—¿Entonces… cuánto por la chica?
He lidiado con vándalos como este antes, pero nunca me había encontrado tan desesperado; se notaba en mi voz.
—Lo siento, compa. No se puede.
Escupo enojo desde mi garganta, no puedo arriesgarme a perder a la chica. Se merece más que vivir el resto de su vida pudriéndose.
—Mira, ya te lo dije, no andamos vendiendo. ¡Ahora llévate tu culo a casa, viejo!
Mi ceño se frunce y continúo presionando:
—No pretendas que no existe un precio; solo dime cuál es. ¡Te pagaré lo que sea! ¡¿Cuánto por la chica?!
—Realmente piensas que es especial, ¿eh?
Asiento con la cabeza.
—Este es el asunto, compa. Nosotros, um, estamos a punto de zarpar. Y ya estamos listos así como estamos. Francamente, creo que tu mejor alternativa es recorrer el muelle y tratar de encontrar a alguien más. La chica no irá a ningún lado. ¿Capisce?
La observo, una cosita bastante tierna. Apenas floreciendo en una mujer joven. Hermosa. Sé que estaría mal si me la llevo a casa conmigo, no sería correcto. Pero no puedo impedir lo que no puedo controlar.
—Mira, no HAY nadie más. ¿Podrías, por favor, escucharme, entrar en razón, por un minuto? Ella es perfecta, la amo, quiero cuidarla. ¡Así que COÑO! ¡¿Cuánto por la chica, hijo de puta?!
—Nah, ya terminamos con esto. Vete a la mierda, muchas gracias. Que tengas una buena vida, vejete. Ah, y… ¡usa protección!
Con ojos entumecidos y un corazón asqueado, observo al bote comenzar su partida; la última evacuación de nuestra isla en cuarentena e impregnada con la peste.
—Lo siento tanto, cariño… Lo intenté, pero ya no quedaba más espacio —susurro, entre sollozos, agarrando a mi nieta en mis brazos.
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1 comentario
Quiero llorar , excelente creepypasta