Los Corruptivos

Van tres días en lo mismo, antes de quedarme dormido escucho ese silbido, en vez de relajarme me lleva hacia dominios del pánico, paralizando todo mi cuerpo. Que sensación tan inusual, puedo escuchar hasta el grillo más distante logrando memorizar  cada frote y pausa de su milagrosa serenata, no es mi imaginación.-Debo estar sufriendo de catalepsia, eso es.-  me dije.- ¿Por qué en esos momentos mi corazón hace lo contrario? Este nuevo proceso lo acelera casi al límite donde siento un dolor agudo en mi pecho  y trato de moverme, una fuerza me lo impide, unas veces lo logro pero… algo me arrastra.

Quizás hoy si pueda conciliar el sueño, necesito descansar, van tres días en lo mismo, completos sin poder dormir, todo por esa pesadilla. Me encontraba flotando justo encima de mi cuerpo, realice maniobras como si estuviese nadando en el aire, lo intentaba con todas mis fuerzas pensando que el momento de descender al Seol  había llegado. De pronto, simplemente fui absorbido por mi cuerpo tendido y desperté.

Perturbado ¡Sí! Eso podría explicar lo primero que sentí al despertarme, cuantas maravillas están ocultas en la creación que aun cuestan admitirlas solo por el orgullo de pensar que somos totalmente independientes de nuestra existencia.

Pero esta noche será diferente, lo siento en mi oído derecho, ya que como a algunos, me sirve tanto para escuchar como presentir. Ese silbido, cuando se está despierto, me indica que algo o alguien se encuentra en mi entorno.- Sexto sentido- murmuré. Estamos hechos, dotados de múltiples sentidos.- será mejor relajarme, de seguir así pensando, las horas correrán colapsando mi mente ¡Ya está!

¿Qué es eso?… ¡No!… es él, otra vez… ¡El Silbido! Podre evitarlo, controlarlo pero ¡Oh, no! me paralizo… mis pies, siento el cosquilleo recorriéndome.

Ahora llega a mi pecho.- Coeur, rester tranquille cette fois, où je me prépare à être courageux          pour faire face à mon démon –  Es inevitable, me destrozara el pecho.

 

El cosquilleo llegara pronto a mi cabeza, completando el proceso ¡El lugar oscuro! Llegare allí en cualquier momento… ¿Qué paso?

Me muevo ¡lo logre! Y es así como el arma más poderosa, la maquinaria extraordinaria es imponente ante el cuerpo. Pero la mente es incógnita en este plano, siempre lo será ya que pocos conocen su ocupación en lo etéreo.

¿Dónde me encuentro? – no puedo ver luz alguna, una vibración me hizo levantar los parpados y voltear hacia la derecha…otras personas. Estábamos viajando, entre ellos se encontraba una pareja peculiar, eran los únicos tomados de la mano, ella lo guiaba a él.

Recuerdo la mirada del joven, intento ayudarme estoy seguro pero no se movió mientras me arrastraban con brío. No pude olvidar su mirada.

Me abandonaron en un cuarto oscuro, ni mi cuerpo podía observar, aunque  si sentirlo, seguramente había regresado, pero abrí mis ojos, más en mi habitación no me encontraba sino en el Cuarto Oscuro, Hay cosas tan libres de observar y disfrutar, otras que no soportaríamos, aceptarlas nos permitiría avanzar, evolucionar como es debido…mentalmente.

¡Ayúdame! -escuche a lo lejos,  era la voz de un hombre, áspera, asustada, un anciano ¿Estaría siendo torturado? Posiblemente seria un lugar de martirio.

La bondad del Creador es inmensa, sin embargo nuestros actos deben ser apoquinados de alguna manera u otra.

-¿Qué le pasa? –Pregunte.

¡Ayúdame! –  Volví a escuchar con más dolor, estaba cerca- ¡Ayúdame!

-¡Ya estoy cerca!- grite.

Ayúdame, te lo ruego!- escuche con mayor potencia.

