El Diario

Capítulo 1- El hombre extraño.

 

Era un día normal y corriente, me dirigía al trabajo,  como de costumbre, me paraba nostálgico a contemplar a los niños pequeños jugando entre ellos, en realidad tenía envidia, quería volver al pasado, mi vida era demasiado común y corriente, pero eso solo podría suceder en mis sueños, aunque realmente con la tecnología, quizás en un par de años, incluso podamos inventar la máquina para viajar en el tiempo, ¡ups!, mi alarma sonaba, ¡se me había hecho tarde! No había un día en el que yo llegara tarde, pues el mal genio del jefe si esto sucedía era insoportable, me apuré mucho, cogí un taxi y sí, ¡lo logré!, logré llegar justo a tiempo, 6:00 AM. –Señor Ricardo, dijo mi jefe, ya pensaba yo que usted iba a llegar tarde hoy, pero luego recapacité, ¿cómo podría yo dudar de su puntualidad?, usted ha llegado a la hora adecuada desde que lo contraté. –Pues verá señor, me detuve un momento pensando mis cosas y me perdí en mis pensamientos, le respondí. –Jaja, sí, me suele pasar a menudo, bueno, nos vemos que tengo mucho lío, hasta luego y no olvide cerrar la puerta cuando haya terminado su trabajo. –Está bien, hasta luego.

 

Pasaron las horas y al fin terminé, cerré la puerta, como me dijo el jefe y fui camino a casa. Al pasar, volví a ver a la escuela, pero ya no había nadie, seguí caminando hasta mi casa, de repente, me detuve, algo me llamó la atención, había un hombre muy alto al final de la escuela, pero estaba tan lejos que no se llegaba a distinguir el rostro, tampoco se le veía ropa, era como una sombra, pero quizás eso era efecto de la lejanía que había entre mi mirada y el  extraño sujeto, y su de notable altura, por supuesto, probablemente mediría 1,80 metros. Seguí caminando y al fin llegué a mí casa, comí, me lavé los dientes y me fui a la cama, pero por alguna razón, estaba algo nervioso, me resultaba imposible dormir, así que  fui a la cocina a prepararme un té, de reojo miré por la ventana y vi de nuevo a aquella sombra, pero ésta vez alcancé a ver su rostro pero… no sé si no tenía rostro o por la oscuridad no alcanzé a distinguir nada, cuando cerré los ojos y volví a mirar ya no estaba, traté de calmarme pensando que sería un efecto del cansancio, así que me preparé el té y me fui a dormir.

 

 

Capítulo 2- El diario.

Al día siguiente me levanté y en lo único que pensaba era regresar al lugar donde vi por primera vez a aquel tipo, así que sin tan siquiera desayunar me dirigí hacia allí, pero no estaba, quizás es que solo aparece por las noches…, -¡ups!, perdone, ¿le ayudo a recoger? –No gracias, ya lo hago yo. –Está bien, oiga, espere, ¡espere!, ¡se le ha olvidado este diario!. El chico se marchó y dejó ese diario ahí, así que lo agarré con intenciones de dejarlo en “objetos perdidos” para que se encargaran ellos de dárselo, de todas formas, la curiosidad me ganó, abrí el diario, había una foto de una casa de árbol delante de la primera página, estaba en blanco y negro, así que era bastante antigua, probablemente era de la infancia de ese hombre. Seguí pasando páginas hasta llegar a la primera página escrita, entonces comencé a leerla.

 

“Primero de Septiembre de 1856: Hoy fue un día aburrido, como casi todos, me levanté, me cepillé los dientes y a la escuela, como todos los días, Raúl comenzó a molestarme, tengo ganas de partirle la cara al cabrón pero no puedo, porque si lo hago vendrán sus amigos a por mí, lo único que me reconforta es el hecho de que el próximo año me cambiaré de escuela, espero que en ésta no haya gente como él.”

 

“Doce de Septiembre de 1856: Hoy discutieron mis padres, creo que se odian, no puedo soportar esto más, estoy harto de sus discusiones.”

 

“30 de Septiembre de 1856: Mi padre huyó de la casa, mi madre está muy molesta con él, dice que es un cobarde y bla bla bla, yo estoy muy triste, ¿ahora qué será de mí? ¿y de mi madre?, tendrá que cargar conmigo y mí hermano sola, ese cabrón merece morir por abandonarnos así.”

 

“Uno de Octubre de 1856: Algo está cambiando en mí, ya no siento dolor, no siento tristeza ni alegría, es como si no tuviera sentimientos o algo los bloqueara, pero tampoco me preocupo por ello, quizás incluso sea mejor no tener sentimientos.”

 

“Once de Octubre de 1856: Me equivoqué, totalmente, el hecho de no tener sentimientos me está cambiando completamente, cuando veo a las personas, las veo con malas intenciones, me imagino cosas que ustedes jamás pudieran imaginar, cosas sangrientas, cosas malas, muy malas, ¿qué voy a hacer?, ¿me estaré volviendo loco?”

“Creo que he estado viendo a alguien en mi casa por las noches, no estoy seguro, nunca alcanzo a verlo y no me da miedo acercarme a él, ¿será que enserio me estoy volviendo loco y todo está en mi mente?”

 

“Mi mamá quiere internarme en un psiquiátrico porque según ella estoy diciendo tonterías irreales y que eso no es verdad, tengo miedo de seguir hablándole, así que intentare no comentarle nada.”

 

El diario me dejó en un estado de shock, ¿qué sucedería con la persona? ¿Se acabaría volviendo loca por completo?, la verdad, quería seguir leyendo, pero debía dormir para mañana dar mi máximo rendimiento en el trabajo, cuando termine, seguiré leyendo.

