Tanto tiempo ha pasado desde aquel maldito día, pero lamentablemente no he podido olvidar ni un solo detalle de él. Probablemente esta sea mi última oportunidad de explicar lo que paso, dudo que me quede mucho tiempo; si no lo había hecho antes, es porque simplemente pensar o recordar aquel día me pone la piel de gallina y hace que se me revuelva el estomago de una manera exagerada e inexplicable.
Comenzare diciendo que era un día de verano como cualquier otro, llevaba aproximadamente 2 semanas levantándome más o menos como a las 2 o 3 de la tarde. Aquel día no era la excepción; así que baje, muerto de hambre por cierto –“Mama?” pregunte, pero nadie contesto; al llegar a la cocina vi en el refrigerador una gran nota amarilla que decía “Probablemente olvidaste que hoy iría con tu tía Miriam, si tienes hambre hay pay que trajo tu abuela ayer en la mesa” y si, ahí estaba, el famoso y delicioso pay de cerezas con fresa de mi abuela, en un principio dude, pues mi madre bien sabía que si ese pay era dejado solo a mi adquisición, lo devoraría en menos de 5 minutos sin siquiera pensarlo, por lo que habría esperado que me hubiera dejado solo una rebanada y no todo el pay entero, tratando de convencerme (y por el hambre que tenia) pensé que probablemente habría hecho 2 pays, y que como mi querida madre me adoraba tanto, dejo uno entero solo para mí. Ha. Ni en un millón de años pero… bueno, en su nota no dijo que no podía acabármelo, ¿cierto? Tome un tenedor del cajón, prendí la pequeña televisión de la cocina, tome un vaso grande y me serví leche y finalmente me senté, abriendo sin cuidado la envoltura de papel aluminio que el recipiente de pay tenia encima. Su aroma, dulce y delicioso como siempre, aun así algo en el aroma me parecía un poco más rancio o acido que de costumbre, pero tenía tanta hambre que no le tome importancia. Algo que termine lamentando mucho después…
Inmediatamente empecé a atacar el pay con mi tenedor y a devorármelo, sin siquiera prestar atención al televisor. Cuando termine, bebí mi gran vaso de leche y satisfecho, subí a mi cuarto para una ronda intensiva de video juegos. No fue ni media hora después que empecé a sentir un ligero y extraño malestar en el estomago “eso me pasa por comerme el pay tan rápido” pensé, no le preste atención y seguí jugando, con la determinación de que si me seguía molestando le diría a mi madre cuando llegara para que ella me diera alguna medicina.
No sé cuantas horas habían pasado, pero ya empezaba a anochecer. Se me hizo extraño que mi madre aun no llegara, pues ella odiaba estar fuera de casa cuando el sol se ocultaba. Unos minutos después oí como el cerrojo de la puerta principal hacia ruido, mientras la puerta se abría. Suspire aliviado e inmediatamente puse en pausa mi juego y me dispuse a bajar, pero cuando llegue al pie de la escalera note que las luces no estaban prendidas y que la puerta estaba cerrada, no olí su perfume y estaba muy seguro de que para este momento ya habría oído su voz diciéndome “Te acabaste todo el pay???” No le di importancia y subí de nuevo, suponiendo que solo era mi imaginación jugándome algunas. Tiempo después de seguir jugando me aburrí y me quede dormido viendo una película, no me fije en la hora pero quise pensar que aun era temprano.
Al día siguiente me levante inusualmente temprano, a las 10 de la mañana, y al bajar escuche a mi mama lavando los platos, me sentí aliviado de que nada le hubiera pasado. Llegue a la cocina y la abrace por detrás “Así que… ¿que cuenta mi tía Miriam?” No dijo nada… supuse que tal vez se habría enojado por haberme comido todo el pay, lo cual aun así, me parecía un poco tonto. “Perdón ma… no era mi intención, es que tenía mucha hambre” Cerro la llave del agua bruscamente, así que la solté y me aparte, preparándome para un sermón largo y furioso de su parte, “Yo también tengo hambre…” dijo, con una voz inusualmente un poco más grave, me asuste y cuando ella volteo casi me da un infarto. Una horrible cara deforme, y ciertamente inhumana, me veía con unos ojos rojos llenos de odio y maldad….
