Solía ser un chico normal, mi rutina diaria era la de un típico adolescente: ir de casa al instituto y de instituto a casa, salir fuera alguna que otra vez y pasar los ratos libres en casa con el móvil o el ordenador. Por desgracia para mi, todo eso dejó de ser habitual desde hace un tiempo… Justo al salir de clase, yendo para casa, fui atropellado por un camión de gran envergadura, sufrí un fuerte impacto en la cabeza, el cual me ha provocado unas extrañas secuelas…
Desperté hace un par de días aquí, en el hospital. Lo primero que vi fue a mi madre levantarse rápidamente de su asiento para ver como estaba. En la habitación le acompañaba mi padre, mis abuelos y mi hermano pequeño. Todos se alegraron de ver que por fin recobraba la conciencia.
– Hijo mío, que alegría que hayas despertado, nos dejaste muy preocupados, tanto tiempo sin dar señales de vida…-. Dijo mi madre con ojos llorosos y con un leve tembleque a causa de los nervios.
– ¿Cuánto tiempo llevo aquí, mamá?
– Cielo… llevas 9 meses inconsciente, llamaron a la ambulancia cuando sucedió el accidente. Los médicos nos dijeron que no sobrevivirías… -. Al decir, eso, no pudo más y rompió a llorar, le pregunté por su estado y me contestó con una voz apagada y tenue que me quedaría ingresado de por vida en el hospital debido a que parte de mi cerebro quedó incapacitado y solo tengo movilidad de cuello para arriba. Intenté hacer fuerza pero los esfuerzos fueron inútiles, suspiré profundamente y le regalé una sonrisa tranquilizadora a mi madre. De pronto empecé a notar un hormigueo en el interior de mis ojos, me quedé ciego por unos instantes y una voz me susurró al oído un número: cuatro. Perdí el conocimiento pero yo aún seguía viendo imágenes. Veía a mi familia en un fondo negro, sonriendo y mirándome fijamente. Poco a poco empecé a escuchar una sinfonía, una voz de hombre mayor que cantaba todo el rato lo mismo, con una voz afónica y temblorosa, decía «Poco a poco caerán… Solo quedan cuatro…» de repente aparecía una extraña silueta negra en la que se le podía distinguir unos ojos blancos totalmente, sin pupilas y una cara podrida, arrugada y gris como si hubiera vivido 300 años, con una sonrisa macabra y enfermiza, se acercaba a mi madre y le susurró algo al oído que no pude escuchar y se desvaneció en polvo. Repentinamente mientras se escuchaban sollozos y gritos traumáticos de una mujer. Mi madre empezaba a sacar sangre de los ojos y a cambiar su rostro a uno muy triste, caía desplomada al suelo junto a un charco de sangre, y de pronto los sollozos, pararon.
Desperté de pronto como si hubiera tenido una pesadilla. Estaba muy asustado y giré la cabeza hacia los lados todo lo que podía intentando localizar a mis familiares, me tranquilicé al ver a mi abuelo sentado mirándome sonriendo. Me dijo que me quedé dormido, que seguro que sería por la ansiedad.
Sin saber cómo, mientras fijaba la mirada en mi abuelo, mi mente empezó a proyectar la cara de ese extraño ser, se mezclaba con la de mi abuelo y se podía ver perfectamente que los rasgos eran muy similares pero más envejecidos. Sin evitarlo, chillé «QUIEN DEMONIOS ERES!!!??». Mi abuelo sonrió, se levantó, se acercó a mi y me susurró algo al oído, decía… «Poco a poco caerán, solo quedan tres».
5 comentarios
._______________________________. aburrido!
estoy en total de acuerdo
Muy buena
Aburrrido & Muy Mala :c
no me atrapo veivi e.e