Mientras agonizo (II)

Abrí los ojos bajo las sábanas, yo era una psiquiatra, y yo estaba enferma, padecía de Psicosis, no había doctores cuidándome, nada estaba bien, yo estaba en medio de un apocalipsis zombi, y hacía un par de semanas, Jared había asesinado a mí… A lo que antes fue mi hermana. Me senté lentamente, vi de reojo a Andrew, que me observaba tenso, esperé pacientemente a que mis recuerdos volvieran, a que mi mente enferma se reorganizara, casi pude sentir físicamente el momento en el que mi cerebro estuvo completo de nuevo, miré detenidamente a mi alrededor, estaba en la que había sido la habitación del pequeño bebé que aparecía en las fotografías de la familia a la que le pertenecía aquella casa, en la que ahora vivíamos, observé las altas paredes pintadas de blanco y la alta puerta corrediza de madera, detrás de la cual estaba la recamara principal.

Bajé despacio los pies por el borde de la cama, Andrew se movía acorde a mí, no sabía si hablaba o no, estaba demasiado inmersa en mi misma para poner atención. Recordé las cosas como habían pasado en realidad, las cosas que Jared me había dicho ahora tenían todo el sentido. Pude verme allí, de pie, en medio del vacío mall, con mi hermana muerta a mis pies, Jared sosteniendo mi mano, el le había disparado, por mi bien. Volteé a ver a Andrew, fue  como si de repente se aclarara la señal de una televisión, comencé a escuchar su voz claramente, y vi su rostro como si fuese la primera vez. Sentí llegar las lágrimas.

Vi que la gran puerta reluciente de la habitación principal se abrió, me encontraba sentada en el piso, justo en frente de esta, Andrew a mi lado en silencio, se puso de pie al ver entrar a Jared y Némesis, se les acercó rápidamente, les dijo un par de cosas, supuse que les daba el informe; Los tres voltearon a verme al mismo tiempo. Me levanté en silencio, sentía mis mejillas aún mojadas, había sido una larga tarde, pasé al lado de Andrew, me paré frente a Némesis y lo abracé con todas mis fuerzas. “Gracias, por todo” Le dije despacio. “Cuando quieras” Me respondió, riendo ligeramente. Volteé hacia Jared, me le acerqué.

–Discúlpame Jared, por no haber… Comprendido.

–Te entiendo –Me dijo, dibujando media sonrisa en su rostro.  –Ya todo en si mismo es difícil de creer.  –Sonreí y lo abracé, no pude evitar el arribo de las, últimamente muy recurrentes, lágrimas, a lo que él me estrechó fuertemente entre sus brazos; su cariño me quebró por completo.

Todos estábamos alrededor de la chimenea, en enormes y esponjosos sillones dobles, se escuchaban lentas y bajas las risas, la relajación era casi palpable, el calor me rodeaba, y me llenaba, Andrew y Jared charlaban de cosas que apenas entendía, pasatiempos de sus vidas pasadas, eran tan parecidos en ciertos aspectos, Némesis y yo solo los observábamos, y hacíamos ligeros comentarios llenos de sarcasmo de vez en vez. Subí la manta que tenía sobre mis piernas hasta mis hombros, me acurruqué plácidamente sobre mi costado, y desde allí seguí escuchando, las risas se tornaron difusas, lejanas. Sonreí.

Estaba parada en medio del Hall, viendo hacia la puerta doble de madera de la entrada, abierta de par en par, al igual que las ventanas; la chimenea humeaba lentamente y la habitación entera estaba fuertemente iluminada, todo brillaba, blanco a mi alrededor, levanté mis manos, y en cada una de ellas había un arma, una colt phyton en la izquierda, una Golden desert Eagle en la derecha. Algo ensombreció la luminosidad de la habitación, aparté la mirada de mis manos, y fijé mis ojos en la puerta de entrada, allí, parados y muy quietos, en una formación “V” con Némesis a la cabeza, estaban mis compañeros, los chorros de luz que se colaban a sus alrededores, no me permitían observarlos; fijé mi mirada, para poder verlos bien, quería saber que hacían allí parados, me acerqué un par de pasos, y entonces me congelé por completo, me percaté de su piel grisácea, sus ojos profundamente negros, sin vida, inyectados en sangre, y su carencia de expresión, transformándose rápidamente en un furioso gesto.

–¿Te atreverás a dispararnos? –Dijo Andrew esbozando una maléfica sonrisa. Mi estupor se convirtió en pánico, se suponía que el virus vaciaba de toda conciencia al individuo, no tenían capacidad de pensar, ni de hablar.

–Vamos, estamos cerca, somos blancos fáciles –Incitó Jared, de una forma casi obscena.

–Eres débil, siempre lo has sido. No eres más que un estorbo para nosotros –Némesis mostró sus afilados dientes, con malicia, se agazapó sobre el piso y saltó ágilmente sobre mi, levanté mis manos y apreté ambos gatillos, una bala se perdió en el techo, la otra entró directo a su hombro, se desplomó pesadamente sobre el piso, para ponerse en pié casi inmediatamente. -¿Lo ves? Completamente inútil. Apenas tuve tiempo de reaccionar, cuando los tres comenzaron a correr hacía mí, me di la vuelta lo más rápido que pude y corrí hacia las escaleras, subí lo más rápido que pude, saltando de dos en dos, cayendo, arrastrándome, levantándome de nuevo y obligándome a seguir; escuchaba sus rugidos salvajes, y sus pesados pasos sobre las superficies, el rasgar de sus garras sobre las paredes y sus carcajadas enloquecidas retumbaban en mis oídos, entré de prisa a la primera puerta abierta que vi, me di la vuelta y pasé el pestillo, con todas las fuerzas que fui capaz de acopiar, volqué mueble tras mueble sobre la puerta, un tocador, sillas, todo lo que me diera unos minutos para pensar.

Eran tres, eran fuertes, ya no eran ellos mismos, probablemente estaban armados, y no eran comunes, de alguna manera eran inteligentes, y yo los amaba. Miré a mi alrededor, como esperando que alguna solución saltara de alguna de las esquinas de la polvorienta habitación; vi entre las gastadas cortinas carmesí de la puerta que daba al balcón, allí afuera estaba la libertad, y la soledad. Sobrevivir era lo importante. Comencé a escuchar unas fuertes carcajadas y unos ligeros rasguños sobre la puerta, querían que supiera que estaban allí, jugaban conmigo, atormentaban a su presa. Tomé una gran bocanada de aire, y me dirigí rápidamente hacia la puerta del balcón, la abrí bruscamente y salí corriendo, allí afuera debía haber una solución, un escape, por mas oculto que estuviese, me precipité hacia la barda, de algo mas de un metro y medio de alto, miré hacia abajo, busqué desesperadamente algo que me pudiera ayudar, detrás de mi, escuché un fuerte golpe, seguido de el desgarrar de la madera, no me atrevía a voltear, sabía que ya estaban aquí, miré un segundo hacia el infinito, el cielo azul resplandecía, subí a la barda, sin miedo, me volteé para encarar a mis verdugos, venían hacia mi, hambrientos de mi carne, sedientos de mi sangre, desenfundé mis armas, y las apreté entre mis manos, sonreí, cerré serenamente los ojos…

Creación propia.

Lilith Filth