El colegio maldito

Me llamo Amelia, tengo 15 años, voy a una escuela religiosa llamada Sagrado Corazón de Jesús, no tengo amigos, ya que la chica que era mi amiga incondicional, terminó siendo un demonio, y, ya que me separé del resto de las personas, ahora me creen antisocial, soy curiosa y aquí quería llegar, soy EXTREMADAMENTE curiosa, y eso me llevó a este embrollo.

Eran las 9 de la mañana, hora del recreo, y comencé a ver algo realmente inusual, en mi colegio hay una estatua, una estatua muy bien escondida, en un santuario, detrás de arboles que tenían caras o mas bien muecas extrañas, empezó a brotar agua de la nada, de allí llegaba hasta el patio, y mi curiosidad me ganó, por lo tanto me adentré, aunque algo asustada, con finalidad de entender de donde brotaba esa cascada de agua.

En el momento en el que entré, algo realmente espantoso e indescriptible se reveló ante mis ojos, la estatua tenía escritas palabras en sangre que decían: RETROCEDE. De repente se borra ese mensaje y aparece el numero 3 en sangre, y yo me preguntaba si era una pesadilla o qué era lo que estaba ocurriendo, de todas maneras esto se borro y luego apareció un 2, y quedé paralizada, luego un 1 y apenas intenté echar a correr, apareció: DEMASIADO TARDE. Empecé a llorar, el santuario donde la estatua estaba situada se cerró y se empezó a inundar el santuario con sangre, y cuando estaba apunto de quedar inconsciente, a causa de mi respiración muy débil y mi terror, se desagotó y solo quedo un rastro de sangre al que seguí, ya que si quería seguir viva eso debía hacer, sufría y me preguntaba por qué Dios había creado un ser tan curioso como yo, de pronto, no me dí cuenta y caí por un pozo, un pozo sin fondo, lleno de agonías de otras personas desconocidas para mí, de tristezas, desilusiones, y muchas cosas que me traían recuerdos, cuando, toqué el suelo, miré a mi alrededor, pura sangre, cuerpos destrozados, pedazos de cuerpos, y por lo que supuse, era una vieja sala de tortura, ante este escenario, mis ojos sufrían, no podía ver mas, así que tome una daga ensangrentada, y, con las pocas fuerzas que me quedaban, terminé con mi sufrimiento…

Lo lamento mamá, lo lamento papá, dijeron que no sea tan curiosa. Perdón por desobedecer…

 

Creación propia

Melina

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