Era una noche triste, la oscuridad reinaba la morada en la que yacía toda la familia de mi amigo Rodrigo, todo mundo estaba de negro, al igual que yo. Sólo que yo no estaba entre todos ellos. miraba desde la oscuridad.
Todo empezó con esta hermosa amistad.
Mi amigo Rodrigo y yo eramos inseparables, juntos lográbamos grandes cosas, no importase que fueran insignificantes para los demás. Aún así lo hacíamos.
El tenía una familia un tanto peculiar, conformada por 4 hermanos (2 mujeres y 2 hombres contando a Rodrigo ahí, en los hombres), él era menor de todos, por lo que podríamos decir que él era el pilón. Sus hermanos le llevaban mínimo 10 años de diferencia. Rodrigo nunca tuvo una buena relación con ellos.
Era hijo de un matrimonio que había tenido altas y bajas, su padre todo un vividor, su madre siempre desconsolada con la mirada perdida porque ella se enteró (aunque aún no tenía la certeza de que fuese cierto) de que su esposo la engañó hace ya tiempo atrás. Ahí fue donde todo empezó
El padre tenía una idea para tal vez mejorar los lazos familiares, irnos a su cabaña todos de vacaciones. Rodrigo me invitó a lo cuál accedí sin pensarlo.
Íbamos en su camioneta los 7, (su papá su mamá sus tres hermanos, Rodrigo y yo), nosotros íbamos en la parte de atrás de la camioneta, sus hermanos, su camioneta tenía una Biblia, un rosario, jamás pensé que fueran tan religiosos. Su hermana tenía una pulsera en la que venían impresos algunos santos en ella.
Llegamos a la cabaña de su familia como en 3 horas, había mucha niebla, el me dijo que era extraño porque siempre que el había venido estaba hermoso, lleno de sol.
Su madre nos pidió que fuéramos a ver si estaba abierto un establo que era de su propiedad, el cual estaba un poco retirado, íbamos jugueteando y bromeando, el camino se volvía algo difícil de atravesar, pero conseguimos llegar a el establo, el cual tenía candado, Rodrigo me pidió que le echara una mano para poder subir al tejaban, porque según el había una entrada por el tejado, y unas llaves dentro del establo, que más bien se me figuraba un granero, así que le eche una mano y el subió.
Me pidió esperar abajo mientras el abría. porque aveces la entrada estaba dura.
Escuché sus pisadas, y me distraje un poco. estaba admirando el paisaje, había árboles altísimos y una cantidad infinita de plantas verdes y hermosas, un olor a tierra mojada inolvidable.
De repente escuché unas pisadas mas fuertes en el tejaban en la que mi amigo estaba, escuché un grito horrible, era de mi amigo, sin duda alguna. Grité:
-Rodrigo!
Me respondió con un grito desgarrador, mis piernas se congelaron.
-Corre! Corre!
Así que corrí buscando ayuda, pero escuchaba pisadas, las escuchaba claramente, no voltee, escuchaba algunas plantas crujir, tierra levantarse, escuchaba los jadeos de mis perseguidores, eran como perros hambrientos. La niebla no ayudaba en nada no veía a mas de 10 metros delante de mi sentía un escurridizo sudor frió y mi corazón que casi sale por mi garganta.
Quería correr hacía la cabaña para pedir ayuda a los padres de Rodrigo. aún faltaba un poco para llegar, pero ya la veía toqué enérgicamente la puerta de que tenía la cabaña, nadie respondía, escuchaba las pisadas mas cerca, no quería voltear, solo sentí un golpe contundente en mi cabeza y caí como un saco de papas.
Desperté y era de noche, podía percibir eso porque a pesar de la niebla que se volvía mas densa ya era negro el ambiente, entonces en la puerta que yo mismo toqué enérgicamente sin obtener respuesta estaba escrito algo que estaba siendo iluminado por una tenue luz, parecía sangre, muy fresca y oscura, se leía «Vete y no regreses, no te entrometas, o morirás«.
Creí que estaba en una pesadilla, pero el dolor aún estaba ahí, sentía pulsaciones en mi cabeza.
Todo era muy confuso para mi, y no sabía que hacer, buscar a Rodrigo por mi cuenta o ir corriendo a mitad de la noche por aquella solitaria y oscura carretera que me podría guiar a por ayuda.
Me armé de valor y me dirigí al granero de nuevo, caminaba entre la oscuridad, y sonidos de animales, probablemente eran lobos pero se escuchaban mas extraño, mas grotesco.
Llegué al granero, la puerta principal estaba abierta y se alcanzaban a ver sombras iluminadas por una luz de vela que las proyectaba en el suelo.
Un grito desesperado provenía de ahí
-¡¿Pero porque haces esto?! ¡Que te he hecho yo?!
Era la voz de mi amigo estaba seguro de eso, mi piel se congelaba al igual que mi corazón, sabía que él la estaba pasando mal y debía hacer algo.
Sentí un golpe agudo en la cabeza, caí al suelo como un saco de papas.
Desperté y estaba en mi cuarto, sonó mi celular, era un mensaje de Rodrigo «¿Si vas a venir a la cabaña?»