Bonita noche, pensó mientras caminaba por el irregular camino que cruza la montaña. Era en verdad una hermosa noche, el cielo despejado dejaba al descubierto las estrellas y una enorme luna llena que bañaba con su luz de plata todo el paisaje.
Transitaba por un camino de tierra que surcaba una montaña que quedaba a las afueras del pueblo. Llevaba sobre su hombro un rifle, un confiable rifle de cacería que pertenecia a su padre. Habia salido a cazar, era una de sus actividades favoritas, la disfrutaba mucho, no disfrutaba matar, si no la emocion de la cacería y comer su presa.
Había caminado ya unas 2 horas cuando abandono el camino y dirigió sus pasos a la espesura internándose en lo profundo de la montaña, al cabo de un tiempo llego a una quebrada, las aguas brillaban por el resplandor de la luna, el aire estaba impregnado de el olor de la hierba y tierra mojada.
Mojo en saliva el dedo indice y lo levanto, comprobó la dirección del viento cruzo la quebrada y subió a un árbol grande y frondoso que crecía a orillas de aquella quebrada, aquel árbol era el escondite perfecto hizo entre las ramas un nido, se cubrió con una gruesa manta verde que entretejidas ramas y hojas, se cubrió bien, se acomodo a gusto ajusto la mira del rifle y se dispuso a esperar.
Amparado por la sombra del árbol, era prácticamente invisible, nada ni nadie lo podía ver allí, pero el si podía ver todo, había esperado mucho tiempo, calculo unas 2 horas mas o menos y no había ni rastro de la esperada presa. Estaba acostumbrado a ello, pero había algo fuera de lo normal aquella noche, se concentro en su alrededor sin apartar la vista de la orilla opuesta de la quebrada, agudizo su oído, lo que escucho le pareció muy extraño, nunca en todas sus excursiones había escuchado algo semejante, un total y absoluto silencio, silencio sepulcral, silencio de muerte.
No se escuchaba nada, ni el croar de las ranas y sapos, el cantar de los grillos o el aletear ocasional de alguna lechuza. Agudizo lo mas que pudo en escuchar el mas minimo detalle, y pudo distinguir en la lejania un debil eco de golpes, golpes regulares y ritmicos, muy debiles, pero inconfundibles.
Aquel eco fue creciendo y se escuchaba mas cerca, el cazador no apartaba la vista de la otra orilla, pero sin mover un solo musculo. No supo en que momento los golpes cesaron y reino de nuevo el silencio. La admosfera se hizo pesada y densa, y comenzó a hacer mucho frió, y el profundo silencio se interrumpió por el sonido de ramas quebrándose, y la malesa moviéndose.
El cazador pensó «Viene la presa» que tanto ansiaba, apretó el rifle contra su hombro, su respiracion estaba tranquila y clavo los ojos en la otra orilla, y vio como la maleza comenzaba a menearse de un lado al otro abriendo paso al esperado animal.
Pero sorpresa, no era un animal, no era la presa, era algo mas. Era aparentemente un hombre, facilmente distinguible a la luz de la luna, era muy alto, estaba vestido con harapos un pantalon desgarrado y una camisa hecha hirones, que dejaba al descubierto un ancho pecho cubierto de pelo como si fuera un ovejo. Su piel era oscura, las unas de las manos era largas, parcian garras, y en la cabeza llevaba un sombrero de ala ancha que impedia ver su rostro y en su mano derecha un hacha.
El viento soplaba fuerte y le llego el hedor que desprendía aquel ser. Se acerco a la orilla de la quebrada pero sin entrar en ella, y dirigió la cabeza hacia donde estaba el cazador.
Aquello lo sobresalto, su corazón comenzó a latir muy fuerte, como lo vio, no se había movido, el viento no había cambiado, no hizo ningún ruido. Pero aquel ser en efecto lo vio. Tomo una roca y la lanzo con mucha fuerza en dirección del cazador, no cabia duda lo habia visto.
El ser comenzó a caminar a lo largo de la orilla con impaciencia y bufando como un toro enfurecido recogiendo y arrojando piedras. Ante aquello se decidió responder a la agresión, apunto a la cabeza y jalo del gatillo.
