El verdadero dolor.

Repetí el año, la directora le había dicho a mi papá que había notado que yo había decaído y luego le preguntó si había muerto alguien de nuestra familia, si estaba enferma o había pasado algo. Cuando llegamos a la casa mi papá tomó un palo y comenzó a golpearme, solo veía que un charco de sangre se reunía a mi alrededor y mi papá no paraba, recuerdo que dolía y dolía mucho. Yo ledecía que parara y no, no lo hacía, solo seguía y me ignoraba, lloraba y llegó un momento en el que acumulé un poco de valor y corrí, subí las escaleras y me encerré en el cuarto. Luego, mi papá golpeaba la puerta con mucha fuerza y me dijo que si no lo hacía me mataría. Noté los moretones, me veía horrible y no podía salir. Después, oí que mi mamá le pedía que me dejara y que mañana hablabamos, pero papá se puso agresivo y oí un golpe seco, no sé que era, aún sigo sin saber. Me dolían las piernitas y no podía caminar. Al cabo de unos segundos, el ruido cesó y mi padre dormía. Abrí la puerta y vi a mi mamá en el suelo. Pensé que estaba viva, pero al ver su cuello, distinguí un pequeño alambre y en su cabeza un golpe. No lloré, no podía, ya no me quedaban lágrimas. Mis hermanitos estaban en sus habitaciones y estaban amordazados. No había ningun ser viviente, en mi casa, a excepción de mi padre y yo. Mi tía había llegado desde lejos, al recibirla me vio todo ensangrentada y me preguntó qué pasaba, le conté y mi padre salió con el cinturón. Me escondí detrás de mi tía y mi papá la amenazó con matarla si no se quitaba de enfrente. Mi tía hiso caso omiso y mi papá tomó un cuchillo y le cortó la garganta. Venía por mi, pero logré encerrarme nuevamente. Vi a la ventana y sonreí. Prefiero no contar el final. Ya sabrán que pasó. Ese es el verdadero dolor.

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Luz-Lucecita