El Corral de Piedra

Sin duda alguna, el miedo a lo sobrenatural ha corrido a través de la humanidad desde que el hombre piso esta tierra, creencias y relatos basados en sucesos muchas veces comunes en la naturaleza, pero que por ignorancia atribuimos a fuerzas desconocidas, así que en un afán por dar sentido a estas experiencias el ser humano se ha refugiado en la ciencia, dando explicaciones concretas a lo que antes considerábamos de naturaleza mística.

Pero, ¿que con aquellas experiencias y sucesos sin respuesta que inundan nuestras tradiciones desde la antigüedad? Mismas que por su naturaleza hasta la fecha no han tenido respuesta, sucesos que hielan la sangre y sacan nuestro miedo mas primitivo… el miedo a lo desconocido.

«No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas.«

                                                                      (Howard Phillips Lovecraft, La llamada de Cthulhu)

Nací en una familia con tradiciones, en un pueblo  oculto entre montañas, la base económica de esta lugar se basaba en la agricultura, recuerdo pasar las noches sentado alrededor de la hoguera de los abuelos escuchando sus historias, dejadas por sus antepasados y otras de reciente suceso, de todas ellas, la que mas me atrajo, fue la de un lugar misterioso oculto en lo mas alto de la montaña, ubicada al poniente del pueblo, cuentas los ancianos que de día si se logra llegar todo es muy silencioso, sin aves ni animales del monte, ni el mas pequeño grillo se escucha en ese lugar, sin embargo allí se encuentra un corral formado por piedras extrañas, mismas que no se encuentran en ninguna parte a varios kilómetros a la redonda, así que debieron ser llevadas allí desde otro lugar. Ese corral se ha encontrado allí desde antes de la fundación del pueblo.

Los campesinos que han pasado por ahí, cuentan haber visto huellas de botas pequeñas, marcadas en el lodo, algo extraño ya que ningún niño andaría por esos lugares.

De esa forma nos criaron a nosotros, “no te quedes solo el monte o te pueden ganar” “no mates al armadillo por que es la montura del sombreron y el venado es su caballo”, así que de ninguna manera andaríamos en la montaña  a solas y mucho menos por el corral de piedra.

Cierto Día, Don Isauro un hombre recio, conocido por su alegría y  sus recorridos por la montaña de cacería, como de costumbre paso por mi casa por la mañana a platicar con mi padre, iba a revisar sus sembradíos, al terminar de hablar sobre asuntos de la siembra se despidió y siguió su camino; cayo la oscuridad de la noche y llego la mañana del siguiente día, y notamos que no había vuelto, el comisariado ejidal formo una partida de búsqueda, mucha gente se ofreció de voluntaria, en un pequeño pueblo la unidad es un aspecto usual ya que todos se conocen entre si, pronto habían mas de 50 personas que se dirigían a buscarlo…buscaron por todas partes en los sembradíos en las montañas y no lo encontraban, hasta que a alguien se le ocurrió irlo a buscar  al corral de piedra, para entonces ya habían pasado tres días y las esperanzas de encontrarlo con vida se desvanecían, así que decidieron ir y allí estaba justo en el medio del corral de piedra, en medio de un matorral de espinas, con su lámpara de mano aun con batería y su cabeza recostada en su rifle, no había forma de que llegara hasta allí sin cortar el matorral, y este estaba intacto, parecía a haber crecido alrededor de su cuerpo, pero no estaba muerto, la gente se quedo inmóvil durante un momento al contemplar la expresión de terror absoluto en su rostro, estaba deformado en una  mueca de total desesperación por lo vivido en los días perdido había visto cosas que solo se encuentran en las pesadillas mas terribles en las raíces de la locura, los hombres salieron de su letargo y comenzaron a cortar los arbustos, tarea difícil, ya que parecían tener vida propia, yo ya quería irme de ese lugar, pero no podíamos dejarlo, finalmente cuando el sol se estaba ocultando llegamos hasta el y lo bajamos cargando a través de la montaña, de pronto se comenzaron a  escuchar gritos terribles y agónicos, rápidamente nos comenzamos a contar para ver si no habíamos dejado a alguien atrás, y no, todos estábamos completos, no habíamos dejado a nadie, luego oímos otra cosa los, gritos se transformaron en carcajadas, risotadas con una maldad absoluta y antigua en lo mas profundo de su tono, helaba los huesos.

Finalmente llegamos al pueblo, don Isauro murió un mes después, desde que lo bajamos nunca volvió a hablar, simplemente lloraba en silencio, si alguien lo dejaba solo comenzaba agitarse y la expresión de terror volvía  a su rostro, como si alguien viniera por el, así que no lo dejamos solo hasta el final, murió en mi turno de guardia, solo me miro y en un susurro me dijo gracias y cerro sus ojos, quiero creer que su alma al final quedo intacta y que no fue ganada por el mal, pero yo aun tengo pesadillas.

Aun puedo escuchar esa carcajada maldita proveniente de la oscuridad de la tierra, impregnada de maldad milenaria, esa carcajada proveniente del corral de piedra.

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nomad

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