El mercado de carne humana

¿Has visitado Edimburgo alguna vez? Bella ciudad, sin importar en qué temporada del año vayas. El castillo que se sienta en el centro de la ciudad es inspirador, observando el área circundante desde su montaña. Las cimas y valles de la tierra han desembocado en una ciudad que fluye con el paisaje. Las calles que lo rodean pueden ser empinadas, y los numerosos callejones en crecimiento rápido pueden ser aún más empinados. Es aquí donde encontramos el Mercado de Carne Humana.

Podría ser confundido por cualquier otra calzada oscura de la ciudad. Está asentado entre las tiendas y trampas de turistas, de apariencia relativamente no-amenazadora, y puede ser usado como un atajo para llegar a la estación si estás en un apuro. El nombre ha sido justificado, a través de algunos que señalan que los mercados de carne humana solían ser término local para los carniceros, y a través de quienes sugieren que era un burdel improvisado. Ambas versiones son incorrectas. Hay un mercado en ese pasadizo, pero la carne humana no es el producto; es la moneda.

Las horas del mercado son desde el anochecer hasta el amanecer, y el costo de la entrada es una trago de tu propia sangre. Prepara un vaso de vidrio y progresa por el callejón. Cuando te acerques a la mitad del camino, toma un sorbo y escúpelo contra la pared. La sangre hará burbujas y se esparcirá por la pared, coagulándose en la forma de una costra endurecida. Luego se empezará a descarapelar y a disiparse. Una puerta un tanto anticlimática será revelada por debajo. Caminar hacia dentro es desorientador, dado que la lógica te dirá que estás entrando a un edificio. Más bien, el espacio que estás pisando no tiene paredes y la oscuridad envuelve los bordes. Es en esa penumbra que un número de casetas está desplegado, manejadas por individuos que tienen el aspecto de comerciantes de todo el mundo, desde mercaderes árabes hasta estafadores de las calles de Nueva York. Sus vestimentas están embarradas de sangre y vísceras.

Estas figuras te incitarán a hablar con ellos, y comandarán tu mirada gesticulando hacia los diferentes letreros en sus casetas de las ofertas que están teniendo en ese momento. Al acercarte a una de sus casetas, te empezarán a presionar para que hagas un trato con ellos. Ciertamente, eres bienvenido a hacerlo, y los productos disponibles ciertamente merecen tu consideración.

Si empezamos por el extremo más barato del espectro, puede que quieras ofrecer un aliento. Una bocanada te brindará el conocimiento del clima del día siguiente. Como tal, es una compra bastante inútil en nuestra época de teléfonos inteligentes y oficinas metereológicas, pero era invaluable hace siglos. Aceptar esta oferta resultará en que el vendedor se acercará con su mano aplanada, comprimiéndola rápidamente en un puño. El aire, literalmente, será robado desde tus pulmones, causándote unos momentos de respiración entrecortada mientras recuperas tu aliento.

¿Eres apegado a tus dedos? ¿Cuán apegado? Es decir, ¿crees que podrías vivir sin tu meñique? Esta venta te brindará el perdón inmediato de cualquier persona que desees, por cualquier mal que hayas infringido en su contra. Aceptar esto solo hará que el mercader sonría de lado y grite: «Ya sale un Especial Yubitsume». Se inclinará hacia adelante y tomará tu muñeca, sujetándola en la mesa. No te resistas, porque a nadie le gusta una venta difícil. Un resplandor de metal, y tendrás un dedo menos.

Recuerda que solo puedes pagar dos veces. Ahora, no te engañes: dolerá. Probablemente habrá mucha sangre, y si no te encargas de la herida, se puede infectar.

A medida que el precio sube, puede ser que quieras tomar precauciones con respecto a lo que intercambias. Los torniquetes y las suturas no estarán de más.

Algunos negociantes se verán familiares, y pueden remontarse a historias y leyendas que han existido por milenios. Esta es la influencia que el mercado ha tenido en nuestra cultura, filtrándose a lo largo de los siglos.