El disparo le derribo el sombrero de la cabeza, y dejo al descubierto su horrible rostro, era completamente negro, calvo, lleno de arrugas, sin orejas, sin nariz, con 2 pozos profundos en lugar de ojos.
El fogonazo del disparo había iluminado su escondite, no le importo pues ya lo habían visto, pero el fuego pareció enfurecer aquel hachador bestial. El hachador enloquecio y comenzo a gritar fuertemente, abriendo mucho la boca, dejando al descubierto unos grades colmillos.
La bestia se lazo hacia el agua pero no se atrevía a entrar, se acerco a un árbol y comenzó a cortarlo, a hacerlo astillas con los potentes golpes del hacha. En cosa de minutos el arbol callo y formo un puente, que aquella bestia rugiendo furiosamente con la velocidad de un rayo hasta el pie del nido del cazador.
Abrió fuego nuevamente, uno, dos, tres, cuatro disparos ninguno lo derribo, ni siquiera retrocedió. Levanto el hacha y comenzó a golpear el árbol, lo estremecía con cada golpe, temblaba, y hacia tambalear al cazador sobre el árbol.
Uno de aquellos golpes hizo caer al cazdor del arbol, a mercede de la bestia. El cazador estaba paralizado, todo el cuerpo le temblaba, setia el calor de sus fluidos corporales deslizandose por las piernas y pese al frio estaba cubierto de sudor.
El hacahdor levanto el hacha muy alto y la sostubo a dos manos, la luz saco a relucir mas detalles la macabra herramienta, el filo estaba oxidado cubierta de manchas de sangre, y el palo de madera negra y llena de astillas.
El hacahdor dio un paso al frente y puso el cazador a su alcance, y rugió victorioso como una león sobre una inocente gacela. El rugido hizo entrar en si a aquel desdichado cazador, quien como impulsado por un resorte invisible salto a un lado y el filo del hacha paso a milímetros de su cabeza.
Como alma que lleva el diablo corria el cazador por la espesura, no le dolian espinas, ramas o midras con las que tropezaba y trastabillaba, pero no caia, nunca caia. No se atrevia a mirar hacia atras, pero esuchaba los pesados pasos de la bestia que corria con seguridad a sus espaldas, derribando todo a su paso y lanzando hachasos a diestra y siniestra y berreando horriblemente.
Corrió un largo trayecto hasta que sus fuerzas le fallaron, ropezo y rodo por la ladera de una montaña. Adolorido, y cansado esucho los pasos aproximandose y percibio el terrible hedor de la bestia.
El cazador se puso de pie como pudo, y vio como la bestia desencajaba el cabo del hacha y con el palo de la misma comenzo a golpearlo. La lluvia de golpes que le siguio fue terrible, y el cazador en un ultimo intento por sobrevivir desenvaino un largo cuchillo y asesto una puñalada donde deberia estar un ojo.
Esto enfurecio mucho mas al hachador, ajusto el cabo del hacha y la levanto, listo para partirlo en dos como a una rama, el tiempo parecia reentizarse y vio todos los detalles de aquella bestia, ya no dolia nada, ya no olia nada, y pronto tanpoco veria nada.
La bestia se detuvo su ataque repentinamente, súbitamente dio un salto hacia atrás muy agitado, gruñía y gritaba mirando nervisamente a los lados, y con la velocidad de un rayo corrio hacia la espesura del monte el mismo instante en que, en alguna casa del cercano pueblo, fiel a la hora un gallo canto trayendo consigo los primeros rayos del alba.
Como pudo se arrastro al camino, a la espera de ayuda, que se la brindo un viajero, volvio a su vida, a su casa y a su familia.
Se recupero y su vida se normalizo, nunca mas comió carne, se volvió vegetariano, nunca mas salio de noche de su casa, nisiquera al jardín amparado siempre de su gallo para que no le pase nada.
1 comentario
Está muy bien redactado salvo por un par de faltas de ortografía, pero las historias de bestias ya están muy gastadas y no dan miedo, te recomiendo que la próxima hagas una de fantasmas o gore porque se nota que si podés :))