El mal viaje

El era un drogadicto. Como todo drogadicto buscaba sin cesar nuevas experiencias que colocaran su cerebro en la luna y así comía, fumaba y aspiraba cualquier cosa que, a su parecer, ya fuese por la forma, el color o su composición, podría drogarlo.

Un día su mayor adicción apareció. Como todo ser humano, sucumbió ante los poderes de la idiotez del amor y tuvo la suerte o desgracia de encontrarse con una alma gemela.

Ella era muy hermosa para él, pero sin embargo lo amaba, y lo amaba tanto que lo único más fuerte que el amor que sentía ella por él era el amor que sentía el por ella.

Pero nuestro personaje era un drogadicto, y los drogadictos hacen sufrir a la gente que los rodea. Por esa razón, al no poder soportar el hecho de que su amada llorara por su salud, decidió drogarse de vuelta, solo que esta vez tuvo la desgracia de pasar un mal viaje.

Al sentirse culpable por hacer lo que a ella más le dolía, no pudo disfrutar, y entonces nuestro drogadicto quiso hacer un pacto con el diablo. Lo invocó con un ritual improvisado que involucró su sangre y un pentágono en el suelo con ella. Entonces se le apareció un monstruo con un cuerpo similar al de un humano pero mucho más delgado y sin piel, por lo que su carne estaba al rojo vivo. Su cabeza era un globo ocular partido al medio por una línea negra que formaba unas fauces llenas de dientes amarillentos y afilados.

Entonces el monstruo le ofreció un deseo a cambio de su alma y este le pidió que haga feliz a su amada por siempre. Pero el demonio comenzó a reír, pues, los demonios están hechos para hacer sufrir a la gente.

Por eso este ser clavó al drogadicto en la pared como si lo hubiese crucificado tal cual se supone que lo hicieron con la mítica figura de Jesucristo, acto seguido se fue de la habitación y cuando volvió a entrar trajo a la mujer llorando y sujetada por los tobillos.

El demonio invocó a los seres más morbosos y horribles a los ojos humanos que se puedan imaginar, uno gordo y horriblemente transpirado, otro flaco y muy sucio y el tercero era deforme y estaba lleno de ampollas y pelos en lugares anormales. Los tres eran una imitación de lo que podría llegar a ser un ser humano y tenían un miembro viril desproporcionalmente grande.

Bajo la orden del demonio, las tres criaturas comenzaron a violar, a pegar y a morder a la mujer que gemía y gritaba de dolor y angustia mientras las lagrimas resbalaban tanto por los ojos de ella como del drogadicto. La visión fue demasiado mórbida para el drogadicto que, sin conciencia de que todo ello era una alucinación, se abrió el cuello con la misma navaja con la que había dibujado el pentágono.

El drogadicto murió y cuando su amada se enteró murió lentamente de sed, pues no pudo parar de llorar ni para beber. ¿Linda historia, no?

Creación propia

maxi medina

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