La realidad puede ser peor que la ficción. Lo que es realmente atemorizador no son las cosas que se enderezan en la noche, sino el giro macabro del destino en la vida. Especialmente cuando se vuelven más horrorosas cada vez que te entrometes en ellas.
Como la historia de la vieja Tía Mary.
Mary no era mi tía, sino la de un amigo. Me ha contado esta historia. Como es un asunto familiar muy personal, los nombres han sido cambiados para proteger su privacidad.
La Vieja Tía Mary era la mayor de cuatro niños. Estuvo soltera por los primeros 40 y pico años de su vida, así que siempre estaba consintiendo a sus sobrinos y sobrinas con regalos indulgentes. Era la tía favorita de todo el mundo.
Sin embargo, en el fondo, ella se sentía muy sola.
El siempre ser la solterona mientras todos a su alrededor se casaban y tenían niños causó un giro mental en ella. Cuando ambos de sus padres eventualmente murieron, dejaron una casa en expansión a su favor. Pero el vacío en su vida se volvió tan cavernoso como las habitaciones vacías de su mansión.
Un poco después de su cumpleaños 46, ella sorprendió a todos anunciando su repentina boda con Stanley, un hombre que sólo había conocido hace dos meses.
Era claro sin embargo, ambos estaban profundamente enamorados. Él era sólo un poco más joven– 39 años – pero tenía un alma tan encantadora, adecuada y generosa como la de Mary. Mientras nadie sabía mucho sobre Stanley, todos lo amaron y le dieron la bienvenida a la familia. También estaban secretamente aliviados de que Mary hubiera encontrado la felicidad luego de todos esos años de soledad.
Un mes luego de la boda, tuvieron una luna de miel de toda una vida, tomándose un año para viajar a través del mundo. Cada unas pocas semanas una carta se recibía de varias localizaciones exóticas exclamando la diversión que estaban teniendo.
Todo se veía perfecto hasta que la pareja volvió del viaje. Viviendo juntos en la mansión, Mary empezó a cambiar. Paró de dormir en la misma cama que Stanley, luego insistió que tuvieran cuartos separados. Pronto, clamaba oír ruidos extraños en toda la casa: su nombre siendo llamado durante la noche, ruidos de arañazos haciendo eco en los pasillos, o gemidos lastimeros que parecían venir de las paredes.
Mientras más trataba Stanley de contenerla, más asustada se volvía. Le gritaba y le gritaba que se alejara, y que no la tocara. Pasaba días encerrándose en un cuarto llorando y balbuceando, volviéndose loca lentamente de la suciedad que se acumulaba y la insolación mental.
Eventualmente, la familia la llevó a un psiquiatra, que la diagnosticó con un tipo de esquizofrenia paranoide conocida como el Síndrome de Capgras. Es una condición rara donde la víctima cree que alguien cercano ha sido reemplazado con un impostor idéntico. Clamaba que Stanley no era su esposo – sino algo que se veía, actuaba y pretendía ser Stanley.
Su familia tuvo que lidiar con la difícil decisión de ingresar a Mary a una institución mental para que pudiera obtener la ayuda que necesitaba, o sedarla y cuidarla en casa. Eligieron sedarla.
Por todo este tiempo, Stanley estaba claramente muy inquieto, pero seguía amando a Mary con todo su corazón. Nunca vaciló al ayudarla junto a su cama, al alimentarla y al hablarle como un amado esposo. Sobre el año siguiente la familia pasó mucho tiempo tratando de conocer a Stanley mejor mientras se tomaban turnos cuidando de Mary, y se sintieron increíblemente afortunados de que él estuviera cerca.
Así que fue un shock total cuando llegaron a la casa para encontrarse con un equipo de autos policiales. La puerta principal estaba envuelta en cinta de la policía, y no tenían permitido entrar. Luego de probar que eran familiares de los habitantes, el oficial a cargo reveló lo que pasó.
Esa mañana, el cuerpo de la Tía Mary fue encontrado en la base de un acantilado al océano a casi media hora en carretera. Un vecino había visto su auto conducir hasta el final del acantilado, y a una mujer sacando un cuerpo del baúl del auto. Luego de llamar a la policía, fue testigo de Mary apuñalando un cuerpo masculino severas veces con un gran cuchillo de cocina. Luego tiró el cuerpo al acantilado hacia las aguas debajo, y empezó a reírse incontrolablemente por minutos.
Cuando la policía llego, simplemente se dio la vuelta y sonrió, y luego saltó del acantilado hacia su muerte. Se las arreglaron para reconstruir su cuerpo, pero no encontraron ningún rastro de Stanley. Probablemente había sido ya lavado hacia el mar. La placa de su auto los llevó de vuelta a su casa, donde la investigación estaba siendo enfocada. Encontraron algunos medicamentos escupidos cerca de la cama de Mary, y una lámpara rota en el suelo con manchas de sangre en la pared.
La Tía Mary había pretendido tomar sus pastillas, luego noqueó a Stanley con la lámpara de la mesa de luz mientras su cabeza estaba dada vuelta. Luego arrastró el cuerpo inconsciente y sangriento a la cocina donde lo apuñaló con un cuchillo, antes de llevarlo al auto y conducir al acantilado.
Sin embargo, es lo que encontraron después que me hace sentir escalofríos en mis huesos.
Buscando en la casa ese día, la policía descubrió un sótano secreto bajo una larga alfombra. Al abrirlo, fueron bienvenidos por el rostro angustiado de un cadáver desecado, desgarrando la puerta del sótano.
El cuarto estaba cubierto con los hedores de los desechos humanos, y profundos surcos en las maderas donde alguien había tratado desesperadamente de salir de esta prisión. Cuando el análisis de ADN y registros dentales fue recibido, el cuerpo tenía una coincidencia del 99% con Stanley.
Había estado muerto por meses, probablemente por inanición. Sus uñas largas estaban rotas y rayadas por arañar en su fútil intento de salir. Stanley era la cosa que se enderezaba en las noches; eran sus súplicas e intentos desesperados para escapar que hacían eco en los pasillos de la mansión por la noche.
Pero resolver ese misterio sólo creó uno más profundo.
¿Quién entonces, era la persona cuidando de Mary, pasando tiempo con su familia – y quién había sido asesinado y tirado de un acantilado – si Stanley ya estaba muerto?
¿Era un hermano gemelo? ¿Un Doppelgänger?
Sea lo que sea, la Tía Mary se llevó ese secreto a la tumba.
Lo que más me aterroriza sin embargo es el pensamiento que quizá ella estaba perfectamente sana todo ese tiempo, y era el mundo en sí mismo que estaba verdaderamente loco.
La realidad es, sin dudas, peor que la ficción.