Los jóvenes de hoy en día —más o menos de 13 o 14 años de edad— sólo piensan en una sola cosa, en mantener relaciones sexuales. Algunos, el deseo carnal hacía una persona es algo normal; sin embargo, hay muchos jóvenes que han cometido delitos espantosos (como la violación, por ejemplo) hacía otras personas.
Éste no fue el caso del joven Alonso. Él era un chico común y corriente (como todo adolescente) en una institución de cierta clase privada; reconocida a nivel nacional como una institución educativa de cierta categoría que sólo las personas de una posición (económicamente hablando) puede disfrutar. Aquél joven, lleno de deseos sexuales demasiado grandes, yacía en una silla con su mano en su miembro, dispuesto a satisfacer sus «necesidades». Realmente, no le dio mucha importancia que su hermana de poca edad estuviese dentro de la casa, así que él simplemente se dispuso a colocar un letrero en la puerta delantera de su habitación titulado «¡No molestar!» y comentarle a su hermana menor que estudiaría y no quería ser molestado.
Dentro de aquella habitación, él se dispuso a abrir el navegador anónimo de Google Chrome, dirigir el puntero del mouse a la barra de navegación y abrir una página de contenido +18. Una vez dentro de la página, buscó algún vídeo que fuese de su agrado. Cuando encontró un vídeo que a él le gustase, de repente, la luz de su casa se fue y vaya sorpresa que a él le dio porque no sólo fue su casa, sino, a 20 manzanas alrededor de la suya. Todo esto le pareció muy cómico: «¡Que les den por culo; —decía Alonso con el ceño fruncido— si quiera deberían hacer bien el trabajo de la maldita comisión!». Él, era una víctima más sobre la adicción que ésta tiene y vaya que realmente tenía una adicción.
Simplemente, él estaba demasiado furioso por no satisfacer su «deseo sexual» aquel día, pero simplemente se convenció que mañana regresaría y podría satisfacerse a su mismo, así que, al pasar el día llegó la noche. Sus padres llegaron como de costumbre y él simplemente cenó lo que su madre Annie le había preparado. Se bañó y se fue a dormir. Al caer la noche (como no había luz alguna), la oscura se había vuelto un poco más lúgubre, lo que hacía que el corazón de Alonso, palpitara más veces de lo habitual.
En sus más libidinosos sueños, se encontraba él, disfrutando de aquel manjar que él describía como: «las chicas de sus sueños», donde el se satisfacía verdaderamente como nunca antes lo había hecho; sin embargo, no todo lo que brilla es oro, porque era controlado por un ser luciferino que todo controlaba, que todo sabía, que todo oía y que todo quería, —por ende mental, sabrán quien es aquél personaje único e inigualable en ésta novela—. Este personaje se le «evocó» o, apareció enfrente de éste chico, mientras que las chicas hermosas con quien estaba, se fueron con este personaje. Alonso lo describió con forma repugnante y nefasta; con cabeza de chivo, cuerpo de mujer y senos destapados, piernas de toro y alas de dragón. No obstante, por alguna vaga sensación, a Alonso no le dio ni el más mínimo miedo, eso antes de que aquél ser luciferino hablase.
—¿Quién eres tú ser monstruoso, —decía Alonso con furia enorme— que destruyes mis sueños y te llevas a estas princesas de mi vista? ¡Responde ya! O te destruiré, porque éste es mi sueño, y hago lo que me plazca.
—Soy quien ronda y mantiene tu felicidad Alonso —decía aquél ser—. No ofendas por favor, sé a que vengo porque él me envía. Sé que has pecado con Lujuria Alonso, y creo que nos podremos entender si eso deseas. Puedo cambiar tu vida para siempre, llenarte de deseos y felicidades, lleno de grandes riquezas y junto con todas aquellas princesas.
—Habla ser majestuoso, que tus proposiciones son buenas, —decía Alonso con una sonrisa que se le dibujó en el rostro.
