Aún se siguen usando los viejos dichos,o mejor dicho,los padres son los que usan tales dichos de naturaleza insondable como: «Cómete toda tu comida, porque si te portas mal va venir el viejo de la bolsa y te va a llevar». El fin de estas reconocidas frases es lograr un comportamiento recto en la actitud del niño, pero analizando bien la frase podemos sacar varios contextos que nos dejan pensando, tales como ¿quién es ese extraño hombre? ¿Verdaderamente en la antigüedad haya existido un viejo que raptaba a los críos?, probablemente y de seguro que es desde aquel entonces cuando ésta frase comienza a tomar forma, un hombre grotescamente avejentado de identidad anónima cuyo pasatiempo era robar niños ajenos, con un objetivo inconcluso, aunque sin lugar a dudas no era un final feliz. Ahora bien podemos decir que las historias de antaño tienen un tinte macabro, varias de ellas quedan en la mente de las personas como inocentes cuentos infantiles tales como «Caperucita Roja» cuando en realidad dejan un claro mensaje en la vida misma «No charles con extraños», muchas veces éstas historias pueden mutar y saltar hacia el mundo realista y material como al personaje del siguiente relato…
El padre de un niño llamado Luis siempre llegaba a la casa azotando la puerta y de mal humor. Gritaba molesto a él y a su hermana regañándolos porque dejaban regados los juguetes por todo el comedor y replicaba que al entrar se tropezaba con ellos.
A la hora de la cena se quejaba de que el puré estaba asqueroso y chicloso, que Bárbara (su madre) no sabía hacer nada bien y debería estar haciendo algo en vez de pasar todo el día en la casa perdiendo el tiempo. Y cuando los niños se levantaban de la mesa los mandaba a la cama bien temprano sin dejarlos ver su show favorito en la televisión.
—Papá son las nueve y media, no creo que nos desvelemos por quedarnos sólo un rato mas viendo tele —le decía Luis.
—No me interesa, se van derechito a la cama no los quiero ver por acá molestando y dando vueltas, mañana tienen que ir a estudiar temprano —contestaba seriamente el padre.
—Porfa papi —suplicaba el niño.
—Acuérdate lo que pasa si te portas mal —decía el padre con extraña aura de malicia.
Entonces era cuando los recuerdos de Luis salían a la luz, sus peores pesadillas. Aunque tenía ocho años y era un niño muy inteligente para su corta edad, aún se traumatizaba con la vieja historia del hombre de la bolsa. Regresaban a su mente aquellas noches oscuras de soledad con sus pies helados y sus piernas temblando del miedo, expectante a que aquel enemigo se presentase y lo llevase arrastrando hacia el exterior, a la temible sombra de la noche y desapareciera para siempre.
Subió corriendo las escaleras y se tumbó en la cama parapentándose tras las sábanas.Entonces su cuerpo se paralizaba hasta quedarse dormido.
Al otro día se dedicaba a ordenar los juguetes y comportase bien para que de esta forma no viniera aquel malvado viejo que mencionaba su padre.
Pero apenas se hacía presente en el hogar su padre era una furia andante. Les gritaba por cualquier cosa y siempre buscaba una excusa para desquitarse con su madre o presentarle quejas. Esa noche los niños subieron a su habitación y se acostaron.
Era ya la mitad de la madrugada cuando el niño medio dormido divisó una sombra en su ventana. Era como un bulto inerte. Se sentó en la cama refregándose los ojos para ver mejor y miró aterrorizado como aquella cosa se movía. Entonces oyó un golpeteo en la ventana y se ocultó bajo las sabanas sintiéndose a salvo como resguardado tras un fortín.
Como era verano la madre dejaba la ventana sin seguro y medio entre abierta para ventilar el cuarto. Oyó el leve ruido de la ventana abriéndose y se percató de que inevitablemente aquella cosa estaría irrumpiendo en su habitación.
Quizo gritar a toda voz, correr hacia la habitación de sus padres, pero no, ya estaba cerca el visitante y él no se había portado mal aquella noche.
Los minutos siguientes estuvo mudo y duro como una piedra con su sentido del oído agudizado para oír lo que estaba sucediendo, pero no pasó nada. La noche trancurrió lenta como una pesadilla hasta que con el primer brillo del sol se levantó para ir a la escuela, cansado y aturdido por la mala noche. Observó la ventana abierta de par en par y abajo… unas pisadas indescriptibles como las de algún animal, éstas terminaban en un rincón donde había algo tirado, un retazo de papel. Luis lo levantó y entrecerró los ojos, en unas letras desprolijas escrito con tinta negra se leía: «Si los padres no se portan bien, viene el Grappa-Luppo».
Aterrado y confuso corrió escaleras abajo, los padres lo miraron extrañados pero él no dijo una palabra, desayunó con el pulso tembloroso y se fue camino a la escuela.
Esa misma tarde al regresar a su casa vió a su hermana sentada en el sofá mirando televisión y no pudo aguantar más, tenía que decirle lo de la nota.
Ella lo escuchó atenta pero sin mostrar una pizca de temor o asombro, creía que era solamente una mala historia de terror producto de la imaginación de su hermano para asustarla.
Entrada la noche llegó su padre sin saludar o mostrar una pizca de afecto hacia sus hijos.
—¿Y ustedes porqué no están haciendo nada? —les dijo. Ya empezaba de nuevo—. ¿Al menos hicieron sus deberes?, Alicia ¿limpiaste el comedor como te dije? —preguntó altanero a su hermana.
—No —respondió la niña.
—¿Porqué? —el rostro del padre se tornaba rojo.
—Salí un rato a jugar con la vecina —contestó.
—Para eso si que tienes tiempo —dijo entre dientes sacándose el cinturón—. Anda a la habitación te quedas sin comer por desobediente.
