Nigra Umbras

Mi hermano ha sido de esas personas que tienen una personalidad cambiante. No más con preguntarle “¿en dónde haz trabajado?” de seguro te dirá que en una veintena de sitios. Y bueno, esto no tendría nada de raro, su personalidad, la forma en que ve las cosas y cómo maneja su vida. Nada tendría de raro, no ser por los cambios y cicatrices que lleva en el alma a causa de ello. No me refiero precisamente a amoríos o idilios que jamás llegaron a sentir la plenitud de la vida, me refiero a esas cicatrices que guarda el alma, esos  recuerdos que se esconden en los recovecos de la mente humana, tal vez para nunca salir de ahí.

Esto fue hace unos 4 o 5 años. Por aquella época mi hermano tenía 18 años. Alto, un poco delgado, le gustaba la patineta y el fútbol, como cualquier chico de su edad. Tenía un par de amigos con los que siempre se la pasaba montando la tabla, jugando fútbol o simplemente pasándola bien.  Uno de estos chicos tenía algo bastante peculiar: un gusto excesivo por el Black metal. No es por ser exagerado porque yo también escucho Black Metal, pero este chico en particular pareciera que hubiera nacido en Noruega y no aquí. Su atuendo, sus pensamientos, su mirada, sus gustos, todo era basado en la atmósfera oscura del Black Metal. Sucedió que un par de meses antes de cumplir los 19 años, mi hermano había empezado a frecuentar la casa de este chico. Al poco tiempo de estar en compañía de este, mi hermano había cambiado de forma radical: dejó de ser el chico alegre y optimista de siempre y pasó a ser un ente que caminaba por la casa con cierta altanería y altivez, con un atuendo completamente oscuro, como si llevase encima de él la oscuridad de la nada. Había adquirido el gusto por el Black Metal y su mundo. Le gustaba encerrarse horas en su cuarto y escuchar los gritos de Bathory y los guturales de Silencer. Su amigo, al ver que le seguía y lo tenía en muy buena estima, le había extendido cierta invitación con un grupo de personas que tenían los mismos gustos que ellos. Algo normal, pensó mi hermano. Aceptó ir una noche y mirar de qué iba a hacer la reunión con aquellas personas que su amigo le había comentado.

No fue mucho lo que estuvo ahí metido, le sofocaba el aire pesado, como si estuviera respirando aire emanado de una caldera hirviente. El sonido era absurdo y los invitados parecían sacados de todo, menos de una reunión amena para escuchar buena música. “He aquí a mis hijos reunidos… la sangre sea derramada por ellos…” dijo la figura negra que estaba parada en lo alto de una especie de altar, en un tono denso, grave, oscuro… Mi hermano sintió algo en su pecho y salió despavorido de aquel lugar. No pudo aguantar la presión que el ambiente le suscitaba y se dirigió a su casa. De su amigo no volvió a saber nada después de aquella extraña reunión a la cual le había invitado, salvo dos llamadas que le hizo para saber qué había pasado y por qué había salido intempestivamente del lugar.

Meses después del cumpleaños de mi hermano, nos había llegado la noticia de la muerte de su amigo en extrañas circunstancias. Nadie supo realmente lo que le sucedió: fue encontrado con la cara morada, acurrucado en una de las esquinas del cuarto, los ojos fijos hacia el techo y un grito ahogado que jamás lo escucho su padre que dormía en la habitación contigua. Todo un misterio tanto para la policía local como para los vecinos. Se rumoreaba que fue uno de esos seres que lo visitaba por las noches, una especie de sombra que lo seguía por todos lados, a donde quiera que fuese, allí estaba. Su padre lo había visto un día que estaba en casa y su hijo salía de la habitación con paso acelerado. Pudo observar como una sombra le seguía por la pared a varios metros del chico.

Mientras esto sucedía, mi hermano había seguido con su onda de Black Metal a todo volumen, todos los días de la semana. Era una especie de ritual que hacía para ahogar su espíritu entre el misticismo y la oscuridad de la música. He aquí que en una reunión familiar y con amigos, mi hermano había decidido por cortesía (y por los ruegos de nuestra mamá) no escuchar Black Metal en toda la reunión, por lo cual bajó de su cuarto y pasó un rato entre cervezas, risas, fotos y amigos. A eso de las 3 de la mañana él y yo hemos subido a su habitación para observar ciertas fotos que habíamos tomado con mi cámara. Las descargamos a su ordenador y manos a la obra comenzamos a organizarlas para subirlas más tarde al correo y enviarlas a nuestros amigos. Entre las fotos, hubo una que nos dejo bastante preocupados. Había sido una de las últimas fotos, el fondo se los describiré tal cual era, es y seguirá siendo: de izquierda a derecha estábamos Julio, yo y Roberto; abajo estaban sentados mi hermano y su novia Lorena. Detrás de nosotros, hacía el lado derecho se encontraba un hombre, imitando la misma postura que mi hermano. Se encontraba sentado en una de las sillas de la cocina y tenía apoyada su cara sobre su mano derecha, tal cual como mi hermano lo hacía. Este hombre era lo más espantoso que mis ojos pudieron haber visto. Aunque estuviera muy atrás y casi no se pudiera distinguir, su expresión se notaba nítida y aún la recuerdo. Tenía la capucha de su chaqueta sobre la cabeza, su piel parecía quemada y pútrida, los ojos rojos, la sonrisa tenía huecos por la ausencia de dientes, era burlesca y siniestra. Sus pómulos estaban pegados al hueso, no había mejillas como tal, era completamente esquelético. De los dedos, de la única mano visible, la derecha, se desprendían sendas uñas, largas y al parecer sucias. Sus manos eran al igual que su contextura, completamente esqueléticas. El sujeto era como esos bufones que se burlan de sus victimas a costillas de las expresiones y acciones de esta. Nos causo mucho temor, en toda la fiesta jamás vimos a tal sujeto, ni en la cocina, ni en la sala, habitaciones, patio o terraza. Bajamos atemorizados, preguntamos a mi padre si había salido alguien de la casa en la última hora: su respuesta fue negativa. Le preguntamos a mi abuela si había entrado alguien a la cocina en la última hora: su respuesta fue la misma que la de mi padre, negativa. Muy asustados subimos al cuarto y observamos de nuevo la foto. Ahí estaba ese ser extraño que imitaba a mi hermano ¿con qué propósito? No lo supimos.

