Issi el marionetista

La mañana se hace lenta y la noche es eterna, pensé un día caminando de noche por Bellas Artes un populoso sector de una ciudad amarga llamada Caracas. Todos los sábados me dirigía a caminar en la caótica oscuridad y dirigirme a la sala de teatro llamada Espiral, que se encontraba en el sótano de un local. Cada noche ingresaba en aquella sala, para alimentar mi adicción al teatro alternativo de principiantes. Desde Shakespeare hasta El Marqués de Sade, se podía observar en aquella putrefacta sala, con olor a cigarrillos y whisky derramado. Una de tantas noches mareado por el humo ajeno y propio de mis cajas de cigarro rojo, observe la presentación de una obra, nunca vista, la comenzó un presentador con cara llena de huecos, franela verde rayada con negro y un sombrero. Sentado en su taburete invito al público a sentarse para dirigir una obra inédita que se presentaría esa noche. Una vez que el público (15 personas cuando mucho) estaba sentado, comenzó a decir con voz extraña lo siguiente:

–          La muerte presenta designios que ninguno de nosotros está preparado a presenciar, la puedes saborear en una esquina amarrada con una mordaza, la puedes encontrar entre cada inyectadora de heroína, en cada comedía, en cada melodrama, pero de eso si de algo estamos seguros que ninguno podemos escaparnos de sus hilos sangrientos. Esta noche con ustedes una comedia para morir de risa con Issi el marionetista.

Al ver esta presentación pensé: vaya este animador es algo perverso, como hablar de la muerte en forma de comedia. Pero sentí la vil curiosidad de ver el espectáculo.

Cuando se bajó el telón rojo carmín que inundaba el escenario se postraron ante el público cinco marionetas algo grandes tiradas al piso y sentadas, más una silla de madera en el medio del escenario, cada marioneta tenía una forma peculiar y exagerada, bastante viejas y llenas de un pigmento color verde parecido al moho reseco. Luego de diez minutos de un silencio penetrante en donde el público ni el teatro ejecutaron sonido alguno comenzó una especie de música de circo, combinado por el sonido de una puerta vieja abriéndose de manera lenta, luego un sonido fuerte de martillos golpeando una especia de herraduras saliendo detrás del telón a ritmo con la música de circo.

A partir de allí las marionetas comenzaron a hablar en voz penetrante, cada una de izquierda a derecha vociferó estos diálogos:

–          Hola, soy Charles payaso de circo, alegre por el día, triste por las noches, vengo a jugar con tu paciencia, solo un poquito amigo, solo un poquito. Estaba vestido con traje de payaso azul con un bombín de madera en su cabeza y aplaudía de forma jocosa.

–          Hola, me llamo Parisini, porque te fuiste Penélope, no lo quise hacer, no lo quise hacer. Dijo con voz llorona la propia marioneta, vestida con pantalón marrón, tirantes y una camisa roja con un cuchillo entre los dientes.

–          Hola, soy cristina, vengamos juntos a mi esquina, sé que con mi boca te divertirás. Una muñeca con la boca pintada de negro, sonrisa macabra y una inyectadora pegada en su brazo.

–          Desgraciados todos, desgraciados, no ven que la vida nos está esperando, la calle es mi terreno como la sangre mi negocio. No dijo su nombre, estaba vestido de marrón bastante sucio y mugriento, parecía acabado de salir de un basurero.

–          Soy la emperatriz, la más bella de esta noche, por favor no me manches el vestido de sangre, por favor, por favor, ¡no!, ¡no!. Al gritar esta frase, aumento el sonido de los martillos contra una herradura y surgio a todo volumen una melodía de piano con bastante fuerza y oscura, mientras la muñeca gritaba: ¡no!, ¡no!, ¡no!, como si la estuviesen mutilando.

Al terminar estos diálogos y actuaciones, todas las marionetas se pararon y empezaron a moverse a todo descontrol gritando: ¡ESTA ES LA DANZA DE LA DECADENCIA, ESTA ES LA DANZA DE LA DECADENCIA! A perfecta armonía con la música de circo y la melodía macabra del piano. Pareciera como si cada una fuese a explotar de la furia que generaban. Hasta que de pronto, de manera improvista y abrupta, cae un cuerpo humano mutilado, lleno de sangre y alcohol con una soga en el cuello y una mordaza en la boca en la silla de madera, generando un fuerte sonido y luego el silencio de toda la sala.

Las marionetas se detienen cada una en su sitio. El silencio inunda la sala.

Se cierra el telón.

Creación propia

miguel zabala

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2 comentarios

me gusto mucho amigo , la atmósfera que rodea a cada marioneta es muy intrigante y por alguna razón da un poco de miedo , ademas de que yo también soy venezolano y me gusto mucho que la hayas ambientado aquí en ccs

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