—Pero… —replicó la pequeña. En ese momento el cinturón se agitó en el aire como un látigo y azoto el rostro de la niña.
—¡Suelta eso! —gritó Luis forcejeando con el brazo del hombre.
—Tu también anda arriba los dos me tienen las pelotas llenas —bufó.
—Te estás portando mal con nosotros papá, ¡siempre que vienes a la casa te comportas así! —replicó Luis.
—Porque ustedes son el problema, no yo.
—Entonces si te sigues portando mal va a venir el Grappa-Luppo —dictó el niño embravecido.
—¿Quién…? —dijo el padre con una sonrisa incrédula.
—El Grappa Luppo va a venir y te va a llevar —repitió.
—Mucha televisión hijo, mucha televisión, ahora sube si no quieres tener cita con don cinto.
—Va a venir y te vas a espantar, ya me lo dijo —respondió finalmente y se dirigió a su cuarto.
Pero esa noche sería Luis quien se llevaría un espanto mortal, pues esa misma noche, rescostado en su cama pudo ver como la ventana se abría nuevamente, aunque la había cerrado con seguro esa cosa había encontrado la forma de desbloquearlo desde afuera. Lentamente una mano monstruosa tomó el marco de la ventana y se abalanzó hacia dentro de la habitación. Luis se cubrió tratando de no hacer ruido, se quedó duro y respirando entrecortado.
Oyó un jadeo horripilante y entonces mirando parapetado tras las sabanas pudo distinguir a su visitante. Una bestia menuda atravesaba su cuarto, una fila de escamas encrispadas como cordones montañosos le cubrían desde la cabeza hasta la espalda, tenía unas pequeñas cornamentas y una cola en forma de flecha. Abrió la puerta y desapareció en la penumbra del pasillo. Con el rostro mojado Luis se levantó quería correr con sus padres, pero no… le tenía pavor a esa criatura.
A la mañana siguiente Luis vió las huellas informes, eran de unos pies medianos que al parecer solo tenían tres dedos que terminaban en una punta aguda. De pronto un pensamiento se le vino a la mente como un rayo ¡Su padre! Esa cosa había dicho que se lo llevaría.
Corrió rápidamente bajando las escaleras a zancadas pero lo vió allí desayunando tranquilo con su taza de café en la mano. El padre lo miró con el ceño fruncido.
—¿Porqué no te vestiste todavía? ¡Apurate! Que encima que llegas tarde a la escuela me vas a hacer retrasar a mi también —gruñó. Sus rezongos no cesaron—. ¡Bárbara quemaste las tostadas otra vez! ¿Dónde tienes la cabeza? ¿en la luna?
Ese día pasó aterrado, sin querer que llegara la noche y ser él el protagonista del terror espeluznante que invadía su cuarto. Distraído en la clase, sacó su cuaderno y empezó a garabatear, luego recordó a aquel monstruo e hizo un bozeto.
Al retornar a casa esa misma tarde se lo mostró a su Alicia. Ésta vez ella gritó aterrada revoleando el dibujo y aferrándose a él. Le dijo que ella había visto a ese ser, pero que no recordaba si era en uno de sus sueños o si en realidad éste monstruo se le había presentado, estaba confusa e irrumpió en llanto.
Su padre entró al hogar refunfuñando nuevamente. Los mandó a hacer la tarea, le lanzó un coscorrón Bárbara por incumplir con el aseo del pasillo y Luis se salvó de sus patadas por esta vez. Su madre había llegado agotada por su labor de ama de casa, pero al hombre enfurecido no le interesó, la despertó a los gritos y le dijo que le diera una explicación del porqué la comida no estaba servida en la mesa. El pleito se hizo mas fuerte cada vez como un crescendo hasta que cesó, escuchó a su madre sollozar desconsoladamente en voz baja. Era previsto… el Grappa Luppo lo visitaría.
Esa noche durmió con los pies fríos y la conciencia tranquila. Al despertarse vió unas huellas húmedas marcadas en el suelo. En la casa había un silencio sepulcral. Al salir al pasillo se encontró con un zapato de su padre, luego lo seguía un calcetín y más adelante se hallaban mas prendas de vestir salpicadas por el suelo formando un camino, como pistas claras de un crimen anunciado.
Las vestimentas continuaban escaleras abajo y por la cocina. Caminó siguiendo los ratros de ropa hasta que se detuvo con el corazón a punto de estallar, en la puerta del baño se hallaba la camisa favorita de su padre embadurnada en sangre. La puerta del baño tenía clavadas unas garras y adentro… La mano se agitaba torpemente sobre el pomo, pero finalmente logró tomarlo firmemente, lo giró e ingresó. Todo el piso estaba teñido en rojo de una sustancia que vertía la bañera, algo se ocultaba tras la cortina. Tomó valor consciente de lo que le esperaba, sus dedos se deslizaron tras la cortina. Tragó saliva y la hizo a un lado. Su padre, o más bien su cabeza, flotaba en el inmenso mar de sangre que rebosaba de la bañera.
4 comentarios
Me gustaron los diálogos. Rara vez los diálogos de una historia están escritos de la manera en que hablan las personas reales xD.
Me causa gracia cuando un argumento el autor lo hace tan… obvio, que empezás a dudar de si realmente sucederá lo que te dijo que sucederá. Cuando sucede, te das cuenta de que en realidad no planeaba hacerlo parecer tan evidente, es sólo que no supo escribir su historia sin revelarle detalles importantes al lector antes de tiempo.
BUENISIMA!!! me fascino! 😀
me encantó!!!!! 😀
Ayy papa eso te pasa por mamon hehe
Pd.alguien conoce a don cinto creo que es el vecino XD