La mesa del rey.

Ustedes, que se quejan de sus pobres vidas, se sienten miserables y en ocasiones tienen mucho miedo.

No saben lo que es sentirse pobre, miserable, y por supuesto, no saben lo que es el miedo.

 

Alrededor de una gran mesa redonda, estilo medieval, hay un grupo numeroso de hombres. La mayoría de traje, bien vestidos, gordos, y con sus caras rojas, hacen sonar sus copas en modo de tradición, la intención del sonido es perturbar, pero igual, siento relajación total, nunca me había sentido así, el sonido es fuerte, muy fuerte, pero podría decir que es… hasta agradable. Quizás estoy drogada, pero puedo pensar muy bien, siento un pequeño atisbo de dolor, nada de qué preocuparse, pero lentamente crece, y el vacio que siento es abrumador.

Veo la cara de todos esos hombres riendo alrededor mío, veo algunas que me miran con compasión, y muy pocos me miran con horror, un hombre da un paso al frente de la mesa y el ruido termina, nadie se ríe mas, y todos me miran a mí, directamente,  es… insoportable y…

Voy recordando un poco más, y mi visión deja de estar tan borrosa, quiero hablar y no puedo hacerlo, quiero moverme sin resultado, y eso me llena de frustración (es que no quiero que me miren) finalmente de mucho luchar contra mí, me rindo, no me puedo mover.

El hombre continua hablando y esta vez puedo entenderlo más, (no siento los latidos de mi corazón) su ropa y su reloj y todo lo que puedo ver alrededor, es tan caro, que ni las mentes más creativas podrían imaginar su costo.

Finalmente, (con mucho esfuerzo) puedo ver una maquina muy grande que había estado cerca de mi cabeza, y fue entonces cuando todos volvieron a sonar sus copas ruidosamente, y volvieron a reír y a conversar, pero esta vez comenzaban a acercarse a mí, y yo no me podía mover, fue entonces cuando un sujeto muy gordo (no quiero que se acerquen) me elevo, me di cuenta de que yo estaba sobre la mesa, en un plato, y no tenia cuerpo, solo que el sujeto tomando mi cabeza, inexplicablemente yo seguía viva, pude ver unos cables conectados a lo que yo me había convertido, fue entonces cuando las carcajadas comenzaron, y eran más fuertes que el sonido de las malditas copas, comenzó a mecerme como un bebe, sentía que el dolor pequeño crecía, junto con él, el miedo, y comenzaron con un cantico (esos viejos millonarios de mierda) que iba de acuerdo al sonido del himno de un país conocido, pero solo decía “la cabeza, la cabeza, la cabeza” finalmente sentí como me cortaban, hubo dolor, pero no era demasiado, y tampoco podía gritar, luego (como si fuera oportuno) ellos entonaron el mismo cantico pero con la letra distinta, esta vez decían “La cerda, la cerda, la cerda”, finalmente (que no se acerque por favor) mi vida se consumió en un bocado.

 

 

 

 

Nota: A finales de 1920 Sergei Brukhonenko consiguió mantener con vida durante 190 minutos la cabeza amputada de un perro vivo. La cabeza del perro fue conectada a una máquina corazón-pulmón bautizada por Sergei como el “autojector”. El dispositivo que supuestamente le da la cabeza todo lo que necesita para mantenerla con vida. A pesar de las reticencias médicas y del carácter bizarro del experimento, Sergei fue pionero en la investigación y construcción de la primera máquina corazón-pulmón imprescindible posteriormente en la cirugía extra corpórea.

Creación propia.

Renanblank

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