¿Qué tal uno de tus ojos? De todas formas, la percepción de profundidad está sobrevalorada. Ofrecer uno de ellos te permitirá conversar con nuestros amigos con alas. Serás capaz de convocar a las aves de los árboles, y ellas serán capaces de responder cualquier pregunta que tengas. Se aconseja que evites a los cuervos —ellos tienen sus propias intenciones, y no tienen en mente tu bienestar—. El vendedor te tomará de la garganta e incrustará lentamente sus dedos en tu cuenca. Un giro de su muñeca y tu órgano visual descansará en su palma. Otro giro, y desaparecerá.

Para este punto deberías manejar criterios más rigurosos acerca del cumplimiento de tu pago. Existen artefactos y conjuros que pueden permitirle al cuerpo que siga funcionando muy por encima del momento en el que los cuerpos mortales fenecerían. Aquí puedes obtener uno o dos, pero muy pocos están dispuestos a seguir viviendo sin sus órganos sexuales. Parece ser que la eternidad es un poco más fría sin la habilidad de echarte un polvo. No entraré en detalles de la manera en la que son retirados; baste decir que es desagradable y lioso.

Progresivamente, los precios se harán un poco más… vitales. ¿Qué querrías a cambio de tu estómago? Este trato amerita la habilidad para entender los deseos de todo aquel con el que hables. Mientras conversas con ellos, tu mente se llenará de las imágenes de lo que codician más.

Algunos argumentan que tal regalo tendría una correspondencia más poética con el corazón. Sin embargo, el músculo vascular es parte de un trato completamente distinto. Al regatear con tu corazón, puedes garantizar la felicidad de cualquier individuo por el resto de su vida.

La extracción de este tipo de órganos puede ser característicamente dolorosa, pero los mercaderes te darán un momento para que te prepares antes de que produzcan una hoja corta y filosa. Después de una incisión practicada, estarán excavando dentro de tus tejidos. Tienen una precisión infalible y un nivel de aseo que compite con el de un cirujano.

Ahora, es reconocido en algunos lugares que, una vez que el trato ha sido sellado, el comprador puede tener dudas y querer echarse atrás. Este no es uno de esos lugares. La mayoría de los contratos son tácitos, pero se espera que te hayas informado. Las cláusulas de rescisión son asesinas.

Aunque la mayor parte del cuerpo puede ser colocada en la mesa, hay limitaciones. El problema es que el cerebro es el asiento de la consciencia, y no puede ser ofrecido totalmente. Digo totalmente, porque hubo un individuo que ofreció la lobotomía de la parte de su cerebro que domina la memoria, aunque no pudo recordar a cambio de qué.

Antes de culminar, te presento una advertencia. He detallado la lista de costos de algunas partes de tu propio cuerpo. Hagas lo que hagas, no trates de comprar nada en el mercado con órganos de otro. Cada figura en el mercado se detendrá y te observará, y a quien trataste de engañar, gritará: «¡No intercambies lo que no te pertenece!». La parte que trataste de vender será removida de tu cuerpo como castigo. Un ojo por ojo bastante literal.

El mercado ha estado intercambiando en sangre y hueso desde que la civilización ha existido, aunque la entrada se ha movido de ciudad a ciudad. Muchos han visitado y estrechado manos con los carniceros, pero no todos han recibido esas manos devuelta.

Una persona inteligente se preguntaría si estos individuos son capaces de honrar los tratos que negocian. Una persona más inteligente cuestionaría por qué las partes del cuerpo tienen un valor tan alto en esta economía.

Solo entiende que es oferta y demanda. Y mientras existan los tontos dispuestos a ofertar, no deberías preocuparte por quién genera la demanda.

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La traducción al español pertenece a esta página. Fue escrito en inglés por The Silicon Lemming:
http://thesiliconlemming.blogspot.com/

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