Ojos cerrados

Llevaba un año viviendo en la casa de mi tío Marco, en su tranquila estancia en e l interior del país. El lugar era silencioso, pero los quehaceres eran variados y aveces muy pesados. él estaba muy orgulloso de mí, decía: «Miren como este niño trabaja, ya parece todo un hombre», por lo que decidió regalarme una fiesta por mis 9 años, festejándolos ahí, me dijo que buscaría a alguien ppara que sirva de animador del evento ante los amigos que hice allí.Obviamente estaba contentísimo, no saía si me merecía tanto.

LLegó el día y el tiempo se encontraba indeciso, por momentos el sol cegaba y en otros comenzaba a llover, lo que hizo que no todos se vayan al festejo. Mis amigos y yo estabamos ansiosos por ver quien sería el misterioso personaje que vendría, hasta que porfin apareció: llegó en una carroza como nunca antes había visto, un elefante blanco para un barrio tan humilda como el nuestro en los años 20; se bajó, era un hombre alto con un traje tan elegante que todos los niños nos acercamos para tocarlo, a todo respondía con una sonrisa y mirándonos como si todo estuviera bien. Mi tío nos dijo que nos sentaramos, que iba a comenzar la función.

El hombre sacó de la baulera un muñeco que posiblemente era más grande que yo, entonces supimos que era un ventrílocuo. Adultos y niños mirábamos como el hombre se acomadaba en la silla con el títere, hasta que dijo: -«Me voy a vendar los ojos y voy a girar a Berto (el muñeco) quien abrirá los ojos y el niño a quien él apunte, subirá conmigo al escenario»; todos aplaudíamos, movía la cabeza del muñeco lentamente hasta que lo empujó un poco y abrió los ojos, nunca había visto unos ojos tan profundos, un azul que expresaba frialdad. El hombre se quitó la venda y vió que el muñeco me miraba sin duda alguna, sonri, y el muñeco dijo: -«Subí amigo!» Tengo que admitir que me divertí mucho mientras duró.

La fiesta terminó y comenzaban a irse. El ventrilocuo se acercó y pidió a mi tió para queda acompañarlo para elegir uno de los muñecos que tenía en la carroza a modo de un regalo para mí, mi tío no tuvo problema en decir que sí.

Me fui y el hombre me veía desde afuera percatándose que yo miraba los estantes donde estaban los muñecos con mucha coriosidad y misterio, -«Solo abren los ojos en las funciones, lo hago para cuidarlos»»- me dijo sonriendo, hice como que no escuché nada y continué con lo mío, los miraba pero todos tenían algo misterioso. La puerta se cerró y me quedé adentro, la carroza comenzó a andar, grité porque sentía que me estaba secuestrando, escuché que los muñecos decían «shh» cada vez con más fuerzas, algunos lloraban y otros insistían pidiéndome silencio, hasta que ví a Berto al lado mío mirándome con sus fríos ojos azules que se convirtieron en un malva intenso que acompañó con una sonrisa nerviosa y con tintes psicópatas. Me dí cuenta que todos ellos tenían fechas en sus espaldas e inevitablemente pregunté de qué se trataba, uno me dijo que eran las fechas de us últimos cumpleaños «cuando cambiaron la piel por  madera», me vendaron los ojos y sentí que me cortaban la espalda haciéndome un hueco en una especie de ritual que no sé comprender hasta ahora, el hombre reía sin cesar, lo último que ví fue cómo se burlaba de mí.

«…Creo que amaneció, me siento empolvado, un poco sucio, extraño a mi tío, pero tengo buenas noticias, estoy abriendo los ojos! Veo a un niño con un binete de cumpleañero, escuché que se llama Roberto, disculpame, no será mi intención»

creación propia

el tano palomino

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