Desperté. Eran las 12 del día y suspire, limpiando el sudor de mi frente, aliviado de que aquel sueño fuera solo eso, un sueño. Algo asustado me dispuse a bajar y escuche a mi mama metiendo bolsas del supermercado a la casa, me asome por la escalera y vi su cara, aliviado, baje corriendo para ayudarla. “Hola querida madre, ¿se puede saber que hacías fuera tan tarde ayer?” Se detuvo y soltó la bolsa que tenía en la mano lentamente en el suelo “¿De qué hablas? Ayer no salí,” Después de la pesadilla que tuve esto solo logro asustarme más, trate de reír para alivianar la pregunta y camine hacia la cocina “Pero si tú me dejaste esta-“La nota no estaba… y si mi mama me estaba jugando una broma (muy no su estilo) era una de muy mal gusto. “¿Que decías hijo?” Camine rápidamente hacia donde estaba ella, la hice soltar la ultima bolsa que estaba cargando, la tome de los hombros y la mire a los ojos “Ayer en el refrigerador dejaste una nota que decía que habías ido a casa de mi tía Miriam y que si tenía hambre había pay de la abuela en la mesa, el cual me comí” Su mirada divertida de “deberías volver a dormir” cambio por una tremendamente seria, y como toda madre preocupada y haciendo honor al cliché, toco mi frente y dijo con expresión preocupada “Te sientes bien?” Esto solo me asusto mas, vi en sus ojos que estaba realmente preocupada, lo que solo podía significar que esto no era una broma; ayer no había salido, y todo lo que le acababa de decir era algo que no había pasado.
Después de mucha insistencia de su parte, me recosté en mi cama a descansar como me lo pidió mi madre, pude oír como por teléfono hablaba con mi tía y le explicaba desesperanzadamente lo que me había sucedido. Empecé a sentirme inusualmente cansado y termine quedándome dormido.
Al despertar lo primero que hice fue ver el reloj; Las 4 de la mañana. Me di la vuelta pero para mi gran sorpresa vi una silueta al otro lado de la habitación. Me quede paralizado, ni siquiera podía gritar, en eso sentí un dolor en la garganta y tosí, empecé a sentir como si me ahogara y escuche los rápidos pasos de mi mama acercándose a mi habitación para ver lo que me pasaba, tenía miedo de que aquel desconocido que se ocultaba en el rincón de mi habitación le hiciera algo a mi madre, aun mas siendo que no tenía fuerzas para defenderla. De repente un extraño sabor inundo mi boca y termine tosiendo sangre, cuando mi madre finalmente entro a mi habitación voltee lentamente a ver a la silueta, notando como no se movía ni un centímetro; mi mama se veía tan preocupada, ni siquiera percatándose de aquello que me tenia aterrado “¡Dios! ¡Hijo! Traeré un trapo” me recosté sintiendo un dolor terrible en el pecho, mi madre llego rápidamente y limpio el piso y me volteo a ver, acaricio mi frente y me miro preocupadamente, dio media vuelta y se fue, cerrando mi puerta. Ella no lo había visto, lo que en definitiva implicaba que estaba loco, y después de las cosas que le dije a mi mama cuando llego del supermercado, tenía que hacer lo posible porque no creyera que debía mandarme a un manicomio.
Sin darme cuenta me había quedado dormido, lo que me despertó fue una macabra risa que escuche justo detrás de mí, pensé que era aquella silueta desconocida jugándome bromas, pero al voltear no vi nada, la silueta había desaparecido y parecía que de nuevo la paz regresaba a mí, pero esto era solo el comienzo…
En ese momento mi madre abrió la puerta, con una bandeja en sus manos “Ah! Veo que al menos ya no estas pálido” sonrió; trate de sonreírle también, pero no pude. Dejo la bandeja sobre mi cama y desayune.
Pase el día leyendo comics y dando las 10 volví a quedarme dormido. Alrededor de la media noche desperté por un fuerte sonido que, si no me equivocaba, provenía del cuarto de mi madre. Mi cuerpo se sentía un poco mas fuerte ahora, lo suficiente como para poder levantarme, así que lo hice para ver que sucedía. Abrí mi puerta lentamente y vi como al final del pasillo la suya estaba entre abierta, vi una sombra que pasó frente a ella y me asuste. Empecé a caminar hacia ella, tratando de no hacer ruido, a la mitad del camino hoy un grito y sentí ganas de llorar. Ella estaba gritando, pero era tan cobarde que no podía detener lo que sea que estuviera pasando. Me acerque más y vi como una silueta, parecida a la que estaba en mi habitación solo que mas deforme, la acuchillaba sin piedad, un charco de sangre los rodeaba a ambos, y parte de los órganos de ella estaba en el suelo, no sé que tanto pudo pasar en el lapso de 5 segundos que me tomo llegar de la mitad del pasillo a la puerta para que ella ya estuviera muerta, quizás su grito fue un producto de mi imaginación y ella ya llevaba muerta varios minutos sin que yo me hubiera percatado. La escena me trajo una combinación de nauseas con dolor e ira por no haberla salvado, y el aroma a sangre era parecido a aquel ligero aroma rancio que tenía el pay cuando me lo comí. Silenciosa, pero rápidamente, regrese a mi cuarto, me encerré y tome mi navaja del cajón, me senté en una orilla (opuesta a donde había estado la silueta) y casi automáticamente empecé a mecerme, sollozando en silencio por mi ya difunta madre.
