Callejon de la muerte

Estaba de regreso a mi casa luego de mis clases nocturnas. Tenía que llegar y alistarme para una cena en la casa mis tíos. Ellos viven bastante cerca, así que podía irme caminando. La calle es muy tranquila de noche, no tenía por qué preocuparme.

Al cruzar la puerta de mi casa sentí un escalofrío rodear mi cuerpo. Generalmente no noto el silencio de la casa cuando no hay nadie, pero esta vez me sentí sofocado por él. Mi primer instinto fue hacer ruido en cada paso y en cada acción que hacía. Pero nada de lo que hiciera funcionaba. La sensación de aturdimiento por el silencio era algo que nunca había experimentado antes. Me sentí alterado y nervioso, como si estuviera a punto de estallar. Como pude, subí las escaleras y llegue a mi cuarto. Me quite la ropa y me cambie para la cena lo más rápido que pude. Ni bien estuve listo apague todas las luces y salí corriendo de mi casa.

Estando afuera pude sentir como el aire lleno mis pulmones y la sensación desaparecía. Me dirigí en el camino a la casa de mis tíos. He vivido el suficiente tiempo en esa zona como para no perderme en esas complicadas y engañosas calles.

Cuando comencé a adentrarme en las calles pude ver como estaba completamente solo, lo que no es muy usual aquí ya que siempre se puede ver a alguien caminando por estos lugares. Decidí no darle importancia y continuar normalmente. Revise la hora y me di cuenta lo tarde que era. Me sorprendió no tener alguna llamada perdida de mis padres, o algún mensaje preguntando porque no había llegado todavía. Probablemente ellos comprendían por fin que mis clases pueden alargarse en ciertas ocasiones, aunque esa no fue una de ellas.

Aceleré mi paso y al estar a tres calles de la casa pude notar un camino que nunca antes había visto en todos los años que viví por ahí, no era tanto una calle como un estrecho pasillo o un callejón. Decidí entrar por ahí ya que me ahorraba caminar una calle. En el muro más cercano a la entrada del callejón pude leer un grafiti que decía ‘Callejón de la muerte’. No entendí el porqué de eso, pensé que era alguna broma para los asustadizos. Nunca fui de los que tenía miedo de experiencias tenebrosas o esas cosas.

Luego de dar un par de pasos sentí como volvió la sensación que sentí en mi casa, solo que esta vez vino con más intensidad.  Sentí como mis pulmones se quedaban sin aire. Casi caigo al suelo en mi sofocación, pero decidí tratar de avanzar hasta el final del pasillo. Ahí fue cuando me di cuenta que no estaba haciendo ningún progreso. Caminaba y caminaba, a un paso no muy rápido, pero aun así sabía que me movía, y la salida del pasillo se alejaba conforme yo avanzaba.  Con todas las energías que logre sacar, corrí lo más rápido que pude, pero solo para ver como el pasillo se hacía más largo a mi paso. Volteé para salir por donde entré, pero donde estaba la otra salida antes, solo estaba un muro de ladrillos en el que se podía distinguir con spray la frase ‘Yo no quise esto’  en rojo. Me quede leyendo la oración una y otra vez tratando de entender que significaba. La desesperación que sentía en ese momento junto con la sofocación eran lo peor que jamás hubiera sentido. Traté de gritar, lo que no resulto tan bien por el poco aire que tenía. Saqué mi celular para intentar llamar a alguien que pueda ayudarme, pero me llevé una sorpresa al ver que no estaba recibiendo nada de señal. Salté, golpeé las paredes, aplaudía, todo lo que pudiera llamar la atención y hacer que alguien me escuche al final del pasillo, si es que había alguien. Lo peor de todo, sin duda, era el hecho de poder ver la salida como algo tan tangible y cercano; y saber que no podía salir por ahí.

Después de un momento pude sentir la sensación de unos ojos observándome. Mire para todos lados, pero no pude ver a nadie cerca. No solo sentía un par de ojos, sino muchos, como si estuviera siendo observado por un público entero. Luego comencé a escuchar murmureos, voces muy bajas que hablaban todas al mismo tiempo, de las cuales no logré captar nada concreto. Vi como en el muro iban apareciendo más mensajes. Todos se escribían solos al son de gritos que aturdían mis oídos. Algunos que recuerdo eran ‘¿POR QUÉ?’ ‘No intentes escapar’ y los otros se borraron de mi memoria. Cuando finalmente todos los gritos pararon y no se agregó nada más a la pared, escuche pasos en el lado de la salida del pasillo. Voltee y vi entrar a una joven que me miró de una manera neutra, como cualquier extraño que uno ve en una calle. Pude ver que tenía sus manos detrás de su espalda, lo que me hizo preguntarme que escondía. ¿Quería matarme? ¿Eso es a lo que he estado esperando? Se detuvo al estar frente a mí. Cerré mis ojos esperando a lo que sea que me fuera a hacer. Sentí que me agarro la mano y abrí los ojos. Pude ver inseguridad en sus ojos. Saco un cuchillo de su bolsillo trasero y procedió a realizar un corte profundo en la palma de mi mano. Me retorcí de dolor y luego vi como ella apunto con su mano al muro detrás de mí. En ese momento entendí lo que tenía que hacer. Me arrastre con todas mis fuerzas restantes y mi mano sangrando en cantidades peligrosas a la pared y comencé a escribir la palabra ‘Suerte’ con mi mano. Cada letra me hacía sentir más dolor y no pude evitar gritar cada vez mas conforme avanzaba. Finalmente luego de terminar comencé a perder el conocimiento hasta no dar más.

Desperté en un cuarto de hospital. Mi madre estaba a mi lado y pude ver como sonreía cuando me vio abrir los ojos. Yo estaba totalmente confundido y le pregunte que pasó. Me dijo que fueron a buscarme a la casa la noche anterior y me encontraron desmayado y desangrándome a unas calles de la casa de mis tíos. Me pregunto si recordaba quien me hizo la herida en mi mano. Me fijé y vi que tenía mi mano derecha vendada. Le dije que unos hombres me atacaron de camino a la cena. Le sonó poco lógico que solo me hubieran hecho un corte en la mano y no me hubieran robado nada, pero yo sé que no me hubiera creído si le contaba por lo que pasé esa noche. No me hizo muchas más preguntas aparte de si estaba bien. Todo volvió a la normalidad una vez salí del hospital.

Sé que voy a tener que volver a ese lugar. Sé que tendré que ver a alguien pasando por lo mismo que pasé. Alguien que va a tomar una mala decisión y entrará por el callejón de la muerte. Se que tendré que entregarle la herramienta para salir. A esa persona no puedo más que desearle… suerte.

Original

Sebastian Hoyos

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