—911, ¿cuál es su emergencia? —Laura contestó la llamada que llegó a la estación.
Lo había hecho por tanto tiempo que se había convertido en un reflejo para ella siempre que contestaba. Pero esa vez se le hizo difícil permanecer apática una vez que reconoció el número.
—Hola, hay hombres afuera de mi casa. ¡Están tratando de botar la puerta! Mi nombre es…
El miedo en la voz del hombre era palpable, y más auténtico que incluso sus llamadas más convincentes. Antes de que siquiera lo dijera, Laura sabía que su nombre era:
—…Gene Brewster.
Y que vivía en:
—71 Pine Ridge Avenue.
Las primeras veces que llamó, fue convincente. También imaginativo. Hubo una llamada que hizo en donde logró enviar un equipo SWAT a la casa de alguien. Otra de sus llamadas de broma jodió tanto a la chica nueva que renunció al día siguiente. Y cada vez que llamaba, se salía con la suya en todo. No hace más de tres meses, una de sus llamadas de broma mandó a dos ambulancias tras una pista falsa, desviándose de su llamada original acerca de un accidente de múltiples autos en la autopista que era bastante real. Una madre y un padre murieron en el pavimento mientras sus hijos observaban aterrorizados. La voz incesante del hombre había repiqueteado en su cabeza desde aquella llamada. Laura conservó una fotografía recortada del periódico local y la pegó en la parte superior de su monitor.
El que Gene usara un nuevo teléfono desechable con cada llamada significaba que la policía no estaba interesada en desperdiciar esfuerzos rastreándolo. Por supuesto, Laura no compartía su desinterés. Comenzó a registrar los números telefónicos de cada teléfono desechable con el que llamaba. De ahí en adelante, no le costó mucho rastrear la compra en masa de teléfonos desechables entre los negocios locales del condado. Eso fue todo lo que se necesitó para obtener un nombre y una dirección.
Hace un año, el Estado se vio obligado a cerrar una de sus instituciones psiquiátricas. Laura escuchó historias sobre pacientes antiguos que causaban problemas en los proyectos de vivienda a unas ciudades de distancia. A pesar de sus reservas iniciales, fue bastante fácil para Laura infundir una obsesión con Gene en algunos esquizofrénicos paranoides.
Laura podía escuchar el golpeteo ruidoso en el trasfondo, amenizando por las súplicas de auxilio tartamudeantes de Gene. Saboreó el momento antes de enmascarar su gozo con indiferencia.
—Señor, lo siento. Este número está reservado para emergencias. Por favor, absténgase de hacer llamadas de broma a este número en el futuro. Que tenga un buen día.
Mientras acercaba su mano al botón de apagado, podía escuchar las súplicas de Gene volviéndose más frenéticas, ebullendo en gritos de ayuda en tanto su puerta frontal se hacía añicos.
En ese momento, Laura deseó, más que nada, poder quedarse en línea solo por otro segundo más.
Pero realmente tenía que pasar a la siguiente llamada.
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6 comentarios
que buena historia muchas gracias por subirla
Supongo que no entendi, pero asocio el titulo a que ella provoco lo que le sucedio a gene, estoy en lo correcto?
Sí. El título hace referencia al cuento de Pedrito y el lobo: esta vez el «lobo» si era real y habia sido enviado por Laura
si estas en lo correcto
De lo mejor
No volveremos a ver a ese tonto.jpg :v