-¡Tranquilo señor!- dije mientras caminaba con sumo cuidado en esa oscura estancia, la voz persistía.- ¡Ayúdame! ¡Ayúdame!- cuanto daría por no haber acudido al llamado.

Una luz se acercaba, de ella salían las palabras de auxilio.

-¡Ayúdame! Seguía repitiendo el moribundo.

Al alcanzarlo solo veía la luz, el anciano estaba de espaldas, se movía de forma torpe y brusca dando pocos pasos, esa pobre criatura no sabía a dónde ir. Lo tome del hombro preguntándole:

-¿Qué tiene?

Cuando volteo, un temor muy intenso cayó sobre mí, di un grito espantoso al verlo, tanto que se ha convertido en mi nueva idea. Su cuello estaba ensangrentado corriéndole un líquido de color inexplicable, lo más importante no era la emanación sino que el anciano no tenia cabeza.

Su cuello repugnante, mostraba los trozos detrimenticos, el hombre se movía ¿Cómo podía hacerlo? Parecía una cucaracha. Se acercaba hacia mi levantando sus brazos, lo empuje y mientras me alejaba del espanto tropecé con algo o alguien, creí derrumbarlo.

Efectivamente, no era algo sino alguien, una mujer estaba tendida por mi culpa, al ayudarla a reincorporarse me atormento no la voz áspera, igual de angustiosa que la del anciano sino la palabra en ritornello ¡Ayúdame! No sé si palidecí, no lo creo ya que en ese estado las expresiones son casi escasas. La mujer también se encontraba degollada, con esa misma sustancia espesa brotándole, cubriéndola y manchando su cuerpo; se abalanzo sobre mí al igual que el anciano lo que prosiguió a un forcejeo entre ambos.

Ayúdame!- escuche otra voz, sumándose a la de la mujer.

Ayúdame! ¡Ayúdame! ¡Ayúdame!

No olvido esos ecos, estaba rodeado de cientos de ellos, los degollados… los Corruptivos. Tomándome por todas partes, tocándome con sus manos manchadas, llenas de desesperación, angustia, ruego y arrepentimiento.

La calma llego, me hallaba en mi cama completamente empapado en sudor, con un dolor agudo en mi pecho

-¡Cálmate! fue una pesadilla- me dije.

Ojala las pesadillas no pertenecieran al subconsciente aunque seria contranatural, ya que la sumatoria de la consciencia da como resultado el poder CREAR, son la fuente de toda creación. Dios domina ambos extremos, su ilimitada perfección, en él no hay facultades, El es la Facultad.

¡Otra noche sin dormir!  Van tres días en lo mismo, que desperdicio de mi existencia, un soplo de vida convirtiéndose en suspiro a punto de fenecer. Mi corazón no soportaría otro suplicio de la cama, así que deje reposar mi cuerpo en un sillón que estaba junto a ella, al menos hasta que les rayons du soleil ne dissiper la terreur.

Pase un buen rato sentado, aun debe estar sentado con la mirada fija ¡Si, fija! Observando el vacio que llene imaginando la gloriosa paz que podrían alcanzar aquellos escogidos, los fieles comprados a vivir en la eterna armonía venidera. La sonrisa mejoraba mi triste realidad, hasta quedarme amodorrado ¡Si, por fin, nuevamente!

El sillón confortable lo sabía, aun debe saberlo, sentir como mi cuerpo se enfriaba, cayendo en la profundidad de la muerte en vida.

¡O Mea! El silbido, ese horrendo canto, quizás una flauta utilizada por un Mensajero caído cuya tarea ejecutaba exquisitamente… que espina. Paralizado, recuerdo estar palideciendo, rodeado de degollados acercándose, levantando sus manos:

¡S’il vous plaît tenir cet éclat coeur, qui et seulement un défaut que affect ma compréhension!-me dije.

¡Ayúdame! No veo luz… oscuridad perpetua me rodea, que fría morada, esperando el toque de trompeta del Prominente.

¡Ayúdame, te lo ruego! Soy el único aquí, que la cabeza mantengo.

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Amadeus

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