Al día siguiente de la fiesta tuve que salir de compras con mis padres y mi hermano prefirió quedarse  solo en la casa. Serían las 4 de la tarde cuando regresamos de casa y encontramos a mi hermano semi desnudo, con la toalla puesta, los pies bañados en sangre y sentado al borde del andén de la casa. Lo único que nos dijo antes de entrar en razón fue: “No entren! No entren! Ahí está, es él, es él…” No pudimos entrar a la casa por lo cual llamamos a una ambulancia para que se lo llevaran por las cortadas que tenía en los pies. Cuando estuvo en el hospital y en mejores condiciones, nos pudo contar lo que le había pasado:

“Me había levantado normal. Quise bañarme, apestaba a diablos después de la fiesta. Me metí a la ducha dejando el equipo de sonido a todo volumen con Black Metal como siempre lo hago. Minutos después de estar en el baño el equipo empezó a fallar, sinceramente pensé que era el control de sonido… ustedes saben que eso está dañado… La música comenzó a subir y abajar. Se escuchaba fuerte, luego silencio en toda la casa… fuerte… luego silencio… fue extraño. Me salí de la ducha para mirar que había pasado con el sonido. Al pasar por la entrada de mi cuarto me di cuenta que había alguien en mi cama. Estaba sentado y me vio pasar de rapidez. Era Johan… mamá, era él! Era Johan! Estaba ahí. Se quedó mirándome fijamente, no pude reaccionar, sentí un grito ahogado dentro de mí. Bajé al primer piso para apagar la música que nuevamente había subido como si nada. Pensé “no es nada Martin, no es nada, es tu imaginación”. Regrese a mi cuarto, pensando en que había sido mi imaginación. Ya no había nadie, estaba sola la habitación. Intente  vestirme rápido, con la mente puesta en otra cosa, menos en lo que había visto. Me iba a poner mi camiseta, cuando vi algo rápido a mi derecha, algo que se escabullo pero por la pared se vio el reflejo de la sombra: Johan había pasado por la entrada del cuarto, se devolvió y me miró desde la puerta… luego siguió como quien va hacia el fondo del pasillo. No aguante más y salí corriendo de la casa. El equipo de sonido retumbo en toda la casa, la música era un infierno de voces sin sentido. Sin darme cuenta, las escaleras estaban alfombradas de pedazos de vidrio, cuando había subido a mi cuarto estaban normales, sin nada…. Baje como pude, corriendo, me corte los pies y con los cristales entre mis dedos salí de la casa. No pude ingresar, sentí un peso en mi espalda, algo que me jalaba hacia el piso… no sé que era…”

Tuvimos que desalojar la casa e irnos a vivir a otro barrio. Los amigos de Johan estaban siguiendo a mi hermano Martín por haberse salido de aquel grupo. Al parecer, su amigo lo estaba buscando para algo, nunca hemos sabido porque se le presentó solo a él. Ahora todos tenemos miedo de ver cosas, sombras o manchas cerca de la entrada de las puertas; tememos revisar nuestras fotos y descubrir cosas que nunca las hemos visto, pero que ellas si nos han visto a nosotros… desde siempre, desde antes, ahora y para siempre…

 

Es una creación propia

Sergio Arevalo

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6 comentarios

Jodeme, ¿enserio pasó eso? ¡Que horror! Yo no lo soportaría. ¿Tu hermano siguió con su onda Black Metal? ¿O no quiso saber más nada? Loco, que cosa más extraña -.- ¡¡¡¡Quién sabe que hubiera pasado si Martín no hubiera salido de la reunión!!!!

Bueno, no es mi hermano. Es el hermano de una amiga, ella me contó la historia de pies a cabeza. Creo que él está en otra ciudad alejado de todo y creo que dejó el black metal. Después de ese susto hasta yo me pongo a escuchar baladitas romanticas o.O

No me huele a real, pero si lo es es una lección para no escuchar black metal , que no contiene más que contenidos satánicos.

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