La dama del escote

Se encontraba caminando solo, transitaba por una calle solitaria, acompañado solo por una enorme luna blanca.

Había caminado muchas veces por esa calle, con la diferencia que lo había hecho de día, era muy diferente de noche, parecía sin vida, fría y solitaria, aunque era muy tarde y no esperaba encontrar personas se sorprendió ante la soledad de la vía.

No habían personas, eso era normal por la hora, pero tampoco habian perros, o gatos, o algun automovil que regresaba a casa, tampoco habia vagabundos durmiendo en las aceras o borrachos tumbados en la puerta de una licoreria, estaba completamente solo.

Venia de celebrar el cumpleaños de su novia, por eso venia muy animado, habia sido una exelente fiesta, pero curiosamente el fue el unico que se retiro a su casa, todos los demas decidieron quedarse a dormir en el lugar de la fiesta.

Sisi su novia le habia pedido que se quedara con mucha insistencia, incluso su madre le habia pedido que se quedara que la calle es muy peligrosa en la noche, pero el no hizo caso, es cierto que la inseguridad es un problema notable, pero eso no le asustaba, él se sabe defender y anda armado. Lleva consigo un cuchillo largo bajo su chaqueta, el solo cargarlo le infunde valor, incluso con un arma automatica, una granada, o cualquier arma posible hubiera infundido el valor suficiente para afrontar lo que le aguardaba.

El profundo silencio fue inundado con el sonido de unos pasos, sonaban muy agudos, como si alguien caminara en tacones. Frente a el diviso que venia acercándose lo que parecia ser una mujer, al ir acercandose podia apreciar mas detalles, en efecto era una mujer, llevaba tacones altos, un ajustado vestido corto de color rojo que resaltaba una curvilinea figura, el largo cabello negro caia elegantemente sobre sus hombros, al pasar a su lado admiro una piel blanca y palida como la porcelana, no distinguió su rostro, pues su mirada no pudo desviarse del generoso escote que revelaba la perfecta curvatura de unos hermosos senos.

Volteo su cabeza para verla alejarse, hipnotizado por el armónico vaivén de sus caderas, la observo hasta perderle de vista, y el rítmico sonido de sus tacones se perdió en la distancia.

Camino un poco mas cuando volvió a escuchar los tacones, miro hacia atrás para ver si la mujer se había regresado pero no vio a nadie, y al mirar al frente nuevamente vio acercarse a la curvilínea mujer.

Aquello lo sorprendió, no esperaba encontrarla de frente, paso de largo de ella esta vez sin dirigirle la mirada, se sentía incomodo.

Siguió caminando y nuevamente se topa con la mujer de frente, el sonido de los tacones la delataba, esta vez se decidió, se detubo frente a ella y le pregunto si estaba perdida, ella levanto la mirada y aparto el cabello de su rostro dejando al descubierto unos profundos ojos grises, lo miro directo a los ojos pero no respondió nada se limito a segur de largo.

Al no recibir respuesta el muchacho la toma de la mano para hacer que se detenga, ni en sus mas terribles pesadillas hubiera previsto la reacción de la mujer.

Al instante en que hicieron contacto, la mujer grito horriblemente, su cabello se erizo como si fuese una leona, esto sobresalto al muchacho pero lo peor estaba por venir.

Al girarse hacia el muchacho la mujer dejo ver nuevamente su rostro, ya no era el mismo, su hermosa piel, estaba ahora seca y arrugada, muy pegada a los huesos, no había carne solo piel y huesos, en la boca antaño perfecta había ahora una grotesca sonoriza que se extendía hasta casi llegar a las orejas, los ojos desorbitados estaban inundados de furia.

Ante aquella terrorífica aparición, el muchacho salio disparado como una flecha, corría muy rápido, pero el sonido unos tacones a sus espalda lo hacia correr aun mas rápido.

Los tacones resonaban muy muy rápido detrás de el, y los alaridos de la aparición cada vez mas cerca lo descontrolaban, a veces se tambaleaba mientras buscaba indeciso una ruta de escape.

Estaba cerca, muy cerca la sentía cercana, sentía el roze de sus cadavéricos dedos en su chaqueta, esto lo desesperaba, lo hacia jadear.

Giro de repente y se dirigió al callejón entre 2 edificios, paso delante de 2 contenedores de basura, los cuales derribo a su paso para obstaculizar a su macabra perseguidora.

Hizo todo lo que estaba en su poder, doblo por esquinas, subió por pendientes, salto cercas, pudio a gritos ayuda pero nada funcionaba, la aparición no se detenía y no había nadie que lo ayudara, estaba solo.

