Don Henderson,
Como puede ver por la ventana destrozada, la casa desarreglada y la puerta rota de la habitación de Angela, alguien ha entrado a su hogar —a su santuario— y se ha llevado a su preciosa hija.
Para cuando lea esto, ella ya estará muy lejos, asegurada en una ubicación remota. Para mañana por la mañana, será despertada y su sufrimiento dará inicio.
No se equivoque, la persona a la que conocía como su hija va a desaparecer dentro de poco. Después de lo que le haré soportar, con sables y herramientas, fuego y ácidos, e incluso mi propio cuerpo, su espíritu definitivamente se desmoronará. A medida que el tiempo pase, será menos y menos lo que Angela era, y más un caparazón lamentable de un ser humano.
No quiero dinero, ni ninguna otra cosa que usted tenga. Solo quiero que tome una decisión.
Puede dejarla vivir, sabiendo que cada día estará adolorida, confundida y atemorizada. O puede tomar otro rumbo.
Simplemente mande un mensaje con la palabra «TERMÍNALO» al número de teléfono al pie de esta página, y tendrá mi palabra de que la voy a asesinar rápida e indoloramente.
Así que, don Henderson, vivirá con esperanza, ¿o con culpa? ¿Con vergüenza o arrepentimiento? ¿Qué decisión tomará?
Y ahora que lee esto —quizá llorando y preguntándose por qué le haría esto a una niña inocente—, quiero que sepa una cosa.
No estoy haciendo esto para herirla a ella.
Lo estoy haciendo para herirlo a USTED.
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