Aquella hermosa chica….

Sentada en un precipicio, mirando el fondo con nostalgia, estaba ella. Aquella chica, hermosa como flor de primavera, pensando en lo que debía hacer. Su mente jugaba con ella y le decía «hazlo», pero ella estaba inmersa en sus recuerdos. Su cuerpo se dejaba mover por el viento, suave, delicioso; silbaba como un ave, tratando de sacarla de su trance. Era un atardecer apetecible. El sol bañaba su cuerpo, llenándola de un hermoso calor. Sus ojos estaban casi cerrados, y algunas lágrimas se escapaban.

Su silueta era hermosa. El sol dejaba su cuerpo en negro, y al verla de lejos la comparabas con un ángel. Su cabello, liso y largo de color café claro, se iba a bailar con el viento con elegantes danzas que recuerdan a la gracia del violín al sonar. En su mano encontrábamos un puñal. Sus brazos descansaban en su regazo, y el puñal estaba inmóvil. Estaba tan tranquila y serena que no parecía humana.

De repente, la chica alzó la mirada al cielo, ya cuando el sol se ocultaba, y rompió en llanto. Su llano era casi música, pues su hermosa voz armonizaba con el silbido del viento y resonaba en todo el valle. Llevando un vestido de seda blanco, la chica se puso de pie. Su mente repetía «hazlo», mientras las ideas daban vueltas como una nube. Extendió los brazos para dejar que la pureza de la naturaleza la llenara. Agarró otra vez el puñal y…

Ahí estaba. Su piel ya estaba pálida. Aquella chica, hermosa como ninguna, estaba muerta. En su cuello estaba el puñal que ella sostuvo hasta el final. Un charco de sangre bañaba el césped y se escurría por el acantilado. Aquella chica era la esperanza. La esperanza que decidió morir antes de ser asesinada. Aquella virtud que ahora estaba muerta, de la que se esperaba tanto. Aquella que renunció y dejó al mundo en un desastre. Aquella hermosa chica que nunca volverá.

Creación propia (remake de una ya hecha)

Dios.