Con la ayuda de un poste de luz que al que subió agilmente como un gato, llego al techo e una casa de dos pisos, donde tenia la esperanza de que la mujer no pudiera llegar.

Tampoco sirvió, no la vio trepar el poste, pero allí estaba nuevamente frente a el en el borde del techo, con su amplia y macabra sonrisa pero manteniendo los labios muy apretados.

Corrió en dirección opuesta y salto al techo de otra casa, seguido de cerca por el eco de los tacones, corría, no corría volaba, se arriesgo a saltar a un edificio mas alto, se aferro a una saliente, pero sintió como unos gelidos dedos se aferraban a sus hombros, la mujer gritaba y pataleaba arrastrando hacia abajo.

Aunque se aferraba con fuerzas, aquello que lo arrastraba gano, la sensación de la caída libre lo confortaba, al menos moriría rápido y fácil y tendria que soportar a aquella cosa con forma de mujer.

La caída fue estrepitosa, callo de un segundo piso, pero la caída solo dolió, y dolió mucho, nada se rompió, nada, ni un rascuño, como si la cosa que se aferraba a el no le permitiera morir.

Lucho para ponerse de pie, intento liberarse de las cadavéricas manos que lo apresaban con férrea fuerza. Por fin, se desprendió de su chaqueta y se libreo de su opresora.

Pero se encontraba acorralado, en un callejón sin salida, y al frente de el aquella moustruocidad. No podía escapar, estaba atrapado.

Como cualquier animal atrapado y sin esperanza se dispuso a hacer su esfuerzo final, empuño su cuchillo, grito con todas sus fuerzas y enseño sus dientes como si fuera un animal, pero ese gesto lejos de atemorizar a la aparición pareció divertirla, ahora reía a carcajadas con la boca bien abierta revelando una dentadura repleta de afilados dientes, como la boca de un tiburón, muchos muchos dientes y el vació negro de la garganta.

Vacilo un poco al ver como abría la boca el grotesco ser, pero arremetió contra ella en vano, con mucha fuerza la mujer lo tomo por la garganta y acerco su horrible rostro a el del muchacho, y y le dijo con una voz de ultratumba: » No quieres que te regale un beso».

Acerco lentamente el hocico a la boca del muchacho, desprendiendo una gran fetidez, si no hubiese tenido unas manos apretando su garganta, el muchacho hubiera vomitado.

Cuando estuvo a punto de recibir el beso de la muerte, de la nada, salto un perro, rápido como un relámpago se abalanzo sobre la mujer haciendo gritar horriblemente con cada mordida que le daba el can.

Apenas recupero el aliento salio disparado dejando atrás la lucha entre el animal y aquel monstruo, corrió como nunca.

Corrió sin dirección fija, solo corría, corría como un loco, pero distinguió un celaje blanco que paso a su lado, y se puso frente a el.

Era el perro, un gran perro blanco, de profundos ojos rojos, y un largo pelaje. Corría como el viento sin hacer ruido, como flotando sobre el asfalto.

El perro corría delante de el, ladraba y se y llamaba su atención, como si quisiera mostrarle el camino, pero no fue eso lo que lo motivo a seguir al perro, sino los tacones que sonaban a su espalda.

Corrió detrás del perro un largo trecho, sin atreverse a mirar atrás. Al doblar a una esquina llego a una gran plaza, y al fondo al otro lado de ella estaba la gran catedral.

Había seguido el perro hasta allí, pero el perro había desaparecido, y el sonido de los tacones había cesado. Aquello no importo, siguió corriendo de recto como una flecha hasta las puertas de la catedral.

Al llegar consiguió la puerta entre abierta, por la cual entro con gran estrépito, se tropezó y callo de bruces al suelo, adolorido levanto la mirada y vio que la iglesia estaba llena de gente, vagabundos, borrachos, drogadictos, delincuentes, prostitutas, oficiales de policías, enfermeros y muchas otras personas que la noche sorprendió en la calle.

Se levanto dificultosamente, sin poder decir una sola palabra y recorrió cada uno de los nichos donde se encontraban los santos que adornaban la catedral y su mirada se posos en uno en especial, un hombre rodeado de animales, los animales estaban en parejas, 2 pájaros, 2 gatos, 2 ardillas, y a sus pies un perro blanco y a su lado un espacio vació donde debería estar su pareja.

Se sobresalto cuando una mano se poso sobre su hombro, hubiera gritado si hubiese tenido voz para hacerlo, se giro y vio a un sacerdote que lo miraba con una mirada de compasión, puso un vaso con agua en sus manos y le pregunto:

«¿¿ También te persiguió???»

Creacion Propia

Victor

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