El Pulpo

No se ha sabido mucho de este espectral ente después de sus ataques durante el 2010 en varios países latinoamericanos…

El caso más famoso de «El Pulpo» fue el de Alejandro Soler, un citadino de la ciudad de Bogotá, Colombia. Tenía aproximadamente 27 años, vivía en un barrio común de la ciudad, mantuvo una buena vida junto a su esposa e hijo; pero todo cambió cuando, en una de las noches de caminata junto a su mujer, a mediados de las 9:00 p.m., pasaron por un puente, sobre un caño, de un tono peculiarmente gris. Normalmente el riachuelo no olía tan mal. Al percatarse de este olor a putrefacción Alejandro se asomó lo más que pudo para mirar hacia abajo, buscando el origen de tan pestilente esencia… entre el riachuelo se podía ver una silueta, como de una persona agachada, con un extraño tentáculo que parecía un tipo de serpiente saliendo de su espalda. Y bajo esta silueta extraña, un niño, partido a la mitad, descuartizado totalmente. La extraña criatura lo observaba, al parecer. La mirada perdida del niño hacia el cielo causó temor a Alejandro y su mujer, quien junto a él presenciaba tan horrible espectáculo. El ambiente se puso pesado cuando el ente alzó su cabeza, dejando al descubierto sus raras facciones: la mitad de su cara era negra, mientras que la otra era totalmente blanca, parecía un hombre delgado y muy alto, sin ningún indicio de boca en su cara, como si tuviera una máscara encima, no tenía pelo por ningún lado, su vestimenta era constituida por un saco encapuchado de tono negro y un pantalón gris, con botas negras. Sus ojos en forma de media luna acostada, de un tono rojizo y pupilas alargadas, similares a las de un pulpo, se posaron sobre los ojos de Alejandro, quien callado y horrorizado lo vio; por su espalda corrió un largo escalofrió. El inerte monstruo lo observó por unos segundos, parecía no importarle que lo vieran, pero luego los postes alrededor del caño se apagaron todos a un tiempo y, cuando volvieron a prenderse, Alejandro seguía pasmado por lo ocurrido, no podía ni siquiera moverse; su esposa tampoco, estaban como estatuas, aterrorizados, sin quitar la mirada del cadáver del niño que aún permanecía tirado bajo sus ojos. Lo curioso era que después del apagón inesperado, la criatura ya no estaba.

De repente, Alejandro sintió cómo alguien se acercaba por detrás de él y le susurraba al oído, «Tú sigues». Cuando Alejandro giró su cabeza, ya no había nadie, sólo él y su mujer a lo largo del oscuro puente. Reaccionando un poco, ambos huyeron del lugar hacia su casa. Al llegar notaron el ambiente algo pesado, su hijo corrió a los brazos de sus padres, llorando. «¡Dijo que moriríamos, dijo que vendría a matarnos a todos!». Cuando Alejandro le preguntó quién, el pequeño, asustado, respondió: «El Pulpo».

Esto alarmó a los padres, y prefirieron no decir nada sobre lo que les había pasado en el puente del caño… Esa noche, Alejandro despertó varias veces durante la madrugada, puesto que las pesadillas le impedían un buen sueño. Noches más tarde, a mediados de las 2:00 a.m., despertó asustado, miró a su alrededor alarmado, inspeccionando el cuarto con sus ojos. Pudo notar algo distinto, sentía a alguien más en el cuarto; no estaba solo con su mujer, sentía cómo era observado por algo o alguien. Cuando se fijó en uno de los rincones del cuarto, lo vio, vio una alta sombra, con dos grandes ojos que lo observaban. No se movía, permanecía parado en el rincón de la habitación, la luz de los postes de afuera de la casa reflejaban su cara, sin boca ni nariz, sólo dos grandes ojos, la mitad de su cara era negra, y la otra blanca; era el mismo ser del caño que había matado al niño. Alejandro una vez más quedó horrorizado, no quería hacer movimientos bruscos por temor a que esa criatura reaccionara. El ritmo del corazón era duro y constante. Al hacer un parpadeo mantenido por unos cinco segundos, ya no estaba… Esta serie de avistamientos comenzaron a ocurrir cada noche, y a medida que pasaban los días dejaba de estar en el rincón para acercarse poco a poco al lado de la cama en donde él dormía.

