Éramos papá, mamá, mi hermanita y yo; en ese tiempo tenía 14 años y estaba cursando el tercer año de secundaria. Mi nombre era Luis Fernando Montoya Pérez, y por si te lo preguntas digo “era” porque con el paso del tiempo decidí cambiarme el nombre por ciertas razones que pronto contaré. Vivíamos en una gran casona algo apartada de la ciudad, ésta constaba de 5 habitaciones, 3 usadas por nosotros y 2 para huéspedes pero además teníamos un ático, el cuál mi papá me prohibió ingresar ya que esa zona era muy “inestable”, también frente a ella se veía un hermoso lago, en el cuál las aves venían a posarse. Nosotros como cualquier familia teníamos nuestros problemas y discusiones pero al fin y al cabo, éramos una familia feliz ya que mis padres se amaban y todos permanecíamos juntos.
Hubo una noche en la que mi papá, muy discretamente, hablaba por teléfono con alguien mientras mi madre y mi hermana dormían, me pareció muy extraño ya que hacía mucho tiempo que no lo veía hacer eso de nuevo, luego de estar internado en un hospital psiquiátrico por casi un año, la verdad no sabía las razones concretas de porqué estaba internado, fue algo que mi madre me lo mantuvo oculto por mucho tiempo. Las siguientes noches sucedía lo mismo, tanto así que me mató la curiosidad y entré a su despacho, él me miró fijamente y me hizo una señal para que no lo interrumpiese, esperé ahí para intentar escuchar de que hablaba pero él no respondía nada, la única que hablaba era la voz del teléfono, cansado de esperar subí a mi habitación y dije que mejor le tocaba mañana el tema.
Al día siguiente, durante el almuerzo familiar le quise preguntar a mi padre con quién se había quedado hablando por teléfono hasta tan tarde pero ni pude comenzar la pregunta y mi padre me interrumpió y dijo: ¡¿Quién quiere ir a la feria?! Mi hermanita de 6 años saltó muy alegre y le dijo a mi papá que ella quería ir, luego él volteó hacia mí y me preguntó si quería ir, la verdad es que me sentía mal y preferí quedarme en la casa con mi madre, entonces mi padre se levantó, agradeció por la comida y se fue con Luciana, mi hermana, a la feria. Luego de un rato, mientras estaba echado en mi cama, recordé lo que había visto ayer y una vez más me llené de curiosidad y decidí investigar qué era lo que pasaba; fui hasta el despacho de mi padre, sin que mi madre se diera cuenta, dentro de la habitación fui primero hacia el teléfono, vi el historial de llamadas y me quedé anonadado ya que mostraba que no se había realizado ni recibido ninguna llamada en los últimos días, analizando la situación supuse que mi papá había borrado esa información del teléfono, aunque nunca había visto alguna opción que permita eso. Luego empecé a buscar información en sus estantes llenos de documentos, había muchas carpetas, en algunas había archivos de su trabajo, en otra había perfiles y documentos de sus trabajadores, por último saque una que estaba muy pegada a la esquina, ésta me llamó la atención ya que era una carpeta negra y en la cual mostraba información de niños como su dirección, la edad y las fotos de cada uno pero con algo peculiar ya que algunos se encontraban marcados por una “X”, en esa carpeta había docenas de archivos, iba a dedicarme a ver todos pero de repente entró mi madre al despacho, y nunca podré olvidar esos ojos tan penetrantes con los cuáles me vio como si estuviera entrando a lo más profundo de mi ser; miró hacia la puerta y alzó el brazo señalándola dándome a entender qué me fuera, corrí despavoridamente hasta mi habitación y me encerré ahí hasta que empezó a anochecer. Apenas sentí que todo estaba tranquilo fuera de mi habitación, decidí salir y terminar con esto de una vez por todas, mientras dormían todos fui sigilosamente hasta el despacho de mi padre, entré a la habitación y fui directo al estante donde estaban sus archivos, captó mi atención una carpeta en la cual sobresalía una hoja bastante extraña, la saqué y empecé a leerla, quedé petrificado, eran datos de mi padre durante su estadía en el hospital psiquiátrico, como mencioné anteriormente nunca supe las razones exactas de porque lo internaron y ésta era la oportunidad de conocerlas. El documento mostraba datos personales y en la parte inferior salía qué era lo que padecía mi padre, él sufría de esquizofrenia y en verdad había sido hospitalizado por haber asesinado a 4 niños, se justificó diciendo que unas voces le habían dicho que lo hiciera y ellas lo torturaban si se rehusaba a obedecerlas, los médicos relacionaron esta enfermedad con algún trauma que había tenido mi padre de niño; recién ahí comprendí porqué nunca me hablaron de mi abuelo, pero eso no fue lo peor sino que mencionaron esa antigua casona en la cual actualmente vivía, mi papá sufrió mucho en la habitación que usábamos de ático, se me pusieron los pelos de punta con solo leer esto, luego nerviosamente cogí la carpeta donde se encontraban los datos de los niños, y empecé a creer que las “X” significaban que mi papá ya los había asesinado, pero me rehusé en pensarlo, continué viendo los archivos y finalmente llegué hasta el último, en ese documento se encontraba mi foto, me llené de miedo y corrí desesperadamente hasta el ático, la habitación más cercana al despacho, abrí la puerta y soltó un fétido olor, observé dentro y un montón de esqueletos me acorralaban, no pude soportarlo y voltee hacia el pasadizo, no podía creer lo que veía, mi padre sostenía una especie de cuchilla y se acercaba presurosamente hacia mí, me lancé a correr por toda la casa sin mirar atrás, porque perdía más las esperanzas de salir vivo viendo que era mi padre él que me perseguía, pero pude salir al fin de ese lugar tan escalofriante.
Ahora ya tengo 30 años y mi nombre es Julio Rodríguez Salazar, pero aún tengo miedo al recordar ese trágico momento que sufrí. Si te preguntas por mi hermana, logré sacarla de esa casa días después de lo que sucedió y ahora vive tranquilamente casada fuera del país, en Alemania. Mi madre fue asesinada por mi padre debido a un impulso que tuvo, causado por la esquizofrenia; y respecto a él, aún no recibe ayuda médica para poder curarlo y es por eso que sigue buscando a su hijo, al hijo que conoció cuáles eran sus planes, y al que debe ver muerto para poder completar esa lista, que según él lo libraría de esas voces que tanto lo atormentan.