920, esta casa pertenecía a una familia diferente. Su vecino más cercano era un destilador endogámico de licor ilegal llamado Pete. Pete vivía en una choza al fondo del bosque y frecuentemente se metía en problemas con la ley. Los padres les advirtieron al pequeño y pequeña que vivían aquí que nunca se acercaran a Pete.

El jovencito vivía justamente en este cuarto. Una noche, fue despertado por el sonido de vidrio roto en algún lugar de la casa. Al vivir tan cerca de Pete, este niño era muy cauteloso. Y en vez de abrir la puerta, la cerró. Presionó su oreja en la puerta y escuchó.

El niño oyó las pisadas de botas por el pasillo, muy pesadas como para ser de su padre. Casi podía oler el licor ilegal a través de la puerta del dormitorio. «Déjame entrar, niño». Era Pete… pero el niño no abrió la puerta. Superando su miedo, gritó: «¡No!»

Luego de un minuto, el chico pudo escuchar las botas pesadas de Pete desvaneciéndose por la casa. En un cuarto distante, escuchó a su padre gritándole a Pete. Pero los gritos pronto se convirtieron en chillidos. Por casi una hora, los sonidos se degeneraban mientras el padre desgarraba sus cuerdas vocales con sus alaridos. El niño pensó que las súplicas roncas de agonía eran lo peor que había escuchado, hasta que fueron reemplazado por algo aún más terrible: silencio.

Las pisadas de bota de Pete se encaminaron al cuarto del niño. Golpeó la puerta sólida de roble: «¡Niño! Abre esta puerta o te arrepentirás». El chico podía oler el licor ilegal por la puerta. De nuevo, replicó: «¡No!».

Y entonces fue el turno de su madre. Sus gritos y chillidos duraron dos horas. Y cuando pararon, las botas pesadas regresaron hasta la puerta de su alcoba. El hedor del licor ilegal era abrumador. «¡Niño! Dije que abras la puerta. Esta es tu última oportunidad». El chico estaba aterrorizado: «¡Por favor, no lastimes a mi hermana!». Pete estaba borracho y divirtiéndose. Rio: «Entonces abre, niño». Pero el niño era más listo que eso. Pasó las siguientes tres horas escuchando los gritos de su hermana pequeña.

Cuando la policía llegó para investigar la casa dos días después, encontraron a la madre, al padre y a la hermana atados a sus camas. Pete había hecho un agujero pequeño en cada uno de sus abdómenes bajos y retiró los intestinos de sus vientres, centímetro por centímetro, mientras morían del dolor.

Al niño lo encontraron deshidratado pero vivo. Seguía encerrado justamente en este cuarto. Presionado justamente contra esta puerta. Estaba completamente catatónico. Pasó el resto de su vida en un sanatorio, susurrando ocasionalmente: «¿Debí haber abierto la puerta?… ¿Debí haber abierto la puerta?».

Al final, Pete fue encontrado y ejecutado. Su choza fue destruida. Pero su fantasma sigue acechando esta casa. A veces, podemos oler un poco del licor dulce por las mañanas y sentir un dolor en nuestras entrañas. Y cuando lo hacemos, sabemos que Pete estuvo aquí durante la noche tratando de arrancarnos los intestinos.

Esta historia en serio me asustó. ¡Diez de diez! Siempre insistí con que los tres durmiéramos con la puerta del cuarto cerrada y las luces prendidas. ¡Tu imaginación es tan fuerte a esa edad! Estaba aterrorizado de cada sonido en la casa antes de dormirme. Siempre que despertaba en su casa, incluso podía oler el dulce aroma del licor ilegal de Pete. Para ser honesto, también sentía un dolor en mi abdomen bajo.

Casi siempre que le contaba esto a los dos hermanos, se reían y bromeaban. «Sí, yo también lo huelo», decía Walter. «Yo también. ¡Y me duelen las tripas!», seguía Tom, pretendiendo estar asustado. Se mudaron a Utah cuando Tom y yo estábamos en quinto grado. No los he visto desde entonces.

Adelantémonos a esta mañana. Estoy sentado en el laboratorio de química del campus de la universidad. Mientras estábamos preparando un experimento, me percaté de que uno de los químicos olía tal como el licor de Pete. Es una esencia increíblemente distintiva, penetrante, casi dulce. No tanto como alcohol fuerte o licor destilado ilegalmente, pero similar.

No la había olido desde aquellas mañanas luego de haber dormido con Tom y Walter. Era exactamente el mismo olor. Tomé la botella y vi la etiqueta: «Éter etílico». Era éter.

Me quedé viendo al otro lado del laboratorio, aturdido. Paralizado. Recordé que cerraba la puerta del dormitorio todas las noches. Pensé en despertar con el olor débil de éter en mi boca. Recuerdo el dolor distintivo en mis intestinos cada mañana.

Y comprendí… que no había ningún «Pete, el destilador de licor ilegal».

Me habían estado violando.

La traducción al español pertenece a Spoby (contribuidora). Fue escrito en inglés por Oven Friend:
http://ovenfriend.com/

Spoby

Hasta que el león aprenda a hablar, todas las historias glorificarán al cazador.

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18 comentarios

honestamente, es el mejor final que he visto. No trata de meterse en lo paranormal, y tiene un final realista, perturbador, desgarrador e impactante para el prota

el dormia con sus amigos, y cerraba la puerta por las dudas de que entrara el chabon borracho, pero en realidad, nunca existio esa historia, sino que sus amigos la inventaron para dormir al chsbon y violarlo

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