Dana estaba recostada sobre su cama, a un lado de ésta, se encontraba la cuna de su pequeño hijo Toby.
El niño lloraba, pero a ella no le importaba, necesitaba dormir, había tenido un día demasiado cansador.
«Cierra la boca, Toby.» repetía una y otra vez.
El llanto del bebé no cesaba.
Dana se levantó y se dirigió hacia la cocina, abrió uno de los cajones y sacó un afilado cuchillo.
Volvió y dejo el objeto sobre la cama, se volteó hacia el pequeño Toby que no paraba de llorar. Lo colocó en la cama cuidadosamente, tomó el cuchillo y, sin piedad, comenzó a apuñalar al bebé. Dana sonrió, el llanto de su hijo por fin había terminado. Llevó el cadáver a la cuna, se acostó nuevamente y susurró: «Buenas noches, Toby.»