 

Como todos los días, me levanté, desayuné, pase por la escuela y llegué al trabajo, pero, para mi sorpresa, estaba cerrado y el jefe estaba afuera, me dirigí hacía él: -Señor, ¿qué ha sucedido?. –Los de derechos humanos me dijeron que como hoy es feriado no puedo abrir el negocio, puedes tomarte el día libre. –Oh, está bien, bueno, nos vemos mañana.

 

Me dirigí rápido hacia mi casa para continuar leyendo.

 

“Hace días que no le hablo a mi madre de el asunto, al parecer ya se le ha olvidado, pero a mí no, sigo viendo a las personas con malas intenciones y además, la otra noche, el sujeto extraño, que al fin pude ver, y no tenía rostro, era solo una sombra, se me acercó y me susurró: “Mátalos a todos”. Inmediatamente me alejé de él, pero me dijo: “Yo no soy tú enemigo, soy tu amigo, es más, sé que en el fondo los quieres asesinar.” Era cierto, pero era a causa de la forma en la que, ahora, veía a la gente, solo tenía deseos de matarlos a todos, pero simplemente, aún conservaba algo de cordura como para contenerme.”

Paré de leer, no me lo podía creer, era como aquello, aquello que vi en la escuela y de nuevo en mi casa, ¿será que me quiere decir algo? O simplemente volverme loco como le hizo a este chico?

Ya está, ya no puedo más, ya no me puedo resistir, las ganas de matar continúan y sigo viendo a ese sujeto extraño sin rostro.

 

Ya no había más páginas, bueno, en realidad las había, pero estaban arrancadas, tenía que buscarlas, tenía que encontrar esas páginas y completar el diario, no sé porque, pero me metí en la cabeza que si hacía eso la sombra rara me dejaría en paz.

 

 

Capítulo tres- Las páginas perdidas.

Salí apresurado con una linterna, pues era de noche, no sabía adonde me dirigía, solo seguía recto, llegué a un bosque y ahí es donde comenzó mi pesadilla, comencé a ver cosas por los árboles, sombras como la que vi en la escuela que se movían, no le di importancia, seguí caminando, de repente, vi algo brillante, bueno, no era brillante, pero su color blanco resaltaba en la oscura noche, sí, es lo que estás pensando, era una página del diario, ni siquiera la leí, quería tenerlas todas para luego leerlas juntas, seguí caminando, mientras seguía oyendo a las sombras más y más cerca, de repente vi una luz, era un foco alumbrando en medio de la carretera, pensé. “¿Cómo acabé aquí?, ¿no estaba yo en un bosque?. Me dio igual, sentí que debía ir hacia la luz, se me comenzó a nublar la vista hasta el punto en que caí. Desperté en el mismo sitio, tenía un horrible dolor de cabeza, pero no sería eso lo que me detuviera, ahora que estaba tan cerca, seguí buscando, encontré otra y de nuevo las cosas comenzaron a moverse, lo ignoré y seguí, cada vez se oían más y más, los sonidos retumbaban en mi cabeza hasta que logré encontrar la última página, las junté y de repente vi a la sombra, estaba detrás de mí, solo se quedó observándome, no me podía mover, era como si mi cerebro mandara la señal para salir corriendo, pero no respondían mis extremidades, solo me podía quedar ahí e intentar cerrar los ojos para no seguir viéndolo y esperar que se fuera. Una vez que los abrí pasada ya media hora y que me pude mover, ya no estaba, regresé a mi casa aún con la sensación de que alguien me seguía.

 

 

 

 Capítulo 4: ahora será el que escriba un diario.

Día 1: “no puedo salir de mi casa, los bombillos están fundidos, y todo está a oscuras, aunque sea de día mí casa esta en sombras, cada vez que trato de salir la cosa esta esperándome en la puerta de espaldas a mí.”

 

Día 2: “no he salido de mi habitación, me cortarán el agua, el teléfono, la luz,   porque ya tengo varios meses que no pagaba, qué ironía.”

 

Día 3: “Estoy empezando a marearme, ya se me acabaron los alimentos y no me baño, no hago nada, no me muevo, por temor a él, solo sigo mirando por la ventana, día tras día, no duermo.”

 

Día 4: “Tengo sed, no he bebido nada en 3 días, tengo miedo de salir de mi habitación y que él esté esperándome.”

 

Día 5: “Intenté bajar a la cocina a buscar agua y tal vez comida, pero él estaba ahí y volteo instantáneamente, no pude más que correr a la habitación de nuevo y cerrar la puerta rápidamente.”

 

Día 5: «Siento la debilidad de la deshidratación, todo se a vuelto muy surrealista, a veces siento que floto, otras me siento pesado como si tuviera una roca amarrada a el cuerpo, el hombre de sombras solo se queda al frente de mi habitación, lo sé porque escucho una extraña respiración y si me muevo se agita, y a la vez como si estuviera viéndome a través de la puerta.»

 

Día 6: “ya no lo aguanto, estoy tan enojado de ser tan cobarde, varias veces ha sonado el teléfono de la sala pero no lo he podido atender y pedir ayuda, no sé que hacer, trate de enfrentarlo con todo mi odio y lo único que hice fue lastimarme a mi mismo, mi visión esta nublada, tengo la boca seca y mi estómago ya no ruje como días anteriores, tengo miedo de morir….»

Día 7: “ya no aguanto la presión, jamás podré salir de aquí, pero no le daré el gusto de seguir deleitándose con mi sufrimiento, si alguien lee esto, mi nombre es Ricardo y ésta, es mi despedida…”

Creación propia.

Takashi Komuro

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