Minutos después escuche unos pasos afuera de mi habitación, lo que me dejo muerto de miedo. En segundos, estos desaparecieron, junto con una malévola risa que se escuchaba en la distancia.
3 días pasaron, no comí, no me levante de aquel rincón, y muy apenas dormí. Fue entonces que en la tarde del 3 día escuche como la puerta principal se abría, me asuste, pero estaba listo con mi navaja, fue entonces que oí la voz de mi abuela “¿Marcelo?” En un principio me entusiasme ya que mi abuela era mitad gitana, y nunca salía sin sus amuletos contra los malos espíritus, pero luego pensé que podía ser una trampa. Me decidí a arriesgar mi vida, corrí a mi puerta, quite el seguro y vi a mi abuela a la mitad de la escalera, moría de miedo de que justo antes de abrazarla un ser diabólico me sostuviera en sus brazos y me sacara los sesos, pero cuando los ojos de mi abuela se encontraron con los míos, me sentí extremadamente aliviado, no había bondad que se comparara con la de sus ojos. Corrí y la abrace lo más fuerte que pude mientras ella decía “Ven, tenemos que salir de aquí, este es un lugar demasiado peligroso” Antes de irnos me pregunto “¿Y tu madre?” La vi con mis ojos llenos de lágrimas, ella solo pudo ver al piso y sacar de una bolsita que tenia colgada como si fuera un collar, un polvo blanco; lo esparció e hizo una cruz en el aire.
Nos fuimos en su pequeño carro y al llegar a su casa me sentí seguro, estaba llena de bendiciones, velas y libros viejos, sentí en aquella casa algo que no había sentido durante muchos días, paz. Aun así, no sabía cómo, pero estaba muy seguro de que esto aun no había acabado.
“No dijiste nada en el camino, supongo que las cosas son peores de lo que imagino, ¿cierto?” me dijo viéndome fijamente. No estaba listo para hablar, estaba demasiado traumado, pero sabía que si quería tratar de arreglar las cosas, debía hacerlo. “Abuela, ¿cuando fue la última vez que hiciste pay de cereza con fresas?” Su mirada se torno seria y preocupada, camino hacia su librero buscando algún libro y cuando lo encontró lo trajo a la mesa. Lo hojeo hasta que encontró lo que buscaba, me volteo a ver y dijo. “Hijo, has sido víctima de una de las maldiciones mas fuertes e inexplicables que existen” continuo “Esta consiste en hacer un conjuro con alguna comida que sea de color rojo, cualquier comida, y llenarla con veneno y sangre maldita, así cuando alguien la ingiera, sufrirá hasta morir.” Me paralice “Como supiste que-“ intente decir, pero me interrumpió “Hace 1 año que no hago pay, la última vez fue para navidad; y quien sea que trato de maldecirte, averiguo cuanto te gustaba.” Sentí como todo mi ser se hundía en desesperación “¿Podemos hacer algo?” dije, con lo poco de esperanza que me quedaba “Lamentablemente, ni siendo gitana completa podría quitarte esta maldición” soltó una lagrima y dijo “es cuestión de tiempo para que mueras…” me quede mudo. “Pero” continuo “Podemos usar el dinero que he estado ahorrando para una emergencia, e ir al hospital para que al menos tu dolor físico sea disminuido”
Y así fue, no fueron ni 2 días antes de que tuviéramos una cita con el mejor oncólogo de la ciudad, ya que en el libro decía que lo más probable era desarrollar un tipo de cáncer masivo e incurable. Y efectivamente, fue eso lo que confirmamos cuando el doctor dijo que tenía un tumor en la boca del estomago, una falla cardiaca inexplicable pero que acabaría con mi vida en cualquier momento, y que todos mis órganos poco a poco dejaban de funcionar. Los demonios seguían asechándome en el hospital; lo único que mi abuela pudo traer al cuarto para tratar de protegerme fue un pequeño amuleto en forma de cruz que descansaba sobre una mesita al lado de mi cama; ella se la pasaba aquí casi siempre, buscando aun así curas en sus libros, yo, intento sobrevivir al dolor y a estos demonios que me acechan, con sus ojos postrados en mi a todas horas…
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lol