Luego de hablar con su esposa le planteó mudarse de hogar al otro lado de la ciudad. Ella estuvo de acuerdo con la opción, pero siempre que mandaban los anuncios de venta, desaparecían al día siguiente o eran rasgados por tres largos cortes como de garras; y después de las siete de la noche, las ventanas comenzaban a abrirse solas, la puerta principal era golpeada y rayada constantemente, las pesadillas continuaban y El Pulpo cada vez se acercaba más a la cama. Pasaron así los días hasta que llegó la noche en que la criatura estuvo a pocos centímetros de Alejandro, y cuando él menos lo esperó, el ente reveló una de sus manos, estirando su brazo, mostrando las largas garras, negras como la noche, que tenía en sus alargadas manos. Colocó una de sus uñas sobre el pecho del hombre, bajándolo lentamente hasta su abdomen; luego, le pasó su garra por el cuello. Obviamente quería mostrarle en dónde estarían cuando ese último y más terrible final ocurriese.

Desesperado por la situación, Alejandro decidió empacar todo, al igual que su esposa e hijo. Tomaron sus maletas y huyeron de la casa. Antes de irse, Alejandro dejó una nota pegada en la puerta de la casa, que decía: «No sé qué era esa cosa, ni quiero saberlo, pero destruyó mi vida. Ya no puedo dormir sin pensar que aparezca frente a mí y me desoye con sus garras. No entiendo por qué no me mató cuando tuvo la oportunidad, pero desde que lo vi en el caño no quiero saber más ni de él ni de esta casa. No dejo de pensar en sus garras, en sus espeluznantes ojos ni en su horrible cara; sé que no lo olvidaré fácil, menos aún a esa cosa que salía de su espalda, ese largo tentáculo lleno de ventosas, que se movía por las paredes de mi casa, inspeccionando cada rincón de mi cuarto. Mientras su cara se posaba en mí, veía cómo su tentáculo tocaba la espalda de mi esposa todavía dormida, y luego se acercaba a mí, como queriendo envolverse en mi cuello con finalidades macabras. Lo más posible era que fuera una de sus víctimas, entre ellas el niño descuartizado del caño. ¡JAMÁS VIVAS EN ESTA CASA! Él vendrá por ti».

Con el paso de los días los vidrios y puertas de la casa se opacaron, las paredes se tornaron grises y la nota en la puerta fue leída por unos policías de la localidad, quienes fueron llamados por los vecinos, pues cosas raras sucedían desde hace rato en el hogar. Al entrar estaba todo lleno de marcas de garras y cosas rotas en el suelo del segundo piso, subiendo las escaleras, las cuales tenían un camino de sangre derramado que llevaba hasta el cuarto del hijo. Y a medida que se llegaba al cuarto, el olor a sangre era más intenso.

Al ver el interior del cuarto los policías quedaron impactados, lo único que había eran cadáveres de niños, todos desaparecidos desde hace días en la localidad. Las paredes y techo llenos de trozos de piel colgando, salpicaduras de sangre y un diario, en donde se encontraron los relatos de Alejandro contando todo lo sucedido desde el avistamiento del Pulpo en el caño. Una verdadera carnicería. Después de esto no se volvió a saber ni de Alejandro y su familia, ni de los policías que entraron, pues al entrar la puerta se cerró con seguro.

El Te Ve Mientras Duermes
Dibujo de Alejandro Soler retratando lo que vio la primera noche.

Creación propia

DonFomy

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14 comentarios

Tomás te deseo todos los éxitos del mundo….sólo la bendición del Señor entrega dones como la Creatividad….texto impecable en la descripción, líneas alimentadas de adjetivos muy bien elegidos, tiempo, espacio perfectos! Hasta sentí ese «olor a putrefacción» pasando yo también sobre el puente… Dios te siga dando talento para iluminar la imaginación ensombrecida de muchos.

Slenderman, is that you…?

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No me gustó la nota de Alejandro al final ni tu papel de narrador omnipresente. La nota, totalmente innecesaria, fueron palabras mal gastada por contar algo que el lector ya sabía, y si Alejandro se mostraba tan renuente a pedir ayuda y comentar su situación a las autoridades o a cualquiera, me habría gustado que permaneciera así.

A los creepypastas se prefiere narrarlos en primera persona para que la identidad del narrador no le haga perder credibilidad. ¿Quién sos, y cómo sabés lo que había en esa casa y lo que vieron los policías, si estos eran los únicos testigos, y ahora están muertos? Por lo general, no te perjudicará que hagás tu historia en tercera persona si no vas a llamar la atención. Ese «pues al entrar la puerta se cerró con seguro», al menos a mí me hizo reaccionar y cuestionarme tu identidad. Supongo que porque ya no había ningún personaje para verlo.

Wow cuanta razon D:
aunque es mi primer creepy :c jajaja pero tengo mas proyectos, aunque me falta.
Gracias por tan tremedos consejos D:

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