—Sé que has pecado con Lujuria, y ¡vaya que lo has hecho muy bien chico! Vengo a hacerte una simple y humilde oferta. Es simplemente, algo sin importancia alguna muchacho. Te daré a todas las mujeres posibles, todas las que elijas, siempre y cuando me hagas alabes a mi, que seré tu Dios.
Alonso hubiese dicho que no a aquel trato, si no fuese porque aquél ser lo tentó dándole a las mujeres más tentativas a su alrededor, diciéndole a Alonso cuanto lo deseaban y con una tentación enorme, él aceptó.
—Tus deseos son órdenes mi querido Alonso —dijo aquél ser de apariencia monstruosa—; que la Luna selle éste trato y que Dios no te oiga más. Que el viento sople fuerte, que los árboles caigan, que la misericordia que te rodeaba, sea mía.
Alonso despertó, y cuando lo hizo, lo hizo taciturno, pensando en lo que él había hecho y sobre quien era aquél misterioso ser luciferino de apariencia horrible. Al ver su reloj, eran las 6:00 a.m., la hora en donde él debía despertarse para alistar sus cosas e ir a su institución. Él simplemente cogió su bicicleta y marchó en rumbo a su escuela. Llegando a la escuela, llegó su compañera Rebbeca, que todos los chicos la catalogaban como, la «más buena de toda la institución» (si era una escuela privada de gente rica, deberías imaginarte como era aquella chica). Ella se veía realmente hermosa: «¡Joder! Que haría yo por tener a ésta hermosa dama como quisiera»; —dijo Alonso.
Clases normales, día normal hasta que al final, aquella chica de aspecto hermoso le dijo a Alonso:
—¡Hey Alonso! ¿Quieres venir a mi fiesta? —dijo Rebbeca con un aspecto demasiado intuitivo y provocador, mientras ella se mordía el labio—; Créeme, será de las mejores fiestas que haré éste Viernes. ¿Irás?
Él no se lo pensó mucho y dijo respondió moviendo la cabeza de arriba hacía abajo.
Llegó el día tan esperado para Alonso, aquél Viernes por la noche. Le dijo a su padre que saldría a una fiesta muy esperada y que no lo esperaran despiertos. Cogió su bicicleta y se fue rumbo a la casa de la chica. Al llegar, se dio cuenta que no había ningún invitado, pero eso no le dio ni la más mínima importancia, así que sólo se precipitó a tocar el timbre; minutos después salió ésta chica Rebbeca a dejarlo pasar. No había nadie, parecía todo como una lúgubre casa abandonada, con muebles y todo lo que uno tiene para vivir.
—¿Y las demás personas? —dijo Alonso.
—¡Ah! ¿Ellas? ¿Qué Alonso? ¿Te asusta estar con alguien tan bella como yo? —dijo Rebbeca— Me has gustado desde siempre Alonso, y…
Él simplemente besó a Rebbeca, mientras la besaba, él recordó aquél sueño y sobre aquél ser luciferino y el trato que había hecho con él. Él ya sabía que ella ya estaba en sus manos, y sólo se precipitó a hacer lo que todos hacen.
—¡Maldito vicio! —pensó Alonso— pero realmente es lo mejor.
6 comentarios
La historia buena, pero si no hubieras descrito tanto el «bicho raro demoníaco» seria mas creíble…
la historia va por buen camino, pero la dejaste en un lugar donde no cuadra mucho.! y resaltaste aspectos que no eran tan importantes y lo importante lo dejaste crudo.! espero la segunda parte sea mejor.!
Me gustó bastante tu historia, muy buena redacción y trama 5/5. Espero que la siguiente sea igual de buena
la segunda parte?
Me encanta tu manejo del idioma, tus signos de puntuación y en si toda la redacción en general, el tema de hacer pactos con el diablo siempre ha sido de mucho interés, sigue